El presidente Javier Milei afirmó antes de su regreso a la Argentina que, dado el sobrecumplimiento de las metas de acumulación de reservas durante los primeros cinco meses del año, el Banco Central tiene espacio para perder durante el trimestre que se inicia la próxima semana unos USD 3.000 millones, es decir, unos USD 1.000 millones más que lo previsto en el acuerdo con el Fondo Monetario. No hay mucho misterio en esa cuestión: el tercer trimestre, ya sin el ingreso de los dólares de la cosecha, suele ser el más complejo en materia cambiaria. Este año, ese efecto se potencia porque al mismo tiempo que mermará el ingreso de divisas -que ya en junio se demostró insuficiente para que el BCRA siguiera acumulando reservas a buen ritmo, aunque más por un aumento de la demanda que por falta de oferta-, recrudecerá la necesidad de divisas del sistema.
Por un lado, las bajas temperaturas que se prevén para los próximos días pueden implicar una mayor concentración de los pagos de importación de energía pero, sobre todo, a partir de la semana que viene el calendario marca fuertes vencimientos de deuda en moneda dura.
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La cifra roza los USD 4.000 millones. Entre pagos al propio FMI, a otros organismos multilaterales, el primer pago de los bonos a los importadores (BOPREAL) y, esencialmente, el vencimiento que opera el 9 de julio de los títulos reestructurados por el ex ministro Martín Guzmán, el Banco Central deberá disponer de unos USD 3.800 millones para afrontar esas deudas.
Es decir que el cálculo presidencial puede resultar más ajustado que holgado y, tal vez, efectivamente se termine afrontando esa salida de divisas. Sin embargo, existen algunos atenuantes que podrían mejorar el escenario.
Por un lado, si bien la liquidación del agro retomó su ritmo normal, el ingreso de dólares podría acentuarse el mes próximo si, tras la aprobación de la Ley Bases mañana y el Pacto de Mayo que se firmaría el 9 de julio, se dispusiera de alguna medida de incentivo a los agroexportadores. Tanto el ministro de Economía, Luis Caputo, como el propio Milei descartaron de plano una devaluación, aun cuando la reducción del impuesto PAIS podría dar lugar a una suba del tipo de cambio oficial sin un alto impacto inflacionario. Eso no quita, sin embargo, que podría definirse algún otro estímulo, eventualmente también impositivo, para transitar el desierto con menos sed y más dólares.
Es que, si bien Milei y Caputo responsabilizan a la política por la mayor volatilidad financiera de las últimas semanas, lo cierto es que el mercado tiene un claro objetivo fijo: mientras el Banco Central acumula dólares, los inversores hicieron la vista gorda una y otra vez a las diferentes dificultades políticas que asomaban en el horizonte del Gobierno. El ejemplo más claro fue en febrero, cuando se cayó el tratamiento de la Ley Bases en la Cámara de Diputados y, tras alguna jornada de leve zozobra, el mercado retomó un rally alcista que sólo se frenaría en mayo. Hasta ese momento, el Central compraba a razón de más de USD 2.000 millones de dólares por mes. Eso cambió el mes pasado. El humor de los inversores, por lo tanto, cambió desde el mes pasado.
Por lo tanto, si bien toda la atención está puesta en la sesión de mañana en Diputados, en la que se descuenta saldrá finalmente aprobada la ley en cuestión y el Paquete Fiscal, el foco se trasladará rápidamente el día después a la forma que Caputo le dará a la segunda fase de su plan y cómo piensa el ministro reunir dólares para satisfacer la gran demanda sobre la que se suma cada vez más presión: el levantamiento del cepo.
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