José Agustín Ramírez, mejor conocido como José Agustín, murió a los 79 años en su casa de Cuautla, Morelos. Rodeado de sus familiares más cercanos, el célebre escritor se despidió del mundo dejando a su paso un legado que le dio voz a las ignoradas juventudes de la mitad del siglo XX.
Caracterizada por recuperar la cultura popular de aquellos tiempos, su obra se alejó de las convenciones literarias y se consolidó como un referente de la contracultura mexicana.
Como podía anticiparse, las ideas que replicaba en sus cuentos, ensayos y novelas no estaban separadas de sus convicciones políticas, por lo que se convirtió en uno de los objetivos a seguir de las autoridades.
En un reportaje para Fábrica de Periodismo, el investigador Jacinto Rodríguez Munguía reveló una serie de documentos que la extinta Dirección Federal de Seguridad (DFS) almacenaba en su expediente sobre José Agustín.
La primera página de la carpeta sobre el escritor recupera un pronunciamiento del Grupo de Intelectuales y Artistas al que pertenecía José Agustín. El documento publicado el 19 de septiembre de 1968 califica como un “hecho vergonzoso y anticonstitucional” la ocupación militar que el Ejército desplegó en Ciudad Universitaria ese mismo día.
El gobierno del entonces presidente, Gustavo Díaz Ordaz, le seguía de cerca los pasos al igual que lo hacía con cualquier persona que fuera incluso sospechosa de oponerse a su administración.
Otro reporte, con fecha del 8 de diciembre de 1969, expone que José Agustín participó en un mitin estudiantil en el auditorio Narciso Bassols de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Ahí, el enviado de la DFS rescató que el escritor se refirió al Gobierno de México como “una porquería, un asco, una mafia que cada seis años está esperando un cambio para repartirse entre ellos mismos los huesos”.
En el mismo evento, el joven jalisciense de 25 años en ese entonces se comprometió a que a través de sus libros “plasmaría el sentir de repudio hacia nuestros gobernantes” y trataría de “politizar al pueblo”. Al final de su intervención, pidió a la comunidad estudiantil que siguiera luchando “como lo ha hecho hasta la fecha”.
Tal era la influencia de José Agustín que sus actividades eran monitoreadas personalmente por los jefes de mayor relevancia de aquella corporación, desde Luis de la Barreda Moreno hasta Miguel Nazar Haro, pasando por Fernando Gutiérrez Barrios.
Conviene destacar que en su archivo sobre el escritor, la DFS decidió omitir su encarcelamiento en la prisión de Lecumberri, a donde lo enviaron después de ser arrestado bajo señalamientos de ser miembro de un grupo de narcotraficantes. Todo por órdenes de Arturo ‘El Negro’ Durazo Moreno.
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