La lucha por lograr que el mundo contamine menos a través de los gases de escape de los automóviles toma formas tan distintas como imaginables puede haber. Con la mira puesta siempre en llegar a 2050 y que la temperatura del planeta no suba 1,5°C por sobre los valores de la era preindustrial (1850), es un objetivo que los países más desarrollados se han planteado conjuntamente en la COP26 de Glasgow en 2021, para lo cual el compromiso es reducir casi la mitad de las emisiones anuales de gases de efecto invernadero (GEI) en los siguientes 8 años.
Parece poco que tan sólo se busque evitar un calentamiento mayor a 1,5°C en 200 años, y se percibe como menos aun considerando las temperaturas extremas que se han registrado en los últimos años, tanto en verano como en su opuesto, el invierno. Pero el problema es que ese valor es un promedio en todo el planeta, para el cual se contemplan las mayores extensiones del mundo que no están pobladas, como los mares y los desiertos o los polos. En efecto, el gran problema del calentamiento global está en las grandes concentraciones urbanas del mundo, que es donde se genera la gran emisión de GEI, es decir las grandes ciudades del mundo.
París ha tomado una vez más la iniciativa para intentar acercarse a esos objetivos. No es la primera ciudad europea donde se intenta limitar la cantidad de automóviles o se prioriza que las personas se trasladen en medios de transporte alternativo como las bicicletas, las motos eléctricas o los medios de transporte público, pero sí será una ciudad donde la lucha se plantee desde otro punto.
La idea comenzó a tomar forma hace más de un año y fue polémica desde el primer minuto, porque el proyecto de ley proponía cobrar una alta tasa de estacionamiento para los vehículos más voluminosos, con una tarifa mayor para el centro de París y una algo menor para el resto de la ciudad.
Finalmente, y ante la fuerte resistencia que encontraba la idea, se decidió plantearla en un referéndum público que se realizó el pasado domingo 4 de febrero, en el cual, a pesar de un resultado muy ajustado, prevaleció el apoyo a la idea, por lo que ahora solo se trata de reglamentar, sancionar y aplicar, cosa que podría ocurrir para el próximo mes de septiembre.
Los resultados fueron muy parejos, ya que un 54,5% de las personas dieron el voto afirmativo contra el 45,5% en contra, aunque lo más importante es que el referéndum no refleja la voluntad de todos los parisinos al respecto, sino de tan solo el 5,7% de los votantes habilitados para emitir su opinión. Visto de otro modo, el 94,3% de la ciudad no mostró interés en el tema.
Aun así, el gobierno de la ciudad pondrá un precio de 18 euros la hora de estacionamiento en el centro y 12 euros en el resto de la ciudad para los vehículos que superen los 1.600 kilos y estén propulsados por motores térmicos o híbridos, mientras que los híbridos enchufables (PHEV) y los 100% eléctricos (BEV), pagarán esa tarifa a partir de los 2.000 kilogramos de peso. Esta distinción está dada por el sobrepeso natural que tienen los autos con grandes baterías de litio, que pueden variar desde los 300 hasta los 600 kilogramos entre los PHEV y los BEV.
Lo que no se termina de comprender es la penalización para los autos eléctricos, porque salvo los pequeños urbanos, la mayoría de los medianos como un Tesla Model Y o un VW ID.4, por citar a los dos más vendidos del segmento, superan los 2.000 kilos, e incluso el popular MG4 está en 1.960 kg, con lo que ni siquiera la medida parece una barrera para autos extranjeros como este último que procede de China.
“Estamos orgullosos de haber planteado una cuestión eminentemente medioambiental en un momento en el que el medio ambiente se presenta como la fuente de todos los males. Es una forma de resistencia aquí en París a este movimiento tan preocupante”, dijo Anne Hidalgo, alcaldesa de París luego de conocerse los resultados del referéndum.
“Debemos oponernos firmemente a estos ataques a la libertad perseguidos con falsos pretextos verdes. Si no la detenemos ahora, esta rebelión injustificada liderada por una minoría ultraurbana y antiautomóvil se extenderá como gangrena a otras ciudades”, dijeron desde ‘40 millones de automovilistas’, una agrupación que defiende la utilización del automóvil por considerarla una fuerte creadora de empleo directo e indirecto en todo el mundo.
Si bien falta todavía conocerse la reglamentación detallada, se cree que los residentes en París no pagará estos valores si sus vehículos permanecen estacionados en las cercanías de sus domicilios, porque la medida está dirigida a desalentar su uso dentro de la ciudad y no a desalentar la propiedad de un automóvil de este tamaño.
Claramente, la legislación promueve combatir los autos muy voluminosos como los cada día más populares SUV o las berlinas de gran porte, que en el caso de la propulsión eléctrica tienen más justificación por el mencionado tamaño de sus baterías, lo que aumenta su peso y requiere de una carrocería de mayor volumen también.
Bajo el gobierno socialista de Hidalgo, París ha creado una red de 84 kilómetros de carriles para bicicletas desde el año 2020, consiguiendo que aumente en un 71% el uso de bicicletas hasta 2023. “Para qué quieres un enorme SUV en pleno centro de París”, ha sido uno de los slogans que el gobierno de la ciudad ha levantado como bandera para conseguir que “la ciudad luz”, se convierta en un faro de la lucha contra el calentamiento global.
Noruega, el país con la mayor tasa de autos eléctricos por habitante, y donde el 98% de las ventas de vehículos nuevos son de esta tecnología, impuso un impuesto al peso el año pasado, por el cual todos los vehículos de más de 500 kilogramos pagan 12,5 coronas noruegas por kilogramo excedente, alrededor de 1,19 euros/kg. Esta medida terminó penalizando más a los eléctricos, que tienen de entre 300 y 400 kilos adicionales respecto a autos similares con motores de combustión interna.
En Londres, donde ya existe un impuesto a los autos que no sean Norma Euro 6 o 6d (Diesel) si quieren circular por el área conocida como ULEZ (zona de ultra bajas emisiones), ahora se está planteando hacer algo similar, aunque por otras razones, ya que se ha detectado que a medida que aumenta el peso promedio de los autos, el deterioro de las calles y rutas es significativamente más alto. En Estados Unidos, en tanto, la NHTSA (Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en rutas y autopistas) se ha expresado “muy preocupada por el grado en que los vehículos más pesados contribuyen a mayores tasas de mortalidad”.
Estos países se enfrentan actualmente a una merma en la venta de autos eléctricos, no una retracción sino un crecimiento menor, debido a la progresiva quita de los beneficios impositivos para los autos electrificados que comenzó con los híbridos e híbridos enchufables pero que en países como Alemania ya alcanzó también a los 100% eléctricos. Esta reducción de las ayudas del estado se debe a la necesidad de recuperar buena parte de la recaudación que se vio seriamente afectada por el crecimiento del parque de autos eléctricos, en paralelo con una demanda de infraestructura de carga pública para este tipo de vehículos, sin la cual el sistema colapsaría en pocos años.
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