María Muñoz Rivera
Madrid, 11 may. Michael J. Fox se convirtió en una gran estrella gracias a la serie "Family Ties" y a la saga cinematográfica "Back to the Future", pero con tan solo 29 años le diagnosticaron parkinson. Todo eso lo cuenta en un documental que se estrena este viernes y que "es, sobre todo, divertido", asegura el actor.
El diagnóstico le hizo entrar en una espiral de consumo de pastillas y alcohol del que logró salir con el apoyo de su mujer, Tracy Pollan, que interpretaba a su novia en la serie y con la que este verano cumplirá 35 años de matrimonio.
Desde aquel 1991 en el que supo que tenía parkinson, el actor siguió trabajando -memorable es su personaje del abogado Louis Canning en "The Good Fight"- y ha usado el humor para enfrentarse a todo porque considera que "la risa es la mayor herramienta".
"Claro que en la vida todo tiene su parte de estrés, de venirte abajo o de tristeza, pero me interesa buscar la parte divertida de las cosas, el humor es lo universalmente humano, y eso es muy poderoso", explica el actor en una conferencia virtual sobre su documental, que llega este viernes a la plataforma Apple TV.
Icono para los espectadores de los años 80 y 90, el actor de 61 años asegura que todo lo que ha vivido, incluida la enfermedad que padece desde los 29 años, ha "fomentado sus sentimientos y la creatividad necesaria para contar historias", aunque sean sobre él mismo.
La cinta, presentada en el festival de cine y música South by Southwest en Austin (Texas), aborda más de cuatro décadas, desde que aterrizara con dieciocho años recién cumplidos en Los Ángeles para buscarse la vida como actor sin apenas dinero y formación.
El actor ha tenido "mucho tiempo para reflexionar sobre historias vividas y pensar en cómo contarlas". En la cinta, Fox, que fue diagnosticado a comienzos de los noventa mientras rodaba la tercera parte de la trilogía "Back to the Future" y con un perfil mediático en pleno apogeo, huye del victimismo a la hora de abordar una enfermedad con la que convive desde hace 35 años.
UNA PELÍCULA DE LOS 80
"Estaba tremendamente emocionado con la idea de hacer un documental que fuera como una película de los 80; divertido, con gran música y estética marcada, algo diferente a lo que suele verse ahora en pantalla", afirma por su parte David Guggenheim, que dirige la cinta y considera a Fox "un auténtico genio".
Para el director, Fox es una persona de naturaleza divertida, y también alguien con quien el espectador puede empatizar de forma fácil, como ha mostrado ya en libros como "Un hombre afortunado" o "No hay mejor momento que el futuro". "Antes de leerle, me sentía apático, hasta que encontré su historia; está lleno de optimismo, y claro que en su historia hay dolor, pero su actitud es la de buscar las partes brillantes de la vida".
Guggenheim evita encasillar la película en un único mensaje, para dejarla a la interpretación de los espectadores, aunque sí resalta el tono optimista. "La primera conversación que tuve con Michael me marcó, porque dejaba clara una cosa, y es que huye de la violencia; hay problemas, pero nunca hay violencia en sus historias".
Pese a haberse convertido en un icono por sus interpretaciones y aunque tiene claro que "evidentemente 'Back to the Future' fue un punto esencial" en su vida, es otro aspecto el que ha marcado a Fox en su trayectoria. "Me ha marcado más toda la gente con la que he trabajado, al final yo solo hago películas, no podría decir otra cosa". EFE
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