Si logramos sobrevivir a los vaivenes a los que nos tiene acostumbrados hace décadas nuestro país, podemos alcanzar una resiliencia que nos hace “a prueba de todo” y esta es una ventaja reconocida mundialmente.
Cuando un argentino trabaja en o para el exterior, hace la diferencia, por su capacidad para superar desafíos y encarar soluciones allí donde otros, nacidos y criados en contexto de muchísima mayor certidumbre y perspectivas a futuro, no las ven.
Por supuesto que esto es producto de “lo que nos tocó” y, a pesar de que no nos dieron opción a la hora de desarrollar estas habilidades de supervivencia, hoy se convierten en aquello que nos distingue. Ojalá otra fuera la historia y la realidad de nuestro país. Pero no lo es.
Por eso el “voy a esperar a que la situación se calme”, no existe para los argentinos, en cualquier esfera de la vida, particularmente en el ecosistema emprendedor. Tenés una idea, y la querés probar: el momento es ahora.
El voy a esperar a que la situación se calme, no existe para los argentinos, si hay una idea es mejor ejecutarla
La pandemia nos dejó una nueva dinámica laboral: con sólo tener una computadora y una conexión de wifi, se puede trabajar desde cualquier lugar del mundo para cualquier empresa que tenga un esquema remoto en su operación diaria.
Me parece importante de todos modos, remarcar que existe desde fuera del ámbito emprendedor una visión un tanto “romántica” que se instaló acerca del emprendedurismo, por la posibilidad de “ser mi propio dueño”, el poder trabajar desde cualquier lugar, la libertad de accionar, pero por sobre todas las cosas la aspiración de hacer un impacto.
El compromiso es 24 x 7
Tengo una necesidad de contrarrestar esta mirada, a la que, desde mis 22 años de carrera, y más de 10 de emprendedor, veo como un poco naif o realista. Para que la idea funcione, el compromiso es 24×7, sobre todo en el inicio. No hay vacaciones ni fines de semana, y se puede llegar a trabajar más de 12 horas diarias.
El tiempo libre se desvanece frente a las exigencias de tener un negocio propio, que requiere más cuidados que cualquier persona que tengamos a nuestro cargo. Ser nuestros propios jefes, con todo lo que implica, sus pro y sus contras.
Es cierto que esta altísima demanda que nos exige nuestra empresa es estacional, tiene picos y tiene bajas y, a medida que el negocio crece, también lo hace el equipo de trabajo, por lo que empezamos a delegar tareas (que también es algo que requiere que aprendamos a hacer).
Luego están los desafíos que supone llevar adelante un negocio, desde el manejo financiero (todos los emprendedores, cuando están sobre todo en la curva ascendente, o bien cuando recibieron su primer fondeo, tienen terror de “quedarse sin plata”) hasta cómo puedo obtener clientes, qué vengo a resolverles, cómo comprendo sus necesidades y cómo les traigo las soluciones. Y en el mundo particularmente de la tecnología y de la publicidad, la necesidad permanente de actualización frente a un mercado que está en continuo -y cada vez más vertiginoso- cambio, es más claro.
Argentina, a raíz de su situación macroeconómica histórica, es en algún punto, una tierra de oportunidades
Pero resulta que Argentina, a raíz de su situación macroeconómica histórica, es en algún punto, una “tierra de oportunidades”. Hay que saber leer bien el contexto y elegir adónde voy a apuntar el negocio. Si se busca bien, hay muchas o alternativas que están delante de nuestros ojos y por estar “programados por la manera tradicional de ver el trabajo”, no las vemos.
El desafío está en permanecer siempre atentos para desarrollar un producto orientado tanto al mercado local, como para que sea demandado en la región, y que pueda resultar atractivo para concretar alianzas con otras empresas.
La posibilidad de contratar talento de cualquier parte del mundo como consecuencia de la pandemia y el hoy llamado trabajo “remote first” ayudan en esta curva de crecimiento y diversificación, para conformar equipos multiculturales que suponen aperturas a nuevas ideas, para poder resolver el mismo problema desde otras miradas.
La inserción de Argentina en el mundo es algo que ya está sucediendo mediante su increíble talento emprendedor, resiliencia y ganas de crecer. Asimismo, aunque atravesamos un momento de dificultad en cuanto a inversión de capital, los grandes fondos de Silicon Valley miran a las startups argentinas con ojos especialmente atentos. La oportunidad es ahora, el momento es ya.
El autor es emprendedor Adtech
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