Protagonista de muchas de las medidas más importantes en materia económica durante las últimas dos décadas, el contexto general alejó a muchas compañías exportadoras de los negocios internacionales. Según un informe de la Cámara de Exportadores de la República Argentina (CERA), más de 5.550 firmas nacionales dejaron de enviar sus productos al exterior entre 2006 y 2022.
En detalle, en 2006 había 15.075 compañías argentinas que exportaban sus productos al mundo. Entre ellas, 7.254 eran microempresas, 5.438 eran pymes, 696 eran grandes manufactureros y 1.687 eran grandes “no manufactureros”. Los datos fueron elaborados por CREA en base a datos del Observartorio Pymex y el Banco Mundial.
Dieciséis años más tarde, en 2022, el número firmas exportadoras ya se había reducido 9.500. De ese total, 3.390 eran tamaño “micro”, 4.131 eran pymes, 692 manufactureros grandes y 1.287 eran no manufactureros de gran tamaño.
En síntesis, de una punta a otra abandonaron el mercado externo 5.575 empresas (un tercio) y la gran mayoría , unas 3.864 firmas, fueron micro y pymes, aunque todas las categorías se achicaron.
Sin embargo, contrario a lo que se podría suponer, la facturación por exportaciones prácticamente se duplicó en ese período, pasando de USD 46.546 millones en 2006 a USD 88.446 millones en 2022. Claro que se debe considerar que el año pasado se marcó un récord absoluto para el sector exportador, impulsado en parte por las subas de precios internacionales atípicas, fomentadas en gran parte por la guerra entre Rusia y Ucrania y los coletazos de la pandemia. Este año, el escenario es muy distinto como consecuencia de la sequía.
De cualquier manera, la principal conclusión que si bien la Argentina ahora exporta mucho más, esa actividad está concentrada en menos manos.
Las causas de la caída
Hay múltiples factores que se pueden identificar al momento de explicar por qué tantas empresas dejaron de vender sus productos al mundo, pero los especialistas de CEREA identificaron cinco causas principales, sobre las que proponen trabajar.
Una de ellas es la débil competitividad de la Argentina. “Con el puesto 83 de 141 en el índice global de competitividad, Argentina está lejos de los países más competitivos del mundo y de la región. Esto limita las exportaciones y la integración en cadenas de valor”, explicaron los investigadores.
Otro punto determinante en la baja inserción de las empresas locales en el mundo es la baja confiabilidad. De acuerdo al análisis de los especialistas, Argentina es percibida como un socio poco confiable (niveles altos de riesgo país y valores altos de índices de default empresarial). “Estos desafíos reputacionales limitan los procesos asociativos y de inversión. Asimismo, los giros en política exterior (como el anuncio de ingreso a Brics sin consenso mayoritario ni proceso de validación) generan perjuicios en un contexto de necesidad de socios confiables”, apuntaron.
No es un hecho menor, además, que la baja calidad institucional argentina genera muchas dudas a la hora de negociar con el exterior, especialmente por los niveles altos de incertidumbre, volatilidad, inconsistencia y arbitrariedad, como así también niveles bajos de transparencia y de cumplimiento de sus compromisos.
El cuarto factor responde a una cuestión netamente estructural. Se trata de la lejanía geográfica. “La distancia geográfica opera como una barrera comercial indirecta, dificultando la integración de las estructuras productivas de los países y el proceso de internacionalización de las Pymes”, subrayaron los expertos.
Por último, los especialistas advirtieron que Argentina se encuentra en un punto de estancamiento en la inserción internacional. De hecho, pasó de participar en el 16% de los acuerdos vigentes en 1991 a sólo el 2% en 2023 y ha perdido oportunidades para captar flujos de inversión extranjera directa.
Todo esto condujo a que Argentina, a pesar de haber mejorado su facturación, perdiera participación en los mercados globales. En forma conjunta las empresas nacionales representaban el 0,52% del comercio internacional en 1998; luego, la participación se desplomó al 0,34% en 2022. El pronóstico de los expertos es que la participación baje aún más en 2023 (0,25%).
En contraste, otros países aumentaron su presencia en el mercado global. Brasil, por ejemplo, pasó de 1% en 1998 a 1,24% en 2022, luego de varias fluctuaciones a lo largo de las últimas décadas.
También Perú mejoró sus números y desde hace ya varios años tiene mayor participación que Argentina. Chile no está lejos tampoco de igualar el peso que tienen las empresas locales en la actualidad.
Cómo revertir la tendencia
Hay muchas estadísticas en contra del sector externo local, pero también hay oportunidades de crecimiento. La cámara que agrupa a los exportadores entiende que, además del equilibrio macroeconómico y fiscal, y un entorno productivo favorable, es necesaria una estrategia estructurada e integral a nivel país para ordenar una visión de crecimiento a través del sector externo. No un plan coyuntural, sino una Estrategia Nacional Exportadora.
“Esta debe partir de diagnósticos sinceros e indicadores objetivos de fuentes confiables. No debe confundirse ni con un plan macroeconómico ni con políticas de desarrollo agropecuario/industrial”, explicaron.
En concreto, desde CERA propusieron 37 medidas para mejorar la fortaleza exportadora. Entre ellos figura por ejemplo fortalecer las condiciones macro, poniendo la competitividad argentina como política de Estado y estableciéndola como un indicador clave de desempeño.
También plantean priorizar el proceso de ingreso a la OCDE y adoptar estándares de OCDE (y G20) donde sea oportuno. Asimismo, recomiendan avanzar en la concreción del acuerdo Mercosur-Unión Europea, primero transparentando el estado de las últimas interacciones (2023) y considerando el principio aceptado por los líderes del G20 que indica que las políticas de comercio deben ser consistentes con la OMC y con los acuerdos ambientales bilaterales.
En otro punto, proponen eliminar en etapas y luego definitivamente los derechos de exportación, iniciando por los bienes de economías regionales (incluyendo pesca), lácteos, alimentos con agregación de valor y todo bien con mano de obra industrial.
Por otro lado, el plan sostiene que se deben eliminar barreras y requisitos sistémicos, así como los perfiles de riesgos que no consisten en requisitos formales encomendados por la ley de IVA a efectos de su recupero. También sostienen que es importante autorizar un mínimo de 25-30% de libre disponibilidad de divisas generadas por las ventas de exportación, más el 100% de lo que supere el monto facturado en 2022, entre muchos otros puntos.
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