La inteligencia artificial (IA) generativa está transformando con rapidez la educación, especialmente en colegios secundarios y universidades. Ante ello: ¿cómo garantizar que el aprendizaje siga siendo significativo en este nuevo contexto? ¿Cómo asegurarse de que la IA se utilice para potenciar la creatividad, el pensamiento crítico y el desarrollo de habilidades, en lugar de reemplazarlos?
Además de los limites difusos que coloca a muchos estudiantes entre el “plagio” y la comodidad de “ChatGPT lo hace por mí”, el uso de la IA en los estudiantes puede generar la tentación de evitar el pensamiento crítico y el esfuerzo intelectual: al obtener respuestas rápidas, los estudiantes pueden volverse dependientes de la tecnología, reduciendo su capacidad para analizar, sintetizar o resolver problemas de manera autónoma. También puede fomentar la superficialidad en el aprendizaje, donde se priorizan resultados inmediatos sobre la comprensión profunda. Estas tentaciones debilitan la habilidad para aplicar el conocimiento en contextos más complejos, afectando su desarrollo a largo plazo.
En América Latina, esta situación presenta retos particulares, ya que las brechas tecnológicas y socioeconómicas agravan la desigualdad en el acceso a una educación de calidad. Además, la escasez de talento adecuadamente formado para responder a las demandas del mercado laboral es un desafío recurrente. Este contexto destaca la urgencia de replantear los enfoques pedagógicos para preparar mejor a los estudiantes, no solo para adaptarse a la tecnología, sino para sobresalir en un mundo globalizado.
Esta realidad también impacta en muchos docentes que, en ocasiones, no cuentan con la capacitación adecuada para incorporar estas herramientas en su práctica pedagógica. Esto hace que el riesgo de una adopción superficial o inadecuada de la IA sea mayor, llevando a los estudiantes a depender de la tecnología sin desarrollar las habilidades esenciales que requiere el mundo laboral actual.
En este escenario, los docentes deben ser conscientes de que la IA, por más poderosa que sea, es solo una herramienta y no puede sustituir el valor que aportan la creatividad, la capacidad de análisis y el juicio crítico, aspectos que deben ser fortalecidos para que los estudiantes estén mejor preparados para enfrentar los desafíos que vendrán.
No podemos prohibir el uso de la inteligencia artificial especialmente si es una herramienta que se utiliza en el entorno laboral y puede generar un diferencial de productividad para las personas. Al contrario, debemos aprender a utilizarla y a evaluar a los alumnos sabiendo que la utilizan.
Para asegurar un aprendizaje significativo en este contexto, algunas de las propuestas pueden considerar:
1. Rediseñar las evaluaciones hacia proyectos auténticos y colaborativos: Las evaluaciones tradicionales basadas en la memorización o la resolución de problemas predefinidos han perdido – en muchos casos – relevancia en un mundo donde la IA puede generar respuestas rápidamente. En algunos casos la memorización es parte del proceso, pero no siempre (especialmente en los últimos anos de formación, adonde se forma a los jóvenes para su inserción laboral). En estos casos, los docentes deben fomentar proyectos colaborativos y centrados en la resolución de problemas reales del entorno. Por ejemplo, los estudiantes pueden trabajar en propuestas para mejorar la infraestructura de su comunidad o en soluciones que aborden problemáticas locales, utilizando la IA como herramienta de análisis, pero aplicando sus propias habilidades para generar soluciones viables y creativas.
2. Formulación de preguntas de alto valor: Un aspecto clave en el uso de IA es la formulación de las preguntas adecuadas. Los docentes deben enseñar a los estudiantes a desarrollar “prompts” inteligentes, que no se limiten a obtener respuestas genéricas, sino que les permitan explorar el conocimiento a un nivel más profundo. En lugar de simplemente pedir a la IA que resuelva una tarea, los estudiantes pueden formular preguntas que requieran una reflexión crítica o una comparación de diferentes perspectivas.
3. Promover la creación de contenido original a partir de la IA: Si bien la IA puede generar contenido con rapidez, los docentes pueden desafiar a sus estudiantes a crear productos originales a partir de esa información: pueden pedirles que redacten análisis críticos, formulen hipótesis o desarrollen enfoques innovadores basados en los datos que proporciona la IA, fomentando así el pensamiento creativo y el valor agregado. Este enfoque es esencial para promover la capacidad emprendedora y el pensamiento fuera de lo convencional.
4. Integrar habilidades socioemocionales: en una región donde muchos estudiantes enfrentan desafíos personales y sociales, es crucial que la educación también se enfoque en el desarrollo de habilidades socioemocionales como la empatía, la resiliencia y la capacidad de trabajar en equipo. Estas habilidades son clave para que los estudiantes latinoamericanos puedan adaptarse a un entorno laboral cada vez más globalizado. Al integrar la IA, los docentes deben fomentar debates éticos sobre su uso, guiar a los estudiantes en la gestión de sus emociones frente a la frustración y enseñarles a colaborar de manera efectiva en proyectos complejos.
5. Capacitar a los estudiantes en el uso estratégico de la IA: La educación debe enfocarse en enseñar a los estudiantes cómo utilizar la IA de manera estratégica y ética. En lugar de ver la IA como una fuente de respuestas fáciles (en ocasiones, con respuestas verosímiles pero erróneas), los estudiantes deben aprender a emplearla como una herramienta para la investigación, la creación de ideas y la resolución de problemas. La clave está en que el valor no reside en la información generada por la IA, sino en la capacidad del estudiante para interpretar, analizar y transformar esa información en algo útil y original.
6. Formar docentes como mentores y facilitadores: El rol del docente en la era de la IA cambia drásticamente. Ya no se trata de ser el transmisor de conocimientos, sino de ser un mentor que guía el desarrollo integral del estudiante. En América Latina, donde muchos docentes aún operan bajo un modelo tradicional, es esencial que se conviertan en facilitadores del aprendizaje autónomo. Esto implica promover la curiosidad, el pensamiento crítico y el aprendizaje a través de la experiencia. Los docentes deben ser los que enseñen a los estudiantes no solo cómo utilizar la tecnología, sino cómo pensar sobre su propio pensamiento y cómo aplicarlo de manera efectiva.
7. Promover la ética del uso de la IA: la inteligencia artificial es cada vez más accesible para distintas aplicaciones, por lo que es importante que los estudiantes comprendan las implicaciones éticas de su uso. Los docentes deben fomentar un debate abierto sobre el impacto de la IA en la sociedad, el mercado laboral y la privacidad. Los estudiantes necesitan entender que la tecnología, aunque poderosa, no debe ser utilizada de manera irresponsable o para eludir el esfuerzo intelectual. Este enfoque ético será clave para preparar ciudadanos que no solo sean competentes en su uso, sino también responsables.
Para implementar estas estrategias de manera efectiva, es fundamental un cambio estructural en el sistema educativo latinoamericano, donde los programas educativos se adapten para integrar tanto las competencias digitales como las socioemocionales, y los docentes deben recibir formación continua para enfrentar los desafíos tecnológicos.
Es imprescindible que los docentes reciban capacitación constante no solo en el uso de herramientas tecnológicas, sino también en metodologías pedagógicas que favorezcan el aprendizaje activo, colaborativo y basado en proyectos. Esto les permitirá guiar a los estudiantes de manera efectiva en el uso de la IA y otras tecnologías emergentes.
Los programas educativos deben estar alineados con las necesidades del entorno y ser lo suficientemente flexibles para adaptarse a los cambios tecnológicos. En América Latina, un currículo rígido y descontextualizado limita la capacidad de los estudiantes para enfrentar los retos de un mundo laboral en constante cambio. Es crucial que las competencias relacionadas con el uso de la IA, el pensamiento crítico y la resolución de problemas se integren de manera orgánica en los planes de estudio.
Los programas de mentoría entre docentes y estudiantes pueden ser una herramienta valiosa para guiar el uso ético y responsable de la IA. A través de ella, los docentes pueden enseñar a los estudiantes a reflexionar sobre el impacto de la tecnología en sus vidas y cómo pueden utilizarla para generar un cambio positivo en sus comunidades.
Por todo esto, la integración de la IA en la educación no debe ser vista como una amenaza, sino como una oportunidad para replantear el enfoque pedagógico en la región. Los docentes tienen el desafío de transformar su rol en mentores y facilitadores, promoviendo un aprendizaje que vaya más allá del uso tecnológico y se enfoque en el desarrollo de habilidades cognitivas y socioemocionales. La tecnología está al alcance de todos, pero la creatividad, el análisis crítico y la capacidad de generar un valor diferencial siguen siendo la clave para preparar a los estudiantes para un futuro en el que la tecnología es una herramienta, pero no un fin en sí mismo, y que el aprendizaje es y será a lo largo de la vida.
* Diego Pasjalidis Ingeniero especialista en estrategias, innovación y transformación. Autor, columnista y docente. Director de Higher Education en Ticmas
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