Steve Hackett, el hombre que desde su guitarra definió en gran parte el sonido de Genesis entre 1971 y 1977, regresa a nuestro país para cerrar este viernes 25 en el Luna Park y con localidades agotadas, el Seconds Out – South American Tour, que tuvo su punto de partida en el Gran Teatro Nacional de Lima y que hizo escalas intermedias en Chile y Brasil.
“En los distintos lugares en los que toco, lo hago con diferentes formaciones: en Hungría, con Djabe; en España y en Italia estaré con mi banda; y en América del Sur será con Genetics. Son muy buenos músicos y muy buena gente. Ya trabajé con ellos un par de veces, de modo que hay una historia compartida”, señala Hackett desde el otro lado de la pantalla del Zoom.
Después de una gira extenuante, Hackett dialogó con Infobae Cultura desde su hogar y después de haber disfrutado unos días de vacaciones en Grecia junto a su esposa Jo Lehmann. Al momento de esta entrevista, dedicaba su tiempo a “grabar algo de material nuevo”, mientras se preparaba para volver a trabajar con la banda argentina que desde 2011 se dedica a recrear la música de la primera etapa de uno de los grupos emblemáticos del llamdo “rock progresivo”.
Genesis, el fin de una era
Si bien es cierto que el álbum The Lamb Lies Down in Broadway, que prologó la partida de Peter Gabriel, en 1975, fue un punto de inflexión en la historia de Genesis, tampoco hay duda de que Seconds Out, el doble que la banda británica grabó durante la gira de presentación de Wind & Wuthering, marcó el fin de la era progresiva o sinfónica del grupo, que reducido a trío comenzaría un coqueteo cada vez más entusiasta con el pop.
Vistos a la distancia, aquellos conciertos realizados en el Palais des Sports parisino en junio de 1977 se fueron convirtiendo con el paso del tiempo en una especie de testimonio de una era que mientras Tony Banks, Phil Collins y Mike Rutherford se empeñaban en dejar atrás, Hackett se encargó de mantener en tiempo presente. Él mismo definió aquel disco como “una revisión de gran parte de los ‘70 y del material clásico de Genesis en ese momento”.
No obstante, al músico le llevó un tiempo “amigarse” con aquellas músicas, tras abandonar la formación algo incómodo por los problemas que había generado la publicación de su primer álbum solista, Voyage the Acolyte, en 1975. “Comencé a tener algunos hits y eso creó problemas en el seno del grupo. Les dije que me iba porque quería tener autonomía”, explicó en una entrevista ofrecida a Clarín en 2018.
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En sintonía con esa búsqueda de independencia de las ideas de otros músicos, Hackett se distanció de ese material. “Hubo muchos años en los que no toqué ciertas canciones porque estaba tratando de restablecerme como un artista separado y distinto de Genesis”, confesó un par de años atrás en el portal Analogplanet. Hiato que dio por concluido definitivamente en 1996 con la edición de Genesis Revisited.
Allí, acompañado por una selección de músicos entre los cuales se destacan varias figuras del llamado prog-rock como John Wetton, Ian McDonald y Tony Levin, además de Bill Bruford y Chester Tompson, los dos bateristas que dejaron su sello en Seconds Out mientras Phil Collins alternaba su instrumento original con su rol de frontman, Hackett actualizó ocho piezas históricas del grupo, la mitad de las cuales habían sido incluidas en el doble que volverá a sonar el 25 en el Luna Park.
La música universal
—¿Recordás haber fantaseado, mientras estabas en Genesis, que 50 años después estarías tocando esa música por todo el mundo junto a músicos de distintos países, como si se tratara de una obra de cualquier compositor de los que llamamos clásicos?
—Para dar en el clavo, habría que decir que la música de Genesis se transformó en World Music. Sé que no es exactamente esa la definición, porque cuando hablamos de World Music pensamos en música de lugares remotos, de sitios como la India, China, países de África, de lugares…
—De la Argentina…
—¡Jaja! De muchos lugares… Pero mi definición de World Music es la que apunta a la música que es interpretada en todo el mundo, que es universal. Y eso es en lo que se ha convertido la música de Genesis, que es interpretada por gente de diferentes sitios, por distintas bandas, que a veces es enseñada en las escuelas… Hay bandas de jazz que reinterpretan esa música y algunas veces es tocada por orquestas. Yo mismo la he ejecutado con orquestas en repetidas ocasiones.
Son muchas reinterpretaciones, que mantienen a esa música en constante evolución. Es un material tan clásico como lo puede ser el rock en su corta vida, cuyo comienzo podemos rastrear alrededor de 1955. Pero apenas 15 años después, en 1970, cuando me sumé a Genesis, por supuesto que no teníamos idea de lo que sucedería con la música que estábamos haciendo, que habíamos diseñado para tocar para una pequeña audiencia y tal vez obtener un contrato.
Y ahora se volvió mucho más ambicioso que eso, porque se trata de mantener vivo el legado de un montón de álbumes a los que se agrega la producción individual de cada uno de quienes hemos sido parte. Porque Genesis es como un árbol con muchas ramas, de cuyo núcleo central se desprendieron las carreras solistas y los spinals. Hay mucho de eso. Ha sido un team muy productivo.
—Siete años atrás me dijiste que Genesis Revisited era como un museo que no iba a seguir abierto por mucho tiempo. Parece que tu pronóstico falló. ¿En qué medida tocar ese material con diferentes bandas contribuye a su evolución?
—Bueno, los casos son distintos, porque cada banda es diferente. Cuando trabajo con mi banda regular tenemos un instrumento de viento; con Djabe hay una aproximación al jazz, si bien ellos tocan muchas cosas distintas y Genesis es parte de eso; cuando tocamos con Genetics, ellos también traen algo especial. El guitarrista es muy bueno. Puede que en su corazón sea un músico de jazz.
La música de Genesis es algo que intriga a la gente del jazz. Cuando estaba trabajando con Phil Collins, muchos años atrás, escuchábamos a la Mahavishnu Orchestra, y circunstancialmente supimos que ellos nos escuchaban también a nosotros. Había una especie de cruce de información.
La trayectoria de Steve Hackett
Señalado por muchos como el primer guitarrista de rock que empleó la técnica tapping y picking, a lo largo de su trayectoria Hackett desarrolló una multiplicidad de recursos técnicos que desplegó en consonancia con su expansión estilística, que lo mantiene en un ir y venir del rock a la música sinfónica, pasando por el folk y sin negarle algunos guiños al jazz.
Sin embargo, al repasar sus tiempos en Genesis pone distancia con los géneros o estilos que se basan en la improvisación. “Había un énfasis diferente; era una música que estaba muy bien escrita porque tenías un equipo de compositores, con todos contribuyendo. Eso funcionaba muy bien, aunque obviamente algunas veces era imposible que hubiera una democracia completa”, recuerda.
“Lo que había era muchas pasiones corriendo muy de prisa, que aportaron a la creación de tantas piezas de música tan hermosas. Ahora mismo -la entrevista fue realizada a mediados de julio- voy a hacer un tour por los Estados Unidos con Foxtrot y también estuve tocando Selling England By the Pound (Genetics celebrará los 50 años de este disco el 5 de diciembre en el Gran Rex). Junto con Seconds Out, son tres álbumes que tienen mucho en común”.
De paso, pone la lupa en la estructura de las canciones de esa época. “Creo que Genesis a veces era deliberadamente complicado, como cuando escribíamos ‘Watcher of the Skies’ o cosas de ese tipo. Ritmos que las orquestas encontraban imposible de tocar porque estaban sincopadas de tal manera que no eran familiares para ellos. Pero, esencialmente, el resto de las canciones resultaban bastante simples una vez que superabas la complejidad rítmica”, explica.
Y completa: “‘Can-utility and the Coastliners’ es una canción fenomenalmente difícil de tocar de manera correcta, pero cuando está bien tocada es sumamente hermosa. Tiene secciones tan maravillosas. Disfruto mucho de hacer los álbumes completos, ahora que la tecnología permite hacerlo. Ese es un gran punto”.
Enseguida, el músico aclara que la presencia constante de Genesis en su agenda “enfermiza” no le impide trabajar en material nuevo. “También tuve tiempo para componer música original. Eso me produce un efecto diferente y finalmente todo actúa a la vez. Pienso en Genesis como en un museo, pero como en un museo que evoluciona, pero desarrollar la habilidad de componer música nueva es sin duda una prioridad para mí. Entonces, cuando salgo a tocar en vivo, también hago parte de mi música solista”, reflexiona.
—¿Eso quiere decir que en la Argentina también vas a presentar material solista?
—En el caso de lo que vamos a hacer con Genetics, como se trata de Seconds Out, que es un álbum doble, no hay espacio para el material solista. Puede que haya algunas piezas, pero en Sudamérica la prioridad será el material de Genesis.
El poder de la música: mañana es mejor
—¿Hay diferencias en la manera de tocar las mismas canciones según el lugar en el que lo estás haciendo?
—Algo de eso hay. Creo que cada show es diferente y hay partes en las que hay algo de improvisación. Yo respondo al público, allí adonde voy. Hay una especie de telepatía, un intercambio, una especie de momento trascendental. Y amo tocar en la Argentina porque creo que entienden este híbrido, este abordaje pangenérico de la música que no sólo incluye el material de Genesis sino también mi producción solista.
Y también entienden el modo en que mi gusto personal afectó la música de la banda, muy atrás en el tiempo, hace ya más de 50 años. De hecho es un milagro que todavía está acá, más allá de la música. ¡Jajaja!
—Precisamente, por el modo en que tu gusto personal afectó a la música de Genesis, creo que el verdadero cambio en la banda ocurrió cuando vos te fuiste, más que cuando Phil Collins tomó la posta de Gabriel como frontman. Sin embargo, da la sensación de que llevó bastante tiempo que fuera reconocida esa enorme influencia que tuviste en el sonido del grupo. ¿Coincidís?
—(Piensa) Digámoslo así: nadie sabe la influencia que uno puede tener sobre otro y siempre me maravilla cuando la gente me dice que está influenciada por lo que otro hizo. Yo hago las cosas naturalmente. No tengo una aproximación intelectual a lo que hago. Eso no es lo que me mueve; en mi caso, la música viene del corazón. Tiene que venir del corazón, ante todo. Para mí, autenticidad en cuanto a sentimientos, música y sanación son sinónimos.
El objetivo de la música es reenergizar a la gente. Y eso sana. También pienso en términos de que la música es una embajadora de la paz. Cuando estás haciendo canciones no estás haciendo la guerra. Y estamos en el medio de un mundo que se desacopla: hay muchas guerras. Estoy muy feliz de ser este tipo de embajador. No estaría trabajando tan duro y con tanto esfuerzo si no sintiese que eso puede tener un efecto positivo en la gente.
A veces estoy tocando y soy consciente de que son canciones que parte de ese público escuchó hace 50 años o más, y que eso los afecta emocionalmente. Podés ver gente que se remota a los años lejanos, vuelve a sus ideales y al sentido de las cosas que tenían entonces y eso los vuelve a llevar a su esencia como personas. Creo que es un trabajo muy importante y estoy muy feliz de hacerlo. Creo mucho en el poder de la música.
—¿Crees que son muchos quienes comparten esa creencia?
—Hay muchos que van a decir dicen que la música universal no es una prioridad, por causa de las tecnologías, etcétera, etcétera… Pero para mí la música es medicina, es magia, es algo absolutamente esencial. Y tanto para mí como para mucha otra gente la misión de la música aún no ha sido coronada. Siempre trabajo con la idea de un Renacimiento musical.
Paul McCartney dijo que él creía que los ‘60 eran algo que iba a pasar en el futuro. Lo que creo que quiso decir, debido a que hubo una explosión de tanta creatividad, es que quizá toda esa concentración de actividad que fue como que el cielo y la tierra estaban uniéndose de manera explosiva y creativa iba a suceder en el futuro. Yo trabajo en eso cada día de mi vida. No es que sólo escribo musica. Yo sueño música, toco, estoy siempre trabajando.
No es un trabajo. Es como si estuviera excavando buscando oro, detrás de algo precioso. No estoy hablando de dinero sino de algo mucho más poderoso. Mucha gente venera el dinero, pero la música tiene su propio valor; es una forma de algo precioso que no podemos definir, pero es una energía muy preciosa que viene vaya uno a saber de dónde. Es un regalo. Estoy trabajando en eso cada día, como un sirviente de la música.
Jeff Beck y la metamorfosis de la guitarra
—¿Cómo se combinan en el día a día los distintos géneros que transitás? ¿Tenés un plan preestablecido o todo depende de la inspiración y las urgencias?
—Ahora estoy trabajando en un álbum de rock, pero hoy me desperté con una melodía clásica en mi cabeza. El tipo de melodía realmente pertenecerían al mundo de la música romántica, en términos de piano y orquesta. Estaba tratando de entender y descifrar las armonías en mi cabeza, las partes orquestales, que incluso para unas pocas notas es realmente muy complicado porque hay una número infinito de posibilidades para el modo en que puede ser acompañada la melodía que guía todo.
Eso convoca muchos de mis pensamientos. Estuve trabajando en eso un par de horas y después del desayuno agarré la guitarra eléctrica y al rato estaba humeando. Amo el equipamiento que tiene un sonido muy poderoso. Es lindo tener un sound amp y un tube screamer; es un amplificador pequeño pero el sonido es gigante. Mi pedal whammy me da octavas extra, me permite sonar como un instrumento de viento o como un piccolo.
De pronto, estoy trabajando en algo y pienso que suena como algo vivo, como un gato, como el temperamento de un animal. En mis manos, la guitarra sufre una especie de metamorfosis y se convierte en otras cosas todo el tiempo. Es una voz, un animal, es diferentes cosas; se convierte en un violín, un chelo, una flauta… Por supuesto que además tenés el mundo de la guitarra de nylon y las otras. Entonces, trabajo en muy distintos tipos de músicas, todo en el transcurso de un día.
—¿Seguís encontrando algo por descubrir o nuevos desafíos, en las canciones de Genesis?
—Hay ciertas canciones de Seconds Out, como por ejemplo la parte de guitarra de “The Carpet Crawlers”, en la que improviso todo el tiempo. Hay una sola frase fija y los demás varía todo el tiempo. Cuando lo mezclaron originariamente era casi inaudible, pero yo siempre había querido que sonara como un violín lejano, que viene como de otra constelación y que no pudiera ser reconocido como una guitarra. Era algo que quería que tuviese una sutileza infinita.
Para ser honesto, lo tomé de un tema de los Yardbirds. Recuerdo que ahí había una guitarra de Jeff Beck que mezclaron muy bajo, como si hubieran querido deshacerse de ella pero que finalmente se filtró. Encontré fascinante la idea de esa cosa mística llegando desde lejos. Y el hecho de que Jeff haya muerto recientemente (el 10 de enero de 2023)… Siempre sentí que yo estaba tratando de, sin ser influenciado, entender qué quería hacer ahí.
—¿Tomás a Jeff Beck como una referencia?
—Yo mismo invertí mucho tiempo en el wah-wah (pedal), aunque en un estilo más reciente, pero siempre me interesó ver qué habría hecho él: es como acceder a otro espacio en el tiempo. El violín distante, el animal herido… Me pegó muy duro cuando murió Jeff Beck. Puede sonar raro, pero a partir de su muerte sentí que está todo en mis manos. Ya no puedo tomar más nada de él.
Ahora hay que salir de las estructuras y empujar los límites, que de eso se trata la música nueva. En ese sentido, algunas veces con la reinterpretación de la música de Genesis uso un abordaje completamente distintos al que tuve cuando la creamos.
El último show de Genesis
—El 26 de marzo del año pasado Genesis dio su último show. Leí por ahí que estabas invitado a sumarte, pero que no habías podido hacerlo por un problema de agenda. ¿Te hubiera gustado tocar una vez más con tus viejos compañeros de ruta? ¿Te quedó alguna cuenta pendiente con la banda?
—No creo que haya existido ese ofrecimiento. La última vez que me llamaron para tocar con ellos fue en 2005, cuando también se acercaron a Peter Gabriel, pero resultó no ser una propuesta seria. En otra ocasión, cuando estaban tocando en Londres, les pregunté si querían que fuese como invitado y se me dijo que eso “no iba a ser posible” (N. de la R: esboza una sonrisa) Pero mi compromiso no es con Genesis como banda sino con su música, no sólo para hacerla sobrevivir sino para reinterpretarla. Mantener vivo el legado.
En un momento, con las defensas bajas (N. de la R: sonríe una vez más, buscando a través de la pantalla algún tipo de complicidad) Tony (Banks) me dijo que yo estaba manteniendo el legado en circulación. ¡Era la última persona de la que esperaba que dijese algo así! Porque depende del día que hables con él, puede estar lleno de elogios o ser muy crítico.
Pero lo que creo es que la música que creamos juntos era y es universal. Todavía me fascina el hecho de que John Lennon estuviera interesado en lo que hacíamos, el hecho de que haya salido a comprar todos los álbumes de Nursery Crime, que fue cuando Phil y yo nos unimos a la banda, en adelante…
En una entrevista, Lennon dijo que Genesis había captado el verdadero sonido de The Beatles. Nosotros estábamos tomando esa influencia porque ellos eran los grandes compositores de esa generación. Con diez años más, eran como nuestros hermanos mayores. Fueron quienes abrieron todas las puertas e hicieron posible que gente como yo buscara este acercamiento pangenérico a la música, con la idea de utilizar diferentes estilos y no componer solamente en uno. En ese sentido, aún soy ambicioso con la música.
* Genetics & Steve Hackett presentan “Seconds Out – South American Tour” el viernes 25 de agosto a las 21, en el estadio Luna Park.
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