Massa, Milei, Bullrich

Cuando restan nueve semanas exactas para las elecciones presidenciales, los tres principales candidatos dejaron atrás la euforia o el desconcierto por los resultados de las PASO y empezaron a desplegar los argumentos con los que buscarán posicionarse en la competencia de tercios en que quedó dividido el nuevo mapa político-electoral. Si hay un común denominador es que tanto Javier Milei, como Sergio Massa y Patricia Bullrich buscaron hacerse fuertes en sus características propias y enfrentar sus debilidades aparentes.

Massa les habló a los votantes que desconfían de la candidata de Juntos por el Cambio, a quienes les planteó la necesidad de conformar un “gobierno de unidad nacional” con sectores del PRO, radicales y peronistas. El líder libertario pareció acusar recibo de las dudas que surgieron en torno a sus propuestas más radicalizadas, como la dolarización, el cierre de ministerios o del Banco Central. Y la candidata de JxC le apuntó a Milei, habló de la seguridad y buscó tomar distancia de la sombra de Mauricio Macri.

Se trata de un incipiente reposicionamiento de los tres candidatos que dirimirán quién será el próximo presidente de los argentinos el 22 de octubre, mientras empezó a tomar volumen en el círculo rojo una duda inquietante: quién tiene mayor aptitud para ganar las elecciones y en simultáneo la suficiente idoneidad para garantizar un piso mínimo de gobernabilidad.

Es una incertidumbre que se refuerza por el hecho de que el ganador indiscutido de las primarias, Javier Milei, se impuso con una agenda de reformas económicas, sociales y políticas que demandarán altos niveles de acuerdos y consensos, además del aval del Congreso Nacional y el Poder Judicial.

Este fin de semana, en una entrevista con Infobae, el director de Poliarquía, el sociólogo Eduardo Fidanza expuso con claridad esa inquietud. “Hay mucha preocupación entre los que no lo votaron y entre las élites empresarias, sindicales, eclesiásticas, porque Milei no garantiza tres factores importantes: Primero, no garantiza su equilibrio psicológico. Segundo, hay muchas dudas de que Milei tenga los 2.000 o 3.000 funcionarios que se necesitan para administrar este país. Tercera duda es, si con un programa tan agresivo y de supuestas reformas tan radicalizadas, Milei va a poder garantizar la gobernabilidad de la Argentina”.

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En una entrevista en el canal de LN+, Milei habló anoche de “pragmatismo” y aclaró que tanto el achicamiento del Estado -que incluye pero no se agota en el “plan motosierra”- la dolarización, el cierre del Banco Central y la reforma laboral no serán de un día para el otro ni tendrán una implementación inmediata apenas asuma, si ganase las elecciones, la Presidencia de la Nación.

“Con respecto a la dolarización hemos explicado que tenemos cuatro propuestas. Algunas nos gustan más, algunas nos gustan menos y lo que va a terminar definiendo es el pragmatismo”, afirmó. Y agregó que “la motosierra tiene connotación respecto a determinadas partidas del sector público, que es absolutamente necesario poner en marcha. En la obra pública, las transferencias discrecionales, subsidios económicos, privilegios, las empresas del sector público. Tenés 15 puntos para recortar, vas eligiendo recortar”.

Y en ese sentido, mencionó uno de los casos paradigmáticos. “Algunas cosas requieren una tecnología distinta. Por ejemplo. A Aerolíneas Argentinas se la entregamos a los empleados y le entregamos un año de working capital, para que puedan operar y reorganizarse”.

“No dije que sea instantáneo. Nunca hablé de que las cosas sean instantáneas. Jamás dije que los problemas se arreglan en 5 minutos”, afirmó y también negó que vayan a echar a los empleados públicos de los ministerios que vayan a cerrar. Es que el líder libertario quiere pasar de los actuales 17 a sólo 5. “Se reasignan las tareas”, respondió cuando se le preguntó que iba a hacer con la gente que trabaja en los organismos que suprimirá. “Todos los cargos políticos se van. Quedan los de carrera y los que trabajan de verdad”, respondió.

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El economista Javier Milei, en una fotografía de archivo. EFE/ Gala Abramovich
El economista Javier Milei, en una fotografía de archivo. EFE/ Gala Abramovich
(Gala Abramovich/)

Massa y el voto de JxC

El ministro/candidato también este fin de semana sorprendió con una definición política que había trascendido la semana pasada y que tomó envergadura a partir de declaraciones periodísticas. En el discurso de la noche del domingo de las PASO Massa había expresado que su objetivo sería construir un gobierno de unidad nacional. Ahora definió de qué se trata esa idea.

“Buscaría un gobierno de unidad nacional e integrar un gabinete con radicales y peronistas que hoy están en el PRO”, remarcó Massa al ser entrevistado por Clarín. Y agregó: “No voy a empezar a hacer nombres, pero hay dirigentes de otras fuerzas políticas, del espacio de Juan Schiaretti, que no sonaría ilógico que fueran funcionarios de mi gobierno”.

“Hay muchos peronistas que en algún momento se desencantaron y también hay muchos radicales defensores de la escuela pública, de la gratuidad universitaria, de la movilidad social ascendente en la Argentina que no tienen nada que ver con Bullrich”, aseguró el ministro. Y remarcó que le “gustaría ver en el cuarto oscuro a muchos de los que integraron las listas de Horacio en Juntos por el Cambio el 22 de octubre”.

Massa dijo tener el desafío de “invitar a compartir el sueño a todos los que votaron a Grabois” y luego captar la adhesión “de todos que votaron a Horacio y que claramente no comparten la idea del todo o nada que planteó Bullrich”. A su vez, reconoció que tratará de convencer a aquellos que en 2019 votaron a Alberto Fernández y en 2015 a él y que “en esta elección están enojados o decepcionados y eligieron a (Javier) Milei”.

Horas atrás, en Unión por la Patria destacaban esa definición política como una de las claves que tendrá la campaña a partir de ahora. “La apuesta es por una gran unidad, con radicales, vecinalistas, gobernadores, intendentes, el movimiento obrero. Enfrentar las ideas que buscan eliminar la escuela pública, los derechos laborales, la producción, que proponen lo impredecible, planes que pueden terminar mal”, explicaron.

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Pero Massa también está obligado a brindar una prestación que Milei y Bullrich pueden ofrecer como promesa o conjetura: la estabilidad y la gobernabilidad. Por eso, en Estados Unidos el ministro de Economía recorrerá todo el espinel del poder político y diplomático en Washington para destrabar los 7.500 millones de dólares del Fondo Monetario. Es una suma que puede servir de miorrelajante para financistas alterados por el impactante resultado de las PASO.

La explicación que dio Massa ante empresarios, políticos y dirigentes de ambos extremos del continente es que el derrumbe del 17% de las acciones argentinas, más que a la devaluación, había que cargárselo al inesperado giro libertario que tomó la Argentina el pasado 13 de agosto.

Massa está sometido a la dinámica más endemoniada de todos los candidatos: tiene que patear el centro y cabecear la pelota. Convencer al FMI de que es el más apto para garantizar tranquilidad y paz social, despejar las dudas en torno al repago de la monumental deuda, y conseguir que gobernadores, intendentes y gremialistas de la familia peronista le crean que no les faltarán recursos materiales para atender sus intereses primordiales.

Massa en Washington. El ministro/candidato se reunirá en Washington con funcionarios clave de la administración Biden
Massa en Washington. El ministro/candidato se reunirá en Washington con funcionarios clave de la administración Biden (EVELYN HOCKSTEIN/)

Llegará a Washington DC con el argumento de que el país se enfrenta a la encrucijada de elegir entre la previsibilidad y lo impredecible de Milei. E insistirá con la idea de que Bullrich ya no podrá sacarse la fulminante definición que le estampó el libertario de ser “la segunda marca” o “la copia del original”. Polarizar es la tarea.

Estará mañana con funcionarios del Banco Mundial y con Jay Shambaugh y Michael Kaplan, del Departamento del Tesoro, dos altos funcionarios de la administración Biden que conocen de cerca a la Argentina y su costumbre de acumular desequilibrios y postergar soluciones de fondo. Pero el día D será el miércoles, cuando está prevista la reunión con la búlgara Kristalina Georgieva, que conduce el FMI.

Si consigue los ansiados USD 7.500 millones -y más si hay una insinuación de que se destrabarán más adelante otros USD 2.250 MM- podrá anotarlo como su primer acto de campaña. Después vendrá la seguidilla de anuncios vinculados a mejorar los ingresos de los salarios más bajos -con suma fija- y los otros, con una rápida reapertura de paritarias. Y aumentar planes sociales, jubilaciones y pensiones. A Massa le tiene sin cuidado que la oposición hable de un “plan platita” para ganar las elecciones. Para él se trata de “compensar el daño de la devaluación”.

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Lo cierto es que si se da, el ok del FMI proveerá de las “efectividades conducentes” para los 60 días de campaña que tiene por delante. Es un plazo que se estira o se acorta si hay optimismo o gana el pesimismo. En el edificio de Bartolomé Mitre al 300 -el headquarter de Unión por la Patria- pasan de la confianza a la decepción con el vértigo de un urgente de TN con la cotización del dólar o una placa de Crónica con los detalles de un caso policial. La escalada del billete norteamericano y el caso Morena creen que fueron decisivos para el resultado de las PASO.

En el Ministerio de Economía dan por hecho que van a conseguir los fondos frescos porque creen que en la diplomacia estadounidense que ahora conducen los demócratas pesan las experiencias de Donald Trump, de Jair Bolsonaro en Brasil, Pedro Castillo en Perú, o Nayib Bukele en El Salvador, entre otros outsider que llegan al poder y ponen en tensión a las instituciones.

Partidas simultáneas

Son dos semanas en las que Massa deberá conseguir, en lo económico, la plata del Fondo, aquietar el dólar, normalizar las cadenas de suministros que se alteraron por el salto devaluatorio, y conseguir que los alimentos -sobre todo la carne- frenen la disparada. En esas partidas simultáneas que juega Massa hay tableros donde están los gobernadores, en otros los intendentes y, más allá, los sindicalistas. La “familia” peronista necesita de asistencia financiera para hacer realidad la promesa de recuperar el poder adquisitivo estropeado por la devaluación y el inevitable fogonazo inflacionario. En política, como en la vida, no hay romance sin finanzas.

Por eso habló con Gustavo Sáez (Salta), Osvaldo Jaldo (Tucumán), Gerardo Zamora (Santiago del Estero), Sergio Zilloto (La Pampa). Fue el primer movimiento político que hizo después de la hecatombe electoral de Unión por la Patria y les transmitió que si Milei gana, irá por la coparticipación y pueden terminar sin diputados que puedan defenderlos en el Congreso Nacional. En el caso de los “mini gobernadores”, que son los intendentes bonaerenses, no hubo reproches para Juan Andreotti (San Fernando), Ariel Sujarchuk (Escobar), o Leonardo Botto (Luján). Es que allí hubo corte de boleta, pero también en Ezeiza, Lomas de Zamora o La Matanza. “Los entiendo”, dijo en televisión Massa, convencido de que nada va a ganar si los pone a todos ellos en la vereda de enfrente.

Gobernadores, intendentes y también los sindicalistas -que con ellos empezó a definir una rápida reapertura de paritarias que les permita a los trabajadores cobrar aumentos sensibles en los primeros días de octubre- mantienen más capacidad de daño que la certeza de dar vuelta una elección que viene bastante mal aspectada. Pero en ese vínculo de “necesitados”, Massa tiene una dependencia mayor: 18 gobernadores tomaron la precaución de jugar su suerte antes y desdoblaron los comicios provinciales.

Bullrich no retrocede

Entrevista a Patricia Bullrich
Patricia Bullrich fue entrevistada por Infobae

Patricia Bullrich sabe que quedó en medio de Massa y Milei y con la sombra incómoda que proyecta Macri, que desde que anunció a fines de marzo su decisión de no ser candidato a presidente tuvo intervenciones en la interna de Juntos por el Cambio que multiplicaron las tensiones y disputas. Como parte de esa secuencia están la exigencia de que su primo, Jorge Macri, sea el sucesor de Larreta, los cuestionamientos al jefe de gobierno por convocar a elecciones concurrentes, las peleas públicas contra Cristina Kirchner que opacaban a los presidenciables de JxC, y las críticas a María Eugenia Vidal cuando anunció a quién apoyaba en las PASO.

Pero todo lo anterior no se compara con los coqueteos políticos y guiños -incluso con una felicitación la noche misma de las primarias- hacia Javier Milei. Ya habría generado fuerte malestar interno cuando en abril dijo en un discurso en La Rural que el líder libertario iba a llegar a la segunda vuelta.

La candidata de Juntos por el Cambio se muestra convencida de que podrá volver a hacer lo inesperado y sobreponerse al último obstáculo, a la última batalla al estilo David y Goliat. Le pasó cuando enfrentó a Horacio Rodríguez Larreta sin estructura y con el único atributo de ser presidenta del PRO. En esa pelea despareja se posicionó como favorita, aun cuando del lado del jefe de gobierno se alinearon la casi totalidad de gobernadores, intendentes y precandidatos con despliegue territorial, como así también los titulares de los otros partidos de Juntos por el Cambio, de Gerardo Morales (UCR), Miguel Pichetto (peronismo federal), Maximiliano Ferraro (Coalición Cívica), entre otros.

En la entrevista que este domingo publicó Infobae, habló sobre Macri y sus elogios constantes a Milei: “Todo JxC tiene que concentrarse ahora en hacer crecer a JxC y no tenemos que ponernos a comentar sobre otros. Eso es fundamental. Orden detrás de la propuesta que ganó. Eso lo tenemos que hacer así. Y el rol de Macri lo vamos a discutir en un par de semanas”, advirtió.

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