Ni en un ápice se equivocó el alerta meteorológico que emitió la alerta el fin de semana pasado y que obligaba a permanecer a resguardo frente a posibles siniestros a causa del viento Zonda. Fue más grave de lo esperado ya que hasta el momento se registraron 350 árboles caídos, 102 postes y cables dañados y la evacuación de una gran cantidad de familias del oeste de Mendoza debido a un gran incendio en la zona del piedemonte de El Challao, en Las Heras.
“Estábamos esperando el viento porque lo habían anticipado, incluso todos atentos y comunicados a través del grupo de Whatsapp, aunque jamás nos imaginamos que, apenas un rato después, a causa del fuego, íbamos a tener que evacuar a mujeres y niños. Las llamas se acercaban vertiginosamente al punto que no dio tiempo a que llegaran los bomberos ya que los distintos cuarteles se abocaron al lugar donde se había iniciado, que estaba todo encendido”, relató a Infobae Diego Videla, vecino de Quintas de San Isidro en Mendoza.
En esa localidad, viven alrededor de 150 familias en calles de tierra y carecen de varios servicios, entre ellos agua potable. Se abastecen con un camión cisterna.
El paso del Zonda
Desde la medianoche y durante toda la madrugada del domingo la situación se transformó en un caos: sin electricidad y enfrentando el temporal de tierra y viento que comenzaba a derribar árboles, las familias enteras comenzaron a ser evacuadas a distintos lugares debido a la rapidez con que se acercaban las llamas a sus casas.
“Rezamos para que el fuego no nos alcanzara. Venía rapidísimo. Muchos, como nosotros, decidimos permanecer por temor a los robos, que es otra de las grandes problemáticas que tenemos aquí. Prácticamente estuvimos 12 horas sin dejar de arrojar agua gracias a un cisterna. Madres con bebés y niños pequeños tuvieron que abandonar sus hogares porque el humo nos invadía y los bomberos no pudieron llegar. Todo el trabajo fue nuestro, regando el perímetro del barrio para impedir el fuego”, relató.
Al parecer, el siniestro se inició en un complejo de cabañas cercano donde, según dicen, se estaba preparando un asado pese a la prohibición de encender fuego, más aún con alerta de zonda.
“Nos asustamos muchísimo porque nunca habíamos visto algo así, tan cercano y virulento. Casi todos los vecinos del barrio nos pusimos a baldear y a regar con mangueras a contrarreloj. El fuego, finalmente, llegó a una vivienda de un casero que vigila el acceso al complejo Dalvian y, finalmente, pudimos desviarlo después de un largo rato apostados en el lugar”, amplió.
“No tomamos conciencia de la cantidad de horas que estuvimos allí. Recién esta mañana (por ayer) vimos que quedaban secuelas pero que el peligro había pasado. Estamos esperando la lluvia y aún sin electricidad”, dijo Videla, para valorar el gesto de dos bomberos voluntarios que, en plena madrugada, llegaron “a dedo” al lugar mientras el camión siguió camino rumbo a otros descampados totalmente comprometidos.
“Fue realmente dramático por la sensación que vivimos, pánico a quedarse sin nada y, lo peor, a no poder respirar”, dijo.
Testimonios del Zonda
Gaspar Contreras, conferencista y escritor, padre de tres hijas menores, vive en Balcones del Cerro Arco, a metros de Quintas de San Isidro. Apenas divisó el cielo “rojo” a causa del fuego decidió buscar refugio en otro lado.
Mientras se desataba uno de los incendios generados por el zonda más intensos de los que Gaspar tenga memoria se cortó la electricidad y toda la zona quedó a oscuras.
“El gran conflicto es que acá no tenemos agua corriente, sino por cisterna. Apenas el fuego se puso bravo se cortó la luz en toda la zona y, por lo tanto, carecíamos de bombas para sacar agua y mojar los árboles o la jarilla, una especie de yuyo muy común en Mendoza que se prende muy rápido”, describió.
“Cuando el cielo se puso completamente naranja, junto a mi esposa y mis tres hijas decidimos evacuarnos. El panorama era muy raro, las llamas estaban cerca y era lo único que iluminaba el lugar”, graficó.
Contreras añadió: “Fue muy difícil llegar a nuestro vehículo porque el viento, literalmente, nos tiraba al piso. Una vez en el auto las nenas comenzaron a llorar desesperadas, no solamente por el temor y la incertidumbre que reinaba en el ambiente sino por nuestros perros. No sabíamos qué hacer”.
Contreras tiene un criadero de la raza Border Collie. “Me bajé a buscarlos como pude, algo realmente cinematográfico y cuando subí al último perro alcancé a ver cómo se empezaba a desprender el techo de un sector de la casa que estamos construyendo”, amplió.
“Fue muy angustiante alejarnos y, al mismo tiempo, contemplar las llamas cerca de nuestra casa y el techo completamente derrumbado. Llegué a pensar que perdíamos todo”, relató.
Gaspar y su familia pasaron la noche en casa de un familiar, aunque valoró que muchísimos amigos que viven en sectores menos comprometidos ofrecieran un lugar para contener a la familia.
“Somos bendecidos por eso”, sostuvo. A todo esto, la Dirección General de Escuelas (DGE) suspendió ayer las actividades escolares presenciales en toda la provincia durante el turno mañana, para comenzar a determinar los daños ocasionados en los distintos establecimientos.
“Evacuamos hasta la gallina”
Los daños por el paso del Zonda se observan en todo el Gran Mendoza y los focos ígneos también involucraron a Luján de Cuyo.
“El fuego no fue intencional, sino a causa de un poste de luz caído que entró en cortocircuito. Los chispazos, frente a tanta jarilla, sequía y viento, alcanzaron la vegetación autóctona que habita el lugar y el fuego comenzó rápidamente a propagarse”, expresó Dana Dediol, que vive con sus dos hijos y ayer, aunque había regresado a su casa luego de autoevacuarse, siguió en estado de shock durante todo el día.
“El viento soplaba muy caliente y era sabido lo que se venía. Sabemos que cualquier cosa puede desatar un incendio, pero nunca creímos que sería de semejante magnitud”, relató, para agregar: “Habían anticipado que el zonda sería fuerte, intenso y prolongado en el tiempo y resultó ser exactamente como se dijo”.
El último viento Zonda de magnitud se produjo durante las vacaciones de julio y dejó dos víctimas fatales: una de ellas a raíz de un choque en cadena, mientras que la restante quedó debajo de un kiosco de revistas que se desplomó en medio de una ráfaga.
Además de sus dos hijos, Dana se encontraba en su hogar junto a su madre de 93 años.
“Nadie que no lo esté pasando puede dimensionar lo que hemos vivido. Estoy en shock. El olor a humo era insoportable y en mi casa caían cenizas. En un momento salí a ver qué sucedía y observé las llamas muy cerca. Los vecinos comenzamos a ayudarnos entre todos, aunque sea compartiendo la desesperación. Yo no sabía qué hacer, no tengo vehículo”, recordó la mujer, que tiene un emprendimiento de repostería y es sostén de hogar.
Nerviosa, como pudo, tomó las pertenencias más importantes, la documentación, el dinero que tenía y algunos objetos de valor.
“En realidad son cosas que consideré de valor, pero con el correr de las horas, y más tranquila, me puse a reflexionar que nada tiene más importancia que la vida. Cuando uno pasa por esto aflora lo más valioso, es decir, la generosidad y solidaridad de la gente cercana. Nada tiene más trascendencia que eso”, reflexionó.
Dana pudo trasladar a su madre a la casa de su hermana y el resto de su familia fue alojada por unos amigos que le ofrecieron un quincho.
“Incluso nos fueron a buscar a casa con una camioneta. En el apuro no pude darme cuenta de qué llevábamos en la caja, porque entre todos ayudaban a cargar. Cuando por fin nos instalamos vimos que hasta la gallina estaba con nosotros a resguardo”, evocó Dana.
“Los animales también percibían que algo raro sucedía y se portaron muy bien. Yo no pude pegar un ojo en toda la noche porque pensaba en mi casa, en el fuego y también en la inseguridad. Si algo hubiese sucedido debía comenzar de cero y sin un centavo porque soy una emprendedora que trabaja a pulmón y que la lucha todos los días. Afortunadamente, las llamas no alcanzaron a llegar a casa, tampoco hubo personas heridas, pero el momento no se lo deseo a nadie”, acotó.
“Esto nos dejó una gran enseñanza: mientras llorábamos junto a mis hijos, agradeciendo que nada de extrema gravedad había sucedido, entendimos que venimos a esta vida sin nada y nos vamos de la misma manera”.
Dana aseguró que fue, sin dudas, uno de los momentos más traumáticos de su vida y que se siente agradecida que puede contarlo en primera persona. “Por primera vez fui protagonista de algo de semejante magnitud y sigo angustiada, shockeada. Lo único que deseo es volver a la normalidad”, concluyó.
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