La moneda es la unidad de valor que facilita los intercambios comerciales en los mercados. El descubrimiento de coordinación de las actividades individuales que va incorporando las necesidades y ofrecimientos de los miles de millones de participantes que utilizan el dinero.
El dólar de EEUU, la moneda más demandada, incluye a la mayoría de los 8.000 millones de humanos del planeta. La demanda de cada moneda condiciona el mercado del bien particular en esa referencia. El barril de petróleo, la tonelada de maíz, etc. se expresan masivamente en dólares.
Es importante resaltar que los mercados necesitan una sola moneda, y una unidad de cuenta que permita calcular la equivalencia entre los valores de cualquier mercancía. La expansión de las transacciones evidenció la necesidad de un sistema de valores monetarios, que permita hacer intercambios de valor comparable.
La evolución del trueque a un sistema monetario mundial ha sido un aprendizaje largo y complejo, abarcando decenas de miles de años, detallando la búsqueda constante de eficiencia, seguridad y confianza en las transacciones económicas. Desde intercambios directos hasta monedas digitales, cada etapa va mejorando la capacidad de las sociedades para comerciar, almacenar valor y el desarrollo económico.
Los mercados necesitan una sola moneda, y una unidad de cuenta que permita calcular la equivalencia entre los valores de cualquier mercancía
A la Argentina le perjudica tener dos unidades de cuenta: una, el peso, para el pago de impuestos y gastos corrientes y la otra, el dólar, para valorar bienes privados. La inestabilidad de este sistema bimonetario ha causado gigantescas variaciones patrimoniales, hasta el extremo de que cuando analistas prestigiosos pronuncian el fatídico vaticinio: el “dólar está atrasado respecto del peso”, la calamidad gatilla el desplome de la moneda nacional y de la demanda global de bienes y empleos.
El efecto de los saldos monetarios reales se viene sufriendo desde hace muchísimo tiempo. En esa convulsión, diferentes individuos no encuentran otra opción que recurrir a sus tenencias para sostener el nivel de sus gastos. El precio del dólar se aprecia relativamente y los activos en pesos se devalúan, buscando nuevos niveles. ¿Por qué tanta sensibilidad al dólar?
La garrafal distorsión de las instituciones es que el peso no es el patrón de medida de los argentinos. Se valúan patrimonios, activos principales, en dólares de EEUU. No obstante, las autoridades argentinas y organismos internacionales insisten en mantener la asombrosa dicotomía de esa organización; que la moneda de curso legal sea el peso, divorciada del dólar, la unidad de cuenta de los bienes privados.
En esta cuestión se había pronunciado David Hume: “la inestabilidad de la propiedad es impedimento mayor para la riqueza de la sociedad”. Postuló que no hay manera de que las propiedades tengan valores estables con unidades de cuenta fluctuantes, diferentes de la moneda legal. Peor aún, ciertas regulaciones nacionales imponen valores distintos a los dólares oficiales, dependiendo de los destinos.
Con este entramado, es imposible la libre flotación del dólar. En tanto persistan tales dicotomías monetarias hay que olvidarse de eliminar los cepos. No puede haber absoluta libertad cambiaria en tanto coexistan dos monedas, a menos que exista una cuenta puente que compense constantemente las brechas para equilibrar los ingresos. La Convertibilidad fue el procedimiento que unificó ambas monedas durante los 11 años que estuvo vigente.
No puede haber absoluta libertad cambiaria en tanto coexistan dos monedas, a menos que exista una cuenta puente que compense constantemente las brechas
La contradicción de una doble moneda inestable determinó la declinación argentina. En 1980, el PBI argentino equivalía al 2,97% del PBI de las 13 economías avanzadas mayores del mundo; y 44 años después, apenas alcanzaba a 1,18% del PBI.
Si la Argentina hubiera igualado el ritmo de crecimiento de esas naciones, su PBI hubiese sido 2,5 veces superior.
El análisis del Banco Mundial
Las conclusiones del informe “Un nuevo horizonte de crecimiento”, elaborado por un equipo técnico del Banco Mundial, establece tres premisas fundamentales para la Argentina:
- mejorar la política fiscal, reduciendo la prociclicidad del gasto público;
- profundizar la integración comercial, con mayor competitividad de las empresas locales; y
- cultivar el capital humano, ampliando los recursos destinados a educación y formación de trabajadores para competir en el segmento de la economía del conocimiento.
“La política fiscal y monetaria son las dos herramientas para estabilizar la macro y urge que la Argentina las recupere”, destaca el informe.
En las últimas siete décadas, nunca el país combinó al mismo tiempo política fiscal sostenible, tipo de cambio libre e inserción profunda al comercio internacional, la raíz profunda de ese fenómeno son la convivencia con dos monedas.
En las últimas siete décadas, nunca el país combinó al mismo tiempo política fiscal sostenible, tipo de cambio libre e inserción profunda al comercio internacional
“La mayoría de las naciones civilizadas son tan bárbaras en sus transacciones que casi todos los países independientes optan por afirmar su nacionalidad teniendo, para su inconveniencia y la de sus vecinos, una moneda propia”, sostenía John Stuart Mill.
La difusión del dólar, la moneda más utilizada en el mundo, y la convivencia en la Eurozona dan razón a Mill. Los 20 miembros del euro comparten la misma moneda y su cotización se negocia libremente sin limitaciones, cupos o restricciones normativas. El PBI por habitante de cada país del euro se ubica entre 20.000 y 128.000 euros.
Dolarizar ahora es posible y deseable
No es imprescindible contar con cantidades mayores de dólares para dolarizar. Las reservas brutas del BCRA, en torno de USD 27.000 millones, y una base monetaria de $20,6 billones bastarían para las necesidades del comercio y recomprar los pesos que requieran los actuales tenedores.
Y al eliminar el riesgo de la cotización pesos por dólar, cabe esperar un aumento de la base monetaria en dólares. En caso de una corrida extrema, que pudiera arriesgar la solvencia de las reservas brutas del BCRA, las autoridades podrían subir las tasas de interés o imponer mayores encajes bancarios.
Además, disfrutar de la moneda más demandada en el mundo como de libre circulación legal incrementaría las valoraciones de todas las transacciones e ingresos de los argentinos.
El autor es director de BG Consulting
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