Ya no se trata solo de cómo se van a conseguir los dólares hasta fin de año para cubrir los casi USD 7.000 millones de dólares que harán falta para que el Gobierno pero también las empresas y provincias hagan frente a sus compromisos hasta enero del próximo año. Ahora también preocupa el flujo de divisas para el próximo año.
Las perspectivas eran, hasta hace poco meses, relativamente estables, con una apuesta importante a los ingresos de divisas que podrían aportar la minería, la energía y las inversiones en el marco del Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones. Sin embargo, en las últimas semanas el panorama se empezó a complicar también para 2025 cuando, con o sin cepo, la Argentina necesitará un ingreso de dólares más alto que en 2024 ya que los vencimientos en dólares se convierten “torres” más empinadas. En total, los compromisos ascienden a USD 21.500 millones, aunque gran parte de esa cifra corresponde a organismos internacionales, unos USD 6.900 millones, incluyendo el FMI, con el que se descuenta un nuevo programa que implicara la refinanciación.
Pero la atención está puesta ahora en la disponibilidad de dólares que tendrá el campo. No es una cuestión de volumen sino de precios. La cotización del grano no deja de caer y se ubicó ayer en USD 370 por tonelada en los contratos firmados a enero. La cifra representa una caída de 30% respecto del precio del año pasado, una corrección que se aceleró en los últimos dos meses. Para una cosecha promedio, es decir, exceptuando la sequía del año pasado, y también la comparación con los valores récord del precio de la soja por encima de los USD 520 la tonelada, la diferencia de ingresos con lo esperable oscilaría entre USD 5.000 y USD 6.000 millones según los cálculos de los analistas privados.
La cifra es prácticamente la misma que estaría hoy disponible por parte del agro si el Gobierno aceptara el reclamo de los exportadores y bajara las retenciones de 33% a 25% tal como expuso en Rosario el miércoles el titular de CIARA, la cámara que agrupa a los exportadores de cereales, Gustavo Idígoras. El directivo afirmó que con el recorte de 8 puntos en los derechos de exportación, en los próximos meses podrían ingresar unos USD 5.000 millones.
La nueva caída del precio de ayer suma presión en ese sentido. El ex ministro de Economía, Alfonso Prat Gay, jefe de Luis Caputo mientras se mantuvo en el cargo durante la gestión de Mauricio Macri, posteó ayer un hilo en su red social X fundamentando por qué es oportuno,en el actual contexto, reducir las retenciones.
“Hay que bajar ya las retenciones al campo. La combinación de atraso cambiario y fuerte caída de los precios internacionales amenaza las cuentas externas y las reservas. Equilibrio macroeconómico no es solo déficit fiscal cero, como lo descubrió Macri al final de su mandato”, escribió Prat Gay. Acompañó el posteo con una breve tabla con la caída en términos reales desde principios de año de los precios de los granos. La soja y el maíz con caídas de 43.3% y 44,6% respectivamente mientras que en el caso del trigo, el retroceso es de 32,2% desde enero.
El ex funcionario propuso bajar 10 puntos retenciones al complejo sojero y sumar un reintegro del 100% de las retenciones al resto de las exportaciones de granos a través de un bono del Tesoro en dólares a dos años de plazo. Según fundamentó, esa medida generaría un impacto positivo inmediato en las reservas por el mayor volumen de liquidación, con un impacto casi nulo en la inflación porque la soja no tiene impacto en el índice mientras que en el resto de los granos, la mejora es a través de un bono lo que reduce la presión sobre los precios. En materia fiscal, en tanto, sostuvo que la pérdida de recaudación sería menor al superávit acumulado en los primeros meses del año. “No se afectan ni las metas fiscales ni las monetarias. Pero se estimula la producción y se mejora en forma inmediata la posición de reservas y el equilibrio externo”, concluyó Prat Gay.
Por el momento, sin embargo, Idígoras admitió que el Gobierno coincide en la propuesta de bajar retenciones “pero no en los tiempos”. La necesidad de dólares será, en definitiva, la que terminará por definir la cuestión.
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