Ante una platea de hombres y mujeres de negocios, el precandidato a presidente Javier Milei expuso durante una hora sobre los fundamentos de su plan económico en caso de llegar a la Casa Rosada, en un combo que incluye, con velocidades e intensidades variables, un fuerte ajuste fiscal desde el primer día de gestión con recorte de subsidios, privatización de empresas, eliminación del Banco Central y, en un horizonte menos urgente, una dolarización completa de la economía.
Algunas de las ideas con las que el libertario intentó seducir al círculo rojo en un almuerzo del Consejo Interamericano de Comercio y Producción (Cicyp), una entidad integrada por empresarios, dirigentes y ejecutivos de distintos sectores, fueron mejor recibidas, pero la dimensión política de toda la propuesta no dejó de hacer ruido entre las mesas del hotel Alvear. Hay preocupación, más o menos extendida entre los empresarios, de que las ideas de apertura económica, austeridad extrema en el gasto público y retroceso del sector público en favor de la iniciativa privada –algunos pasajes de su discurso fueron aplaudidos por el auditorio, aunque no de manera unánime– caiga en saco roto por no contar con viabilidad política.
“Una cosa es venir a hablar acá a un atril y decir todo esto y otra cosa es estar sentado en el sillón de Rivadavia, no le va a ser fácil”, dijo con crudeza una autoridad de una importante cámara empresaria. Cuando se refiere a “todo esto”, aparecen algunas de las ideas sobre las que pivoteó Milei durante su paso por el Cicyp.
“En las elecciones se puede elegir entre la casta versus la casta o entre la casta versus la libertad. No se puede cambiar con los mismos de siempre, si seguimos haciendo lo mismo vamos a ser más miserables” (Milei)
Habló otra vez de su “plan motosierra” por el cual prevé congelar en términos nominales desde el primer momento el gasto público, en una poda que hará principal hincapié en la obra pública, las transferencias discrecionales a provincias y en subsidios, el envío como primera prioridad de un proyecto de ley para eliminar el Banco Central, la privatización de todas las empresas públicas, la flexibilización del sistema laboral a través de un sistema de seguro de desempleo, y en una segunda instancia, un sistema de retiros voluntarios.
“Si hacemos todo esto, en 35 años somos potencia mundial”, pronosticó Milei. Como es habitual al final de estos encuentros, el empresario Eduardo Eurnekian propuso un brindis con el invitado y aseguró: “El éxito de nuestra empresa se debe al esfuerzo y a la disciplina, y ojalá que algún día esos valores sean los que imperen mayoritariamente en nuestro querido país”.
Unos 250 hombres y mujeres de negocios se dieron cita en el hotel Alvear, entre ellos las autoridades de Cicyp como el presidente de la entidad Marcos Pereda (Sociedad Rural), Mario Grinman (Cámara Argentina de Comercio), Gustavo Weiss (Cámara Argentina de la Construcción), Adelmo Gabbi (Bolsa de Comercio) y Rubén Cherñajovsky (Newsan), entre otros.
“En las malas me agrando, no por nada fui arquero de Chacarita, y esto es como le pasa a un arquero: si se equivoca es gol en contra y tenés a toda la tribuna atrás”, intentó graficar Milei, que se mostró confiado en que “si llego al ballotage voy a ser el próximo presidente”. El libertario aseguró que tendrá como doble eje de gestión la inflación, a la que prevé abordar precisamente con ese ajuste rápido del gasto y eliminando la variable de la emisión monetaria, y la inseguridad. Anticipó que si fuera presidente tendría ocho ministerios, uno de ellos nuevo que sería el de Capital Humano, que reuniría Salud, Educación, Niñez y Familia y Empleo.
Los empresarios celebraron, no con especial entusiasmo, pero con convencimiento, algunos de los pasajes del discurso de Milei, entre ellos cuando postuló que buscará hacer retroceder al Estado para darle lugar a la iniciativa privada o cuando mencionó la necesidad de recortar el tamaño del Estado. En sus palabras de bienvenida, el titular de la entidad Marcos Pereda también habló al respecto: “En los últimos años la política ahogó cualquier atisbo de desarrollo privado”.
“No me pareció mal cuando habló de la necesidad de desarrollar el sector privado, no hay otra forma que no sea así”, dijo otro empresario, luego de haber degustado el lomo de ternera con puré de cabutia, cardamomo y caramelo salado, vegetales de estación y crema de hongos. Pero la palabra viabilidad no deja de aparecer en todas las tertulias sobre las propuestas de La Libertad Avanza. “Esto es 100% teorema de Baglini”, mencionó otro ejecutivo, al retirarse, en referencia a la distancia entre las propuestas de un candidato y sus chances y cercanía con hacerse del poder. Esperaba, así, que Milei en la medida que sean más concretas sus chances de acceder a la Casa Rosada baje una marcha en su discurso.
Por otra parte, otro ejecutivo de una cámara empresaria del G6 también buscaba conocer, si eso existiera, un detalle más en concreto sobre “qué, cuánto y cómo se va a recortar el gasto”. Alguno incluso recordaba que una parte del presupuesto público, sobre la que Milei no fue consultado por los empresarios, es el del gasto tributario, es decir, aquellos fondos que se destinan entre otras cosas, a la promoción de ciertos sectores económicos o a alícuotas diferenciales de impuestos. Según el Presupuesto 2023, representan un 2,5% del Producto Bruto.
“En las elecciones se puede elegir entre la casta versus la casta o entre la casta versus la libertad. No se puede cambiar con los mismos de siempre, si seguimos haciendo lo mismo vamos a ser más miserables”, dijo Milei y cerró con una metáfora sobre el hombre de las cavernas: “O eligen la muerte en la caverna con este sistema, o en 35 años somos potencia mundial”, concluyó. Los aplausos fueron tibios.
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