Se cumplieron los primeros dos meses de gobierno de Javier Milei con claros avances en materia fiscal y monetaria, pero con notables costos, que aunque fueran anticipados por el Presidente, parece muy difícil de soportar por una sociedad que acumulaba años con pérdida de poder adquisitivo y que no se imaginaba un brutal ajuste inicial en sus presupuestos y expectativas.
De ahí que en los análisis de las consultoras privadas y economistas más renombrados de la city se advierten lecturas diferentes sobre si el plan de estabilización del ministro Luis Caputo llega a buen puerto, o si por el contrario requerirá de medidas y herramientas complementarias, en particular en lo referente a explicitar el programa monetario y la política de ingresos.
Cabe recordar que la Argentina enfrentó en las últimas décadas varias crisis traumáticas que pusieron a prueba la capacidad de resiliencia de la sociedad en su conjunto, tales como el Rodrigazo en 1975; la hiperinflación 1989-90; la implosión de la Convertibilidad 2001-2002, y menos impactantes pero muy extensiva como la de 2011-2023, con breves intervalos de respiro. Ahora, está frente una nueva experiencia, aunque con situaciones de arrastre en varios frentes muy diferentes y notablemente más debilitados, que implican muy exigentes desafíos para el Gobierno para superarla y por eso tomó medidas más comprometidas y exigentes que las que se habían puesto en práctica en el pasado.
Frente a ese panorama, Infobae entrevistó al economista Sebastián Galiani, ex-secretario de Política Económica, viceministro de Hacienda entre enero de 2017 y junio de 2018; actualmente profesor de Economía en la Universidad de Maryland, con doctorado en Economía de la Universidad de Oxford y trabaja ampliamente en el campo de la Economía del Desarrollo y es miembro de la NBER y Bread; y es editor asociado del Journal of Development Economics; Journal of Economic Behavior and Organization, and Latin American Economic Review, para conocer su mirada de la realidad argentina desde los EEUU y sus expectativas.
“Javier Milei propuso un conjunto de reformas estructurales ambiciosas y bien direccionadas. No solo eso, sino que también se ha tomado muy en serio el problema de la seguridad y el orden público”
— A la distancia, ¿Qué balance hace de los dos primeros meses de gobierno de Javier Milei?
— El presidente Javier Milei tiene un diagnóstico correcto sobre lo que necesita Argentina y ha tenido un comienzo prometedor. Nombró un gabinete calificado, comenzó a reducir el gasto público rápidamente y anunció un compromiso con el equilibrio presupuestario para este año, al mismo tiempo que detuvo la emisión de dinero para financiar al Tesoro. Además, propuso un conjunto de reformas estructurales ambiciosas y bien direccionadas. No solo eso, sino que también se ha tomado muy en serio el problema de la seguridad y el orden público, y ha reposicionado a Argentina en el escenario internacional, afirmando nuestra pertenencia a Occidente.
Su intervención en Davos fue excepcional desde el punto de vista político. Aunque algunos economistas lo criticaron por no abordar técnicamente su programa de gobierno, discrepo con esa crítica. Si hubiera optado por esa vía, su discurso probablemente habría pasado desapercibido. En cambio, su intervención captó la atención mundial y generó un amplio debate, posicionándose en el centro de uno de los dos grandes debates que dominarán la política en los próximos años.
— En su opinión, ¿Cuáles son esos dos grandes debates?
— El primero de estos debates es sobre el rol del Estado, especialmente en los países desarrollados de Occidente. Muchos ciudadanos consideramos que el Estado ha sobrepasado límites deseables, interviniendo en áreas donde no deseamos su presencia y debilitando el sistema capitalista. Presenciaremos intensas batallas culturales, sociedades polarizadas y programas reformistas que desafían los límites de la democracia liberal. Como ejemplo, recordemos que el presidente Macron finalmente promulgó la reforma de pensiones por decreto.
El otro gran debate es sobre la reformulación del orden mundial. Aquí, el Presidente Milei, acercándose a Israel y Ucrania, también se ha posicionado del lado correcto. No obstante, será interesante ver cómo concilia esta posición con la deseable alianza que buscamos mantener con Estados Unidos si Donald Trump es elegido presidente este año.
— Pese al fracaso del proyecto de Ley Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos, el Gobierno avanza a paso firme hacia la desregulación, no sólo de precios y tarifas, sino también de normas que encarecen los costos de las empresas ¿Cómo ve ese proceso?
— Con respecto a la liberalización de los precios de los servicios, considero que es fundamental llevarla a cabo. Esto también se aplica a los ajustes tarifarios en electricidad y transporte. Además, se ha ajustado el tipo de cambio, y actualmente el mercado anticipa que, cuando el Gobierno finalmente elimine el control cambiario, el tipo de cambio único se acercará al oficial. Sin embargo, es crucial seguir de cerca esta situación, ya que dependerá en gran medida del avance del programa fiscal y monetario y de la rapidez con que se reduzca la tasa de inflación de los niveles extraordinariamente altos alcanzados en diciembre y enero.
“El mercado anticipa que, cuando el Gobierno finalmente elimine el control cambiario, el tipo de cambio único se acercará al oficial”
— Si bien la inflación de los últimos dos meses fue muy alta, resultó menor al esperado por el consenso de los economistas, pero la contrapartida fue una marcada contracción de la actividad ¿Es comparable -salvo algunos matices particulares- con lo observado a la salida de la Convertibilidad, a principios de 2002?
— Los datos disponibles indican una marcada contracción económica, lo cual no sorprende dada la significativa disminución de salarios, jubilaciones y otras transferencias en términos reales, así como la reducción de la obra pública. No obstante, considero que el escenario económico actual difiere sustancialmente del experimentado tras la salida de la Convertibilidad.
Creo que si el Gobierno logra reducir el déficit fiscal a un nivel que pueda financiarse mediante deuda y cesa la emisión monetaria para financiar al Tesoro, la inflación disminuirá rápidamente. Esto, a su vez, contribuirá a que la economía comience a revertir la actual contracción en el nivel de actividad.
— El equipo económico ha marcado como puntales de su política el déficit fiscal cero, la ausencia de emisión para financiar al Tesoro, y una de devaluación de 2% mensual -al parecer hasta abril- en su objetivo de desinflación sostenida ¿Es suficiente con eso?
— Si se detiene la emisión monetaria para financiar al Tesoro de manera permanente, se podrá derrotar la inflación. Sin embargo, este proceso podría llevar más tiempo del que la sociedad está dispuesta a esperar. ¿Cuánto tiempo? Depende de varios factores, incluyendo la credibilidad de alcanzar y luego mantener el equilibrio fiscal, así como de cómo se realicen los ajustes de precios relativos pendientes.
Por ejemplo, desde el último viernes el costo de la electricidad se incrementó entre 65% y 150%. Observando la inflación núcleo, ésta está disminuyendo rápidamente, pero aún se espera que ronde el 10% en febrero. Sin embargo, la inflación general será más alta debido a estos ajustes en los precios regulados. Por tanto, el proceso de desinflación no será necesariamente lineal.
“Debemos avanzar hacia una macroeconomía con una regla de equilibrio fiscal estructural, un Banco Central independiente y un tipo de cambio flotante”
En mi opinión, debemos avanzar hacia una macroeconomía con una regla de equilibrio fiscal estructural, un Banco Central independiente y un tipo de cambio flotante. A corto plazo, sin embargo, la adopción de algún tipo de regla cambiaria que ayude a reducir las expectativas inflacionarias aceleraría la baja de la inflación.
El Gobierno no discute esta opción y continúa sosteniendo que su objetivo es eliminar el peso y el Banco Central, aunque prudentemente no establece un plazo para esta política. Su implementación requeriría, desde el punto de vista económico, un plazo más largo que el necesario para unificar el tipo de cambio y, políticamente, ganar las elecciones de medio término para poder lograr la aprobación de esta reforma por parte del Congreso. El Congreso actual no la aprobaría.
Considero que, para que la coalición electoral a ser formada por el gobierno logre una victoria significativa en las urnas el próximo año, sería ideal alcanzar una tasa de inflación muy baja hacia finales de este año. Esto contribuiría a fortalecer la estructura de dicha coalición y, en un contexto de baja inflación y recuperación económica, aseguraría el respaldo de la población el año próximo.
Sin embargo, me parece difícil lograr esto sin alcanzar un acuerdo sobre un paquete fiscal que sea aprobado por el Congreso y, especialmente, sin modificar nuevamente la fórmula de ajuste previsional.
— Pareciera que a ningún gobierno le gusta el régimen previsional, y en particular, en las últimas presidencias, la fórmula de ajuste automático de los haberes, y el nuevo no es la excepción, y siempre el objetivo es recortar ese presupuesto, pese a que se levanta la bandera de que hay que “proteger el ingreso de los jubilados”. Usted, junto con Santiago Afonso analizó el tema y llegaron a la conclusión que “volver atrás sería un grave error” ¿Por qué?
— La fórmula de ajuste previsional no debe ser procíclica ni puede considerarse sostenible si implica que las jubilaciones, en períodos en los que la economía crece, aumenten más que el PBI. Además, es crucial que proteja a los jubilados frente a la aceleración inflacionaria. Estos objetivos no se cumplen con la fórmula actual.
“La fórmula de ajuste previsional no debe ser procíclica ni puede considerarse sostenible si implica que las jubilaciones, en períodos en los que la economía crece, aumenten más que el PBI”
Por esta razón, la modificamos en 2017. La nota que usted menciona estaba ‘dirigida’ al presidente Alberto Fernández y a su ministro Martín Guzmán. Claramente, no la leyeron y optaron por volver a la fórmula kirchnerista, lo cual ha sido un verdadero desastre. Albert Camus se sonreiría si conociera esta historia.
— Durante casi 30 años los gobernadores y sus representantes se han negado a firmar un acuerdo marco para rediscutir una nueva Ley de Coparticipación Federal de Impuestos, y se fueron acostumbrando a recibir compensaciones indirectas, a través de transferencias discrecionales, financiamiento de obra pública, fondos fiduciarios. Frente a esa realidad, el Gobierno decidió cortar de cuajo esos giros, como parte del ajuste fiscal ¿Qué piensa?
— Estoy de acuerdo con esta iniciativa del Poder Ejecutivo. Es crucial definir con claridad las responsabilidades de cada nivel de gobierno y asegurar que se financien con los recursos de la coparticipación y sus propios impuestos. Este tema fue prioritario en la agenda de la gestión de Nicolás Dujovne en 2018, y se lograron avances en varias áreas, aunque no tantos como se deseaba debido a la crisis cambiaria y de deuda de ese año, que forzó a priorizar los acuerdos presupuestarios en el Congreso de la Nación.
Sin embargo, para avanzar en esa dirección, es importante que el Gobierno nacional no reemplace impuestos coparticipables por impuestos no coparticipables. Aunque la tentación es comprensible, dado el mayor déficit fiscal de la nación en comparación con el de las provincias, esta práctica no favorece la búsqueda de acuerdos mínimos necesarios, como mencioné anteriormente.
Lamentablemente, lo que la Constitución Nacional de 1994 estableció respecto a la Ley de Coparticipación es muy deficiente. No se puede solucionar sin una modificación de la Constitución Nacional, lo cual es perjudicial para el país.
— ¿Qué otras reformas considera necesarias para recuperar el crecimiento?
— Creo que son imprescindibles una reforma previsional integral y una reforma laboral aún más profunda que la propuesta en el DNU del gobierno. El convenio colectivo nacional por rama resulta muy perjudicial para las pequeñas empresas y para un país con disparidades regionales tan marcadas. Los costos de despido todavía son demasiado elevados.
A solicitud del ministro Dujovne, tras mi salida del gobierno del presidente Mauricio Macri, trabajé en estas dos reformas para implementarlas en caso de que el presidente Macri fuese reelecto. Desafortunadamente, esto no sucedió, lo que representó un gran retroceso durante el gobierno de Alberto Fernández, cuando se podría haber continuado avanzando hacia la normalización y modernización del país en un segundo mandato de Juntos por el Cambio. Ojalá esto se concrete ahora bajo el liderazgo del presidente Milei.
“Necesitamos una estructura impositiva mejor, reducir la informalidad y, de ser posible, una menor presión tributaria”
Otra reforma imprescindible es la tributaria. Necesitamos una estructura impositiva mejor, reducir la informalidad y, de ser posible, una menor presión tributaria. Finalmente, debemos integrarnos al mundo, avanzando hacia el libre comercio lo más rápido posible.
También necesitamos mejorar el sistema educativo, de salud, y el sistema judicial, entre muchas otras reformas más.
— Uno de los temas al que le dedica parte de su tiempo es el análisis de la geopolítica ¿Por qué?
— Es un tema de primer orden para entender el mundo, las relaciones internacionales, las instituciones y las políticas de los países, tanto de aquellos que son potencias como del resto. Siempre que surge una nueva potencia mundial, el orden internacional se altera y los conflictos políticos, e incluso bélicos, proliferan. Entramos en esa etapa hace ya unos años. A esto se suma la obstinación de Trump de atacar a la OTAN, lo cual es muy peligroso para Occidente.
El presidente Javier Milei tendrá que hacer malabares si gana Trump. Por un lado, será un gran aliado económico para su gobierno; por otro, Milei es un verdadero liberal y pacifista, y claramente mostró su apoyo a Ucrania y Occidente, mientras que Trump coquetea con un mundo iliberal, insinuando que quiere desvincular a Estados Unidos del destino de Occidente. Esto es alarmante.
— ¿Una reflexión final?
— Simplemente, volver a enfatizar la importancia de bajar rápidamente la inflación, y si el ajuste fiscal va a ser sostenible económica y sobre todo, políticamente.
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