El presidente Javier Milei basó su elogio a Carlos Menem, al inaugurar su busto en la Casa Rosada, en el paper de un economista académico muy reconocido de la Argentina.
Se trata de “Passing the Buck: Monetary and fiscal policies” (Pasar la pelota: políticas monetarias y fiscales) que escribió el experto economista e historiador Gerardo Della Paolera.
Della Paolera, primer rector de la Universidad Di Tella y actual director ejecutivo de la Fundación Bunge & Born, lo escribió con María Irigoin y Carlos Bózzoli.
En este sentido, Milei dijo al inaugurar el busco en la Casa de Gobierno: “Hay un trabajo maravilloso que se llama “Passing the buck” de Gerardo Della Paolera, Bozzoli e Irigoin, que básicamente lo que hace es desarrollar el índice de presión macroeconómica para poder comparar a lo largo de toda la historia los distintos gobiernos de la República Argentina. Y cuando hace ese trabajo te muestra que el primer gobierno de Menem es el mejor gobierno de la historia Argentina, mientras que el segundo gobierno de Menem, tan criticado, ocupa el tercer lugar, o sea que está malo no fue como dicen”.
“Pero frente a las críticas y el tema de la joya de la abuela, y todo, digamos, las críticas que hacen los mediocres para desprestigiar las cosas buenas que se hacen. En ese contexto, Gerardo Della Paolera y sus coautores deciden corregir dicho índice, limpiando el efecto de las privatizaciones. Y aún a pesar de eso, el primer gobierno de Menem sigue siendo el mejor de la historia y el segundo cae en el sexto lugar. Así es que, les duela o no, ha sido el mejor presidente de la historia”, explicó.
“De hecho, entre los tantos privilegios que me ha dado la vida, entre ellos está haber conocido a uno de los autores que es Gerardo Della Paolera, y dice “Si ese índice pudiera contemplar las reformas microeconómicas, los dos gobiernos de Menem ganarían por escándalo””.
Entre los tantos privilegios que me ha dado la vida, entre ellos está haber conocido a uno de los autores que es Gerardo Della Paolera (Javier Milei)
“Así es que, digamos, si hay algo que dije siempre es que fue el mejor presidente de la historia, y hoy vengo y lo reafirmo con el honor y el orgullo de estar estrenando este busto. Ahora sí, por último, una anécdota probablemente mucho más divertida, sobre todo si se llegan a poner en contexto y lo visualizan, porque muestra el liderazgo de Menem, ¿Por qué Menem era un líder superlativo?”, se preguntó el Presidente.
“Había volado por los aires el Plan de Bunge y Born, digamos, había colapsado el modelo de Erman González y estaban en Olivos, estaban justamente Cavallo y estaba Guido Di Tella, hombre brillante. Y esto me lo contó Gerardo Della Paolera, porque estaba ahí en Olivos. Y el Carlos mientras que entre Domingo y Guido se estaban matando a ver cómo le encontraron la vuelta, bajó Menem, presto para jugar al tenis, con pantaloncito blanco, remerita blanca, las dos muñequeras blancas, la vincha, o sea todo un Vilas, la raqueta y las pelotas. O sea, mientras que los otros dos estaban matándose, Menem viene casi vestido de Vilas. Entonces les dice que se iba a ir a jugar al tenis y que cuando volvía tuvieran todo terminado. Efectivamente, cuando volvió estaba todo en orden”, concluyó Milei.
En el paper, de 42 páginas, Della Paolera –que cuenta con un doctorado en la Universidad de Chicago y fue elogiado varias veces por Milei- se destacó que “los cinco períodos más exitosos de la historia macroeconómica de Argentina son los episodios asociados a los dos mandatos de Menem (1990-95 y 1996-99), el segundo mandato de Roca (1899-1904) y los años de las administraciones de Obligado (1854-56) y Bartolomé Mitre (1860-68)”.
Al respecto, el escrito indica que “estos cinco períodos tienen un importante rasgo institucional común: en todos ellos se estableció un régimen monetario convertible o se convergió hacia él”.
“Una buena posición en la macroeconomía se asocia definitivamente a un régimen de moneda fuerte o dura”, concluyeron.
Una buena posición en la macroeconomía se asocia definitivamente a un régimen de moneda fuerte o dura (Della Paolera)
Además, “un régimen de moneda fuerte ha demostrado ser sostenible en el futuro inmediato sólo en aquellas ocasiones en que ha estado asociado a una situación fiscal sólida”.
La situación en el siglo XIX
En este sentido, los autores aclararon que “aunque la primera experiencia de Argentina con un régimen monetario convertible desde su independencia se produjo oficialmente sólo en 1867, el proceso de estabilización ya había comenzado en 1854″.
“Esta tendencia hacia una mayor estabilidad macroeconómica se interrumpió temporalmente en los últimos años de la década de 1850″, indicaron.
“La combinación de conflictos bélicos y problemas monetarios durante el segundo mandato de Alsina (1857-59) fue una clara manifestación de los devastadores efectos de la guerra civil, y afectaron tan negativamente a la senda de la recuperación económica que el segundo mandato de Alsina ocupa el último lugar de la clasificación”, recordaron.
“Afortunadamente, se trató de una discontinuidad efímera entre las administraciones de Obligado y Mitre, que se ubican como el segundo y tercer mejor período, respectivamente”, señalaron.
Al respecto, precisaron que “el período 1854-57 fue un punto de inflexión crucial para el fisco, con la reducción de los desequilibrios crónicos que manifestaban los continuos costos económicos de la independencia y los retrasos en el proceso de construcción de la nación”.
“Recordemos que en 1854 se reformó la única institución financiera existente -y el único Los resultados fueron positivos. Aunque fueron menores en comparación con episodios anteriores, el superávit fue constante”, indicaron.
“Como parte de las reformas introducidas en los años noventa, la gestión del banco central pasó a ser autónoma del gobierno”, afirmaron.
A partir de entonces, “Argentina mantuvo durante algún tiempo una política monetaria virtuosa. A partir de 1899, durante la segunda presidencia de Roca, el Tesoro obtuvo superávit primarios extraordinarios durante seis años consecutivos”. “Este resultado fue realmente extraordinario en relación con todo el historial fiscal de los 150 años de finanzas públicas del país; el presupuesto se equilibró por término medio y no mostró déficits significativos hasta principios de los años treinta”. “Después de cinco años de bonanza fiscal tras la recuperación de la Gran Depresión, en 1936 se reinauguró una dramática y persistente cadena de déficits”, aclararon.
“El banco central acababa de crearse el año anterior. El déficit fiscal no sólo fue la norma durante más de 50 años, hasta la década de 1990, sino que en ocasiones alcanzó niveles considerables”.
“En 1945, 1958, 1975-6 y 1983 la disparidad entre ingresos y gastos representó más del 60% de los ingresos totales. Esta tendencia sólo se invirtió en 1991″, recordaron.
De este modo, “el desequilibrio fiscal fue un fenómeno transitorio desde la década de 1850 hasta la de 1930, cuando el déficit presupuestario pasó a regir las finanzas públicas argentinas”.
“Dado que la inflación disminuía el valor real del dinero, la monetización del déficit fiscal actuaba como una expropiación progresiva de la moneda nacional en poder de los agentes privados”, subrayaron.
Erosión permanente
En el inicio de este siglo, “en 2001 esta carta orgánica fue enmendada y modificada de facto por uno de sus arquitectos, el ministro de Economía Domingo Cavallo, poniendo fin al breve período de autonomía del banco”
“Esta erosión permanente del poder adquisitivo de las tenencias de efectivo del público tuvo consecuencias dramáticas”, recordaron.
“Con el tiempo, este dispositivo utilizado repetidamente alcanzó proporciones extremas: sobre una base porcentual, los aumentos del déficit fiscal a menudo se cubrían uno por uno con aumentos del impuesto inflacionario”
El éxito de los programas de estabilización “fue siempre efímero. Algunas de estas medidas lograron una reducción de la tasa de inflación que duró varios meses o unos pocos años”
Por lo general, “estos intentos comenzaron en períodos de contracción de la actividad económica y poco después dieron lugar a auges de la demanda que se desvanecieron cuando la inflación volvió a acelerarse”.
“Las recuperaciones efímeras no evolucionaron hacia un crecimiento sostenido porque los problemas fundamentales subyacentes al problema fiscal seguían sin resolverse”, indicaron.
Las recuperaciones efímeras no evolucionaron hacia un crecimiento sostenido porque los problemas fundamentales subyacentes al problema fiscal seguían sin resolverse (Della Paolera)
A largo plazo, “estos intentos fallidos de estabilización subrayan una incongruencia entre estabilidad nominal y desequilibrio fiscal que siempre, hasta los años noventa, se resolvió en última instancia a favor del mantenimiento de los desequilibrios”.
De este modo, “la economía volvió, una y otra vez, a una senda de tasas de inflación crecientes hasta alcanzar niveles que provocaron la necesidad de intentar otra ronda de estabilización”.
Durante más de medio siglo, “los gobiernos recurrieron con frecuencia a emitir dinero o a probar otros medios más sofisticados de expandir la oferta monetaria para resolver los déficits fiscales, por ejemplo, facilidades de redescuento a los bancos privados que fomentaban la expansión artificial del crédito”.
“Todas estas políticas dieron lugar a altos niveles de inflación”, concluyeron los autores, en este trabajo académico tan elogiado por Milei.
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