Según un estudio científico sobre el estado de lechos marinos del mundo en los que se practica pesca con redes de arrastre, el Mar Argentino presenta buenas condiciones: más de la mitad del fondo de la plataforma marítima del país no presenta alteraciones y del resto sólo 5% exhibe bajos niveles de afectación, con valores de 0,8 en una escala en el que cero (0) significa una afectación máxima y uno (1) ausencia de alteraciones de su flora y fauna.
El estudio fue publicado por el Journal of Marine Sciences del International Council for the Exploration of the Seas (Revista de Ciencias Marinas del Consejo Internacional para la Exploración de los Mares), con sede en Copenague, Dinamarca. El autor principal es el científico Ray Hillborn y de su equipo, que se basó en papers especializados y datos e información de las autoridades de 24 regiones marinas relevadas, participaron dos científicos argentinos, Ricardo Amoroso y Ana Parma.
El estudio afirma que la gestión de los impactos del arrastre en el lecho marino implica dar tiempo al área donde se practican arrastres para su recuperación y encontró que 15 de las 24 regiones relevadas, la mayoría fuera de Europa, tenían puntajes superiores a 0,9; esto es, más del 90% de la superficie intacta de las huellas del arrastre.
La gestión de los impactos del arrastre en el lecho marino implica dar tiempo al área donde se practican arrastres para su recuperación
Como muestra el siguiente gráfico, las 8 regiones marinas más afectadas son europeas, comenzando por el Mar Adriático. En el extremo opuesto las aguas con mínima afectación, pese a que en ellas también se usa pesca de arrastre, son los mares en torno de Australia y el sur de Chile.
La pesca con redes de arrastre tuvo un salto después de la segunda guerra mundial; el uso del nylon (que durante la guerra se había utilizado, por caso, en la fabricación de paracaídas) permitió elaborar redes mucho más grandes que las que se podían hacer con fibras naturales y llegar al fondo marino. Actualmente explica 26% de los peces y mariscos capturados en estado silvestre en el mundo.
La proporción es mayor en el caso argentino, aunque la cuenta depende de cómo se considere la captura del langostino, principal especie en materia de exportaciones del sector pesquero nacional, cuyas ventas externas (colas y langostino entero) superaron por primera vez los USD 1.000 millones en 2016 y los USD 1.300 millones en 2018, pero en 2020 (por la pandemia) y nuevamente el año pasado (por la baja de los precios internacionales) cayó por debajo de los USD 1.000 millones. A nivel mundial, las principales especies capturadas con redes de arrastre son peces e invertebrados demersales (que viven cerca del fondo marino), como merluza, abadejo, lenguados, merluza negra, bacalao y algunas especies de mariscos.
La producción de alimentos explica un tercio de las emisiones de carbono del planeta, mayormente por la producción de alimentos terrestres
“El artículo demuestra que las poblaciones de estos peces en todo el mundo están aumentando y en promedio están por encima de los niveles objetivo”, observó sobre el paper la consultora ambiental Resilience. Básicamente, el estudio de Hillborn dice que la pesca de arrastre de fondo puede ser una forma de producción de alimentos de bajo impacto en lugares con una gestión efectiva, pero altamente destructiva en áreas con poca capacidad para la gestión ambiental, como muchas naciones en desarrollo.
Proteínas: marinas y terrestres
La producción de alimentos explica un tercio de las emisiones de carbono del planeta, mayormente por la producción de alimentos terrestres que implican cambio de uso del suelo. Al respecto, en un análisis sobre la publicación del Journal of Marine Sciences, Max Mossler, editor en jefe del sitio Sustainable Fisheries (Pesquerías Sustentables) de la Universidad de Washington, EEUU, plantea que la captura de peces y mariscos con redes de arrastre puede tener menor impacto ambiental que otras fuentes de proteína animal. Según Mossler, la pesca de arrastre es menos destructiva que la agricultura, pues cuando se despeja tierra para cultivos o ganado, más del 90% de la biota nativa es eliminada, mientras que la mayoría de los ecosistemas de lecho marino sujetos a arrastre conservan 90% de su estado previo. Prohibir el arrastre –argumenta– tendría un impacto neto negativo, al demandar alternativas más destructivas de producción de proteína terrestre.
En el caso de la pesca no hay cambio de uso del suelo ni especies generadoras de metano (sí lo son los rumiantes terrestres); su “huella de carbono” deriva mayormente del uso de combustible, que sí se relaciona con la pesca de arrastre, que es muy demandante de energía. El énfasis allí es usar motores diésel más eficientes y, eventualmente, embarcaciones a base de hidrógeno y eléctricas.
En cualquier caso, dice el estudio, la gestión efectiva del arrastre parte de asegurar que las “especies objetivo” no estén sobreexplotadas, no haya “exceso de esfuerzo pesquero”, se acote el descarte de especies no objetivo y se respeten las cuotas de captura permisible.
Gestión y sostenibilidad
El arrastre de fondo bien gestionado es sostenible, es la principal conclusión del estudio de Hillborn, que revisó docenas de artículos científicos. La respuesta no es prohibir el arraste, subraya, sino fortalecer la capacidad de gestión pesquera donde es deficiente. En cambio, sí reconoce que la pesca de arrastre de fondo puede tener un impacto severo en especies como corales y esponjas de aguas profundas, cuya recuperación demanda décadas o siglos, por lo que en áreas con esas especies el arrastre debería prohibirse.
Según la consultora Resilience, las pesqueras locales están sujetas a evaluación de poblaciones, monitoreo permanente y cuotas de captura y hay zonas de veda para proteger procesos reproductivos, áreas de cría y ecosistemas vulnerables. También hay reglas de “cambio de zona de pesca”: los buques deben cambiar de lugar si hay demasiada “captura incidental” o afectan hábitats sensibles.
Las pesqueras locales están sujetas a evaluación de poblaciones, monitoreo permanente y cuotas de captura y hay zonas de veda para proteger procesos reproductivos
“La aplicación en el Mar Argentino de un sistema de Cuotas Individuales Transferibles de Captura para merluza y otras especies ha contribuido mucho en ese sentido. Pero aún resta aplicar dicho sistema en otras pesquerías importantes, como la de langostino o calamar”, explicó Otto Axel Wohler, cofundador de Resilience, a Infobae. Lo más importante del estudio del Journal of Marine Sciences es que es parte de un proyecto global sobre la “huella ecológica” de la pesca de arrastre y demuestra que la misma “es un arte de pesca sostenible, dependiendo del contexto y respetando frecuencia, áreas y regulaciones, como sucede en el Mar Argentino”, dijo Wohler. Según el consultor, la conclusión es importante “teniendo en cuenta los embates de grupos que cuestionan la práctica con afirmaciones amarillistas y sin base científica”. En el Mar Argentino, resumió, “la pesca en general se mantiene en volúmenes razonables, pero hace ruido la parte económica”.
El Mar no tiene alambrado
Sin embargo, el cuidado de la “Zona Económica Exclusiva”, hasta 200 millas de la Costa, no va más allá de ese límite difícil de fiscalizar y en torno del cual pescan sin control centenares de barcos extranjeros, mayormente chinos, que llegan cada año hacia fines de la primavera y pescan hasta mediados del año siguiente. Después de asolar las aguas frente a Ecuador, Perú y Chile pasan del Pacífico al Atlántico por el estrecho de Magallanes y hacen lo mismo en las narices (y a veces adentro) del “Mar Argentino”.
“El mar no tiene alambrado”, resumió la cuestión Antonio Solimeno, de la firma Luis Solimeno, una de las más tradicionales del sector, que este viernes, en el muelle del Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (Inidep) en el puerto de Mar del Plata, presentó dos nuevos buques: el Luigi (por su padre, que llegó a la Argentina en 1935), ya listo para pescar, y el “Anita” (por su madre, que llegó en 1937), que, ya bautizado, será terminado en los próximos meses por el astillero SPI, con el que Solimeno decidió a fin de 2018 encarar la construcción de las dos nuevas embarcaciones para reemplazar a los buques Polarberg II y Ur Ertza.
“Tenemos un congelador que estamos aggiornando a nuevo, queda solamente el motor, cambiamos todo. Tenemos experiencia en reparación. Podía encargar esto afuera, pero ¿qué garantías podemos dar y cómo hago para pagar? Por eso optamos por construir acá. Elegimos la propulsión, los guinches y le dimos el trabajo a SPI. Nadie se había animado a hacer esto: son los dos barcos de pesca más grandes construidos en la Argentina en los últimos 60 años Visitamos muchas ferias y sabemos qué comprar: reductor más línea de eje con hélice y todo y le marcamos los 12 guinches al astillero. El barco (por el Luigi) es multipropósito: marisco, merluza, calamar y especies pelágicas. Es todo de última generación: ecosondas, censores de red, guinches automáticos”, explicó Solimeno en diálogo telefónico.
“Tony”, como lo llaman en el sector, contó a Infobae que estuvo en el muelle en 900 arribos de buques de su empresa, que tiene doce. “Los que hicimos con SPI, dijo “no tiene nada que envidiarle a los barcos que llegan de España; los argentinos somos capaces. Tengo 76 años y sigo haciendo proyectos. Vi nacer la industria de la conserva de Mar del Plata en los 50 y 60, y en los 70 la del fileteado de merluza; mire si vi pasar pescado por mis ojos”.
El caladero está bien. La Argentina tiene 120.000 km2 vedados, frente a Chubut y un pedacito de Río Negro. Hay lugares de veda hasta 150 kilómetros de la costa. Es un vergel (Solimeno)
La flota de Solimeno incluye 4 buques “tangoneros”, un tercio de su flota, para captura de langostino, y 850 empleados, entre personal de pesca y en plantas de tierra. “El caladero está bien. La Argentina tiene 120.000 km2 vedados, frente a Chubut y un pedacito de Río Negro. Hay lugares de veda hasta 150 kilómetros de la costa. Es un vergel, controlado por la Secretaría de Pesca, Prefectura y la Armada. Y todos los bancos tenemos GPS y AIS (sistema de identificación automática de cada buque) siempre prendido. Cada tanto se tendrían que abrir algunas áreas, pero mientras se trabaja hay que verlas como una reserva”, dijo el empresario a Infobae.
Adentro y afuera
¿Cuáles son los principales problemas del sector?, le preguntó este medio. “Una cosa es la pesca en la Milla 201 y otra los problemas internos: atraso cambiario, inflación, costo de mano de obra, bajos precios internacionales, en especial del langostino en el último año, y retenciones del 6% sobre el Valor Agregado: tripulación, material de embalaje, de fábrica, etc. Y no poder importar insumos”, listó Solimeno, que además debe tratar con 7 sindicatos para personal embarcado y otros 6 para personal y operaciones en tierra.
“En cada uno de los últimos 20 años aumentó la flota extranjera, con muchos buques chinos” (Antonio Solimeno)
La pesca en la Milla 201 “claro que afecta, porque las especies son migratorias”, explicó Solimeno. “En cada uno de los últimos 20 años aumentó la flota extranjera, con muchos buques chinos. Y no se trata solo de los que pescan en la Milla 201, también están los 70 permisos que Malvinas otorgó a buques de Taiwán y Corea”. El de los buques extranjeros, subrayó. “Es un tema complejo, tiene que haber una política exterior de los países ribereños, el Mar no tiene alambrado”.
De hecho, un reciente estudio del “Círculo de Políticas Ambientales” en base a datos satelitales de la Plataforma Global Fishing Watch calculó que entre 2013 y 2022 el “esfuerzo pesquero aparente” de buques extranjeros (mayormente chinos) frente a las costas sudamericanas se multiplicó por ocho y el número de embarcaciones se quintuplicó.
El problema no es nuevo. En 2012, un estudio del Banco Mundial, con el sugestivo título Sunken billions (referencia a miles de millones hundidos o perdidos) había estimado la pérdida para los países costeros en desarrollo en USD 83.000 millones. Se trata de verdaderas “ciudades en el mar”. Juan Redini, presidente de la Cámara de Armadores Poteros Argentinos (CAPA), dedicados a la pesca del calamar, denunció varias veces la “competencia desleal” de la flota china, que goza de combustible subsidiado por el Estado, paga salarios bajísimos y con la cual -dijo- “no se puede competir”. Eduardo Pucci, director de la Organización para la Protección de los Recursos del Atlántico Sur (Opras) estimó en su momento la pérdida de exportaciones pesqueras argentinas entre USD 2.000 y 3.000 millones anuales.
Historia de nunca acabar
En diciembre de 2022 la Cámara de Armadores de Pesqueros y Congeladores de la Argentina (Capeca) rechazó enfáticamente la construcción de un puerto multipropósito en Río Grande (Tierra del Fuego) para prestar apoyo logístico a la flota china, proyecto alentado por el gobierno fueguino.
“Desde Capeca se quiere dejar en claro que la presencia en aguas adyacentes a la Zona Económica Exclusiva nacional de una flota de más de 500 buques extranjeros resulta fuertemente negativa para la conservación de las especies transzonales, tanto para el calamar, como para otras especies que tienen el hábitat en el área y migran entre las aguas bajo jurisdicción nacional y las aguas de alta mar. Esta flota, principalmente integrada por buques de bandera china, opera sin ningún tipo de regulación ni consideración a elementales normas de conservación, demostrando un desprecio por los intereses y derechos pesqueros argentinos, así como por los principios de pesca responsable y sustentable”, dijo entonces la Cámara.
Esta flota, principalmente integrada por buques de bandera china, opera sin ningún tipo de regulación ni consideración a elementales normas de conservación, demostrando un desprecio por los intereses y derechos pesqueros argentinos, así como por los principios de pesca responsable y sustentable” (Capeca, diciembre 2022)
“Los buques con banderas de terceros países operan en forma indiscriminada desde el mes de noviembre de cada año, hasta que ya no quedan recursos en la zona. No respetan las fechas de apertura y cierre de la temporada de captura ni épocas de veda de calamar establecidas por la autoridad pesquera en base a la información científica suministrada por el Inidep. Esta situación implica indefectiblemente, la afectación biológica de las especies de interés comercial, con la consiguiente generación de problemas sociales y económicos en nuestro país”, enfatizó la Cámara de Pesqueros y Congeladores.
Y resaltó que además de operar de forma ilegal, los buques chinos lo hacen “en muchos casos, de manera subsidiada” y sus productos “compiten con los nuestros en los mercados internacionales, a los cuales entran sin el arancel que se aplica a nuestros productos o a precios de dumping, desplazando las exportaciones argentinas”.
Desde fines de la próxima primavera, esa historia parece condenada a repetirse.
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