¿Puede haber algún punto de coincidencia entre Néstor Kirchner y Javier Milei? Aunque parezca curioso, lo hay. Cuando el santacruceño comenzaba a forjar su candidatura presidencial en 2003 y era consultado acerca de quién iba a manejar la economía, siempre contestaba lo mismo: “Mi ministro de Economía voy a ser yo”. Esa misma respuesta es la que escuchan quienes frecuentan al candidato libertario, enfocado en los últimos días en prepararse para el debate con Sergio Massa.
La construcción de su plan económico avanza por distintas vías, con equipos técnicos que abordan diferentes temas. Pero en ninguno de esos ámbitos aparecen candidatos a sentarse en la silla eléctrica del quinto piso del Palacio de Hacienda. Milei manejará la economía con sus propias manos y la designación de su ministro es una cuestión que conversa con poquísima gente, según afirman distintas fuentes con llegada al candidato libertario.
El nombre que más suena en ese mar de conjeturas es el de Federico Sturzenegger, con quien Milei siempre tuvo un buen vínculo. El ex presidente del BCRA siempre le reconoce su apoyo cuando ocupaba ese cargo y solía recibir al libertario para intercambiar ideas. Pero esa relación no confirma aún que el candidata haya tomado una decisión. El acuerdo electoral con el PRO, se indica cerca de Milei, hizo que Mauricio Macri y Patricia Bullrich acercaran “sin exigencias” una lista de nombres, en su mayoría ex funcionarios del gobierno de Cambiemos. El libertario no guarda una buena opinión de la mayoría de ellos. Con Sturzenegger, en cambio, tiene un relación forjada con anterioridad.
El enfoque para el ministerio es el opuesto al que utilizó Macri, que atomizó la gestión económica en 7 u 8 carteras. Milei quiere un ministerio fuerte que concentre todas las áreas, no solo Finanzas y Hacienda sino también Agricultura, Industria, Transporte y otras. La única excepción es la infraestructura, ya que prevé que las obras públicas las maneje un ministerio específico basado en proyectos público-privados. Hoy, en La Libertad Avanza aseguran que hay un equipo técnico para cada una de esas áreas, incluyendo un equipo encabezado por el economista Héctor Rubini y otros economistas del CEMA que abordan temas fiscales. Pero no se conoce que nadie esté preparando la coordinación de un plan. Salvo el propio Milei, claro.
“Para Javier, la dolarización es el instrumento que le va a permitir construir su poder, por eso necesita que funcione rápido. Los famosos 100 días hay que tomarlos de forma literal. Quiere que la dolarización sea para su presidencia lo que la convertibilidad fue para la de Carlos Menem”, explican en La Libertad Avanza
Así como hay incertidumbre sobre quién será el ministro de Economía de un eventual gobierno de Milei, para ocupar el Banco Central ya designó a Emilio Ocampo, quien trabaja con un grupo de 20 técnicos en la implementación de la dolarización. Además de afinar ese plan, ese equipo está peinando cada una de las áreas del Banco Central para redefinirlas en el nuevo esquema. Un integrante de ese equipo es Mariano Flores Vidal, ex gerente general del BCRA en la etapa de Sturzenegger, quien conoce en detalle el funcionamiento de la entidad y a quien Ocampo considera su mano derecha.
Construir poder
La preocupación central del candidato, antes que decidir el apellido para ocupar el ministerio que hoy es casi un misterio, pasa por fortalecer el plan de dolarización. Es en ese punto donde Milei se juega todo y no se puede fallar. Por eso, a la hora de buscar votos hasta pensó en la izquierda para su ministerio de Capital Humano, pero advirtió: “La dolarización ni el cierre del Banco Central se negocian”. En los primeros 100 días de luna de miel que tienen todos los gobiernos, el plan tiene que ponerse en marcha y mostrar una baja de la inflación con rapidez, estiman en LLA.
“Para Javier, la dolarización es el instrumento que le va a permitir construir su poder, por eso necesita que funcione rápido. Los famosos 100 días hay que tomarlos de forma literal. Quiere que la dolarización sea para su presidencia lo que la convertibilidad fue para la de Carlos Menem. Si la dolarización funciona, Milei reelige”, explica ante Infobae alguien de trato frecuente con el candidato.
De esa forma, dolarizar no es una medida de gobierno para Milei sino que es la vía sobre la que piensa asentar su gobierno, ya que solo cuenta con una endeble posición en el Congreso y una alianza incierta con un sector de Juntos por el Cambio.
Milei ya avisó que en caso de ganar llamará a sesiones extraordinarias y entre sus primeras medidas estará la reforma del Banco Central, para establecer lo que llama la “libertad monetaria”. Entiende que no se puede dolarizar pero sí hacer una reforma monetaria que permita utilizar al dólar o cualquier otra moneda de la misma forma en que se usa el peso. Eso puede regir desde el comienzo de su gobierno. El contrapeso de esa reforma es lograr el equilibrio fiscal, algo que llevará más tiempo porque requiere de apoyos parlamentarios que LLA no tiene.
El plan de dolarización
La naturaleza particular de LLA hace que existan distintas versiones del proyecto de dolarización según el interlocutor de turno. Pero en base a distintas fuentes consultadas por este medio se pueden establecer algunas aproximaciones a un proyecto que, pese a las urgencias, aún no parece cerrado:
– El eje es la libertad monetaria, con una reforma monetaria desde el día 1 y el comienzo de un ajuste fiscal que, se sabe, llevará más tiempo.
– Los cambios en el BCRA son profundos. No alcanza con derogar el artículo 20 de su Carta Orgánica, una norma clave que regula los Adelantos Transitorios (el nudo de la maquinita de emitir) y que el kirchnerismo reformó en 2012 para poder imprimir más dinero. Tampoco con limitar o prohibir la transferencia de utilidades al gobierno. Incluso se piensa en abandonar la norma post-2001 que evita el descalce de monedas, es decir, que prohíbe que los bancos le presten dólares a quienes no generan dólares, tal como ocurría en los ‘90. En la “libertad monetaria”, los bancos prestarán en la moneda que quieran.
– No se piensa en rescatar todos los pesos sino en que el peso vaya perdiendo espacio porque los argentinos eligen utilizar el dólar. Por eso, en LLA no prevén un rescate inmediato y total de activos y pasivos. Los contratos y las obligaciones se irán transformando paulatinamente en base al nuevo esquema. Por ello, no hay un proceso de salir a dolarizar depósitos y préstamos en marcha en pesos.
– ¿Por qué no ven riesgos de una corrida? El argumento que esgrimen los libertarios es que no hay lógica para que ello ocurra porque la economía comenzará a generar liquidez en dólares. El dinero transaccional, el flujo de pesos que necesita en circulación la economía, seguirá funcionando en moneda local durante un determinado lapso de tiempo cuya duración nadie define.
– La pregunta del millón, de dónde saldrán los dólares para dolarizar, fue respondida por Victoria Villarruel en el debate entre candidatos a vice: esperan que ingresen al sistema los más de USD 200.000 millones que se estima que los argentinos tienen en el colchón. ¿Por qué alguien depositará en el banco aquellos dólares que puso en la caja de seguridad justamente por miedo a un corralito o una crisis financiera? Porque como dice el viejo adagio, la codicia vence al miedo. En LLA explican que los bancos comenzarán a pagar tasas del 6% o 7% y no los intereses ínfimos que ofrecen hoy, ya que no quieren recibir dólares que no tienen a quién prestar. Aprovechar esas tasas eliminará los temores y los bancos tendrán interés en captar depósitos.
– Otro riesgo que descartan quienes frecuentan a Milei es el de un default. “Si el plan de dolarización entra en marcha de la forma en que pensamos, no solo no hará falta reestructurar la deuda con privados sino que podremos volver a los mercados internacionales a una tasa razonable en 18 meses”, asegura un técnico involucrado en el plan. Cabe recordar que, más allá de la deuda con el FMI y el Club de París, la Argentina tiene vencimientos de deuda con privados de USD 4.000 millones en 2024; de ellos, habrá que cancelar USD 1.500 millones en enero.
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