Una y otra vez nos enfrentamos con la desesperación de la Argentina que necesita incrementar sus exportaciones de mercaderías y servicios, que son la única fuente genuina de divisas. La situación en la que estamos es producto de que nuestro país no ha hecho las cosas bien y darse cuenta es el primer paso para revertirlo.
Me voy a referir en este artículo solamente a las mercaderías y partiremos del cuadro siguiente que muestra las exportaciones de varios países en el año 1980 comparadas con el año 2021:
La performance de Argentina en 40 años ha sido la peor, si nuestras exportaciones hubieran crecido mejor, podríamos estar recibiendo entre USD 50.000 y USD 100.000 millones más por año, y una sequía no nos generaría un problema tan serio.
La última vez que tuvimos una Ley de Promoción a las Exportaciones fue la Ley 23.101 del año 1984 y a partir de ahí sólo tuvimos medidas aisladas o parches de corto plazo. Hace falta un plan exportador de largo plazo, consensuado políticamente para que en 5/10 años estemos exportando mucho más y en 20 años seamos la potencia exportadora que podríamos ser.
La situación en la que estamos es producto de que nuestro país no ha hecho las cosas bien y darse cuenta es el primer paso para revertirlo
El tipo de cambio es muy importante, pero no lo único, hace falta, entre otros: infraestructura, estabilidad macroeconómica, normas laborales modernas, política de apertura de mercados, firma de acuerdos internacionales, simplificar procesos aduaneros, disminuir los costos de exportación, y reitero, un plan y Ley de fomento exportador que los gobiernos mantengan a través del tiempo sin importar de qué color sean.
Debemos adelantarnos en el tiempo para exportar más, y el más crudo ejemplo es el gasoducto. Vaca Muerta se descubrió en el año 1931 y su explotación comenzó en 2012. Sin embargo el gasoducto para exportar en cantidad recién estará listo en 2023/2024. La Argentina comenzó a construir su red ferroviaria en el año 1855 y a partir de allí nos desarrollamos como país exportador, primero vino el tren y luego el desarrollo exponencial que tuvimos hasta 1930.
En resumen, hay que hacer cambios muy importantes pensando el largo plazo y eso lleva tiempo. El dólar soja ó una devaluación son acciones de corto plazo, pero sólo obtendremos mejoras exponenciales y duraderas si se trabaja un plan integral exportador y que dure en el tiempo.
Hay que hacer cambios muy importantes pensando el largo plazo y eso lleva tiempo
Mientras esperamos que la política se ponga de acuerdo en este plan estratégico exportador de largo plazo escrito y consensuado, hay otras medidas urgentes, rápidas y fáciles para impulsar las exportaciones, además de necesitar rápido un tipo de cambio lógico mejor que el MULC actual (para exportar e importar, que no sea financiado con emisión). Las otras medidas rápidas que surgieron podrían ser , por ejemplo:
1 – Reducir los derechos de exportación, aunque sea gradualmente. Puede ser más efectivo, y más barato que el dólar soja, malbec, etc.
2 – Compensar los derechos de exportación con los reintegros de exportación, es decir restar el reintegro del derecho pagando el saldo y reducir así los costos financieros privados y las tareas administrativas del Estado.
3- Permitir para todas las mercaderías que los controles aduaneros de exportación se efectúen en las aduanas de frontera. Está restringido para los graneles (granos por ejemplo) y las empresas deben habilitar aduaneramente sus plantas con complejos requisitos, que a veces están a lejos de las aduanas y del control sanitario y muchas personas deben recorrer cientos de kilómetros ida y vuelta con costos altísimos.
4 – Eliminar el requisito de habilitación de las plantas para exportar. Durante muchos años, la presencia del personal aduanero en planta era suficiente para el control. Hoy hay que habilitar la planta, balanza, instalar cámaras, etc. e igualmente asisten al lugar uno o dos funcionarios aduaneros para el control físico. Hay que evitar el doble costo.
Hay que reducir los costos laborales y cargas sociales de manera proporcional al valor exportado
5 – Simplificar la admisión temporaria, en especial el certificado de tipificación, que demora mucho tiempo y el mismo debe tramitarse antes de operar. En los años 80 el control del certificado era posterior.
6 – Implementar un esquema más simple y más rápido para la devolución del IVA a los exportadores. No podemos exportar impuestos y/o su costo financiero.
7 – Reducir los costos laborales y cargas sociales de manera proporcional al valor exportado. Hay países que liberan de impuestos laborales a sus exportaciones.
8 – Eliminar el IVA de los servicios vinculados estrictamente con la exportación.
9 – Simplificar la operatoria de las terminales portuarias para la entrega y reingreso de contenedores de exportación. Los días adicionales son –por ejemplo– estadías de camiones que se pagan e ineficiencia operativa.
10- Digitalizar y usar esta herramienta. Tenemos la ventanilla única, los certificados digitales, el sistema Malvina, pero aun así van y vienen los papeles físicos y las firmas a los lugares de carga, a veces con cientos de kilómetros entre los puntos de control y las bases.
Igual no quiero perder de vista la idea principal que desde hace años, una y otra vez ha sido postergada la revolución exportadora. Lo interesante es que todos estamos de acuerdo en Argentina (hecho sumamente importante) que debemos exportar mucho más. Tanto políticos, gobierno, empresas privadas y ciudadanos de a pie estamos de acuerdo y lo más importante es que contamos con lo principal: granos, oleaginosas, frutas, minerales, aceites, conocimiento, vino, automóviles, productos industriales y mucho más. Pregunto una y otra vez, ¿qué estamos esperando?
El autor es licenciado en comercio internacional y CEO del grupo VACLOG-RVA
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