En Argentina los gobiernos en vez de procurar el equilibrio en las cuentas públicas para evitar el uso de la “maquinita” de la emisión, usualmente sólo atacan la consecuencia inflacionaria de la monetización del déficit fiscal, imponiendo controles de precios, cambiarios y al comercio exterior.
Pero los controles no son gratuitos. No sólo son una garantía al estancamiento económico, también se comen todas las reservas del BCRA a velocidad sónica, estableciendo un límite a la estrategia cortoplacista. Es decir, pisar todos los precios de la economía y aguantar hasta que explote, sólo es posible mientras existan reservas para estirar la mecha.
Cuando las reservas se agotan y ya no hay manera de financiar la distancia entre los precios políticos y los precios de mercado, el nivel de actividad frena en seco
Cuando las reservas se agotan y ya no hay manera de financiar la distancia entre los precios políticos y los precios de mercado, el nivel de actividad frena en seco, aparece el desabastecimiento y se dispara la brecha cambiaria.
Es ahí cuando los Gobiernos procurando no perder más reservas y asustados por el freno en el nivel de actividad, se ven forzados a sincerar parte de los precios pisados con un consecuente fogonazo inflacionario.
Tras reducir la brecha entre los precios políticos y los precios de mercado cae la demanda interna, frena la pérdida de reservas y el ciclo vuelve inmediatamente a empezar, aumentando el gasto público y anunciando nuevos controles de precios.
Esta dinámica, que siempre culmina en una explosión inflacionaria, sucedió mil veces en la historia argentina con gobiernos de todos los colores, pero una en particular quedó en la memoria de todos los argentinos. Una llamarada inflacionaria que popularmente se llamó “Rodrigazo”.
Argentina convivió con dos dígitos de inflación desde la nacionalización del BCRA en 1945
No es para menos. Si bien Argentina convivió con dos dígitos de inflación desde la nacionalización del BCRA en 1945, fue recién 30 años más tarde con la estampida inflacionaria de 1975 que Argentina cruzó por primera vez la barrera de los tres dígitos de inflación interanual.
Del Plan cero de Gelbard al salto de los precios
Durante 1973/74 Argentina nuevamente volvió a pisar todos los precios de la economía, en el marco del plan “inflación cero” del por entonces ministro de economía José Ber Gelbard, durante el tercer gobierno de Juan Domingo Perón.
Al destruir todo el sistema de precios la economía rápidamente dejó de crecer, pero el gobierno apeló al placebo del gasto público financiado con maquinita para intentar reanimar la actividad económica. Es decir, en simultáneo se aumentaba la cantidad de pesos en la economía mientras se evaporaban las reservas del Banco Central. El final era cantado, una vez más.
El gobierno apeló al placebo del gasto público financiado con maquinita para intentar reanimar la actividad económica
Para 1975 ya no había un dólar en el BCRA y la economía entraba rápidamente en recesión. En plena presidencia de María Estela (Isabel) Martínez de Perón y con el ministro de Economía, Celestino Rodrigo, el gobierno se vio forzado a desarmar el soviético control de precios que gestó durante los dos años previos.
En junio de 1975 se anunció un aumento de las tarifas de los servicios públicos, un incremento del precio de las naftas y una devaluación del peso, todo en simultáneo. La disparada inflacionaria se devoró el nulo poder político del gobierno y Argentina llegaba por primera vez a los tres dígitos de inflación: saltó de 40% en 1974 a 335% el año siguiente.
Nuevo milenio, viejo modelo
El ciclo kirchnerista es un salto al pasado en política económica. Dos décadas para borrar todas las reformas promercado de los años noventa, para volver a una economía color sepia del siglo pasado.
Néstor Kirchner inicia la destrucción del sistema de precios pisando el dólar y las tarifas, política que continuó Cristina Fernández de Kirchner que le sumó controles de precios, cambiarios y de capitales, además de varias expropiaciones.
Néstor Kirchner inicia la destrucción del sistema de precios pisando el dólar y las tarifas
El estancamiento económico llegó en 2011, pero se lo tapaba aumentando el gasto público financiado con maquinita y evaporando todas las reservas del BCRA.
Para 2015 la economía acumulaba 4 años sin crecimiento, se había duplicado el tamaño del Estado y ya no quedaba un dólar en el BCRA. Pero CFK entregaba el gobierno evitando la explosión de precios que gestó el primer ciclo kirchnerista. Dejaba de herencia un Rodrigazo.
Fue el gobierno de Cambiemos quién pagó el costo político de devaluar y subir las tarifas, pero las distorsiones eran de tal magnitud que nunca supo o pudo salir del atraso cambiario, ni logro equilibrar las cuentas públicas. Sólo se limitó a financiar los desequilibrios heredados con deuda externa, hasta que se agotó el crédito y le llegó el Rodrigazo que sólo había postergado e inflado.
Con la presidencia de Alberto Fernández se vuelve a repetir el ciclo en forma acelerada. Desde el primer día de gestión se destruye todo el sistema de precios de la economía y se eleva el gasto público, pero ya sin reservas ni crédito externo para financiar las distorsiones ni al Estado.
CFK colocaba deuda en dólares al BCRA para sacarle las reservas, y AF le coloca deuda en pesos al BCRA para que emita y financie al gasto público.
Desde el 2001 el Peronismo colocó USD 100.000 millones de deuda para expropiar los activos del BCRA.
Al igual que en 1975, cuando el gobierno se quedó sin reservas en el BCRA para financiar las distorsiones, en un remake del Rodrigazo, terminó elevando las tarifas de los servicios públicos, aumentando el precio de la nafta y devaluando el tipo de cambio, todo en simultáneo tras las PASO del 2023.
La estrategia era la misma que en 2015, entregar el gobierno en diciembre sin devaluar ni subir tarifas. Dejar nuevamente como regalo un Rodrigazo al próximo gobierno, pero se quedó sin reservas para estirar la mecha. El “plan llegar”, no llegó.
El retorno a los dos dígitos de inflación mensual
En 2023 Argentina no sólo retornó a los tres dígitos de inflación interanual, sino que ahora también retornará a los dos dígitos de inflación mensual. Para agosto cabe esperar una inflación cercana al 11% mensual, que en Econométrica estimamos se elevará al 14% para septiembre.
El Gobierno anunció que dejará el tipo de cambio estable en $350 hasta fin de octubre (hasta las elecciones), por lo que la inflación esperada para el periodo se comerá con creces toda la devaluación real dispuesta pos PASO (del 18%, salto cambiario 21,6 por ciento).
Para agosto cabe esperar una inflación cercana al 11% mensual, que en Econométrica estimamos se elevará al 14% para septiembre
Para contener el dólar libre, el Gobierno incrementa el retorno del “carry trade” elevando las tasas de interés a 118% anual nominal a 30 días, equivalente a 10% mensual y poco más de 209% efectiva anual, capitalización mediante.
El déficit fiscal y el nuevo nivel de tasas de interés hacen crecer los agregados monetarios a un ritmo del 10% mensual ($2 billones mensuales).
El incremento de la oferta monetaria pavimenta un nuevo piso inflacionario mensual hasta fin de año, que nos lleva a elevar la inflación de este año a 170% al momento de la entrega de mandato.
Consideraciones finales
La destrucción del sistema de precios que deja el Gobierno es monumental: 100% de brecha cambiaria a semanas que culmine la presidencia de Alberto Fernández lo dice todo. Sin precios no hay mercados, sin mercados no hay inversión, y sin inversión no hay crecimiento. Argentina volverá a crecer sólo cuando los precios sean libres. Condición necesaria, pero no suficiente.
Tanto Cambiemos como La Libertad Avanza procurarán una rápida unificación cambiaria, sea por convicción o porque no hay un dólar en el BCRA para financiar la brecha.
La unificación cambiaria (o drástica reducción de la brecha), elevará la inflación por arriba del 200% interanual en el arranque del próximo gobierno. Algo obvio si el actual Gobierno culmina con una inflación de 170% y una brecha cambiaria de tres dígitos porcentuales.
Sin precios no hay mercados, sin mercados no hay inversión, y sin inversión no hay crecimiento
Argentina abandonó las ideas de la libertad entre 1930/40. Luego abrazó el actual modelo de economía cerrada, mucho gasto público, maquinita, deuda e inflación. Política económica que sólo elevó la pobreza, cuando en el mundo sólo bajó.
Pisar precios, cerrar la economía y comerse todo el ahorro privado sólo gesta Rodrigazos cada vez más fuertes, hasta culminar en una hiperinflación.
Falta mucho hasta diciembre. Todavía no queda claro si el Gobierno tendrá la suerte de Cristina Fernández de Kirchner y dejar de regalo un Rodrigazo al próximo gobierno, o tendrá la suerte de Isabelita y tendrá que tomar mucho más de su propia medicina.
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