La economía real, como se denomina al desempeño de los sectores de la producción de bienes y servicios y su interrelación con el consumo interno y el comercio exterior, comenzó a acusar en los últimos los efectos de las restricciones cambiarias para la compra de insumos y de repuestos y máquinas, así como de la acumulación de restricciones para trasladar a precios los aumentos de los costos, y el arrastre -agravado- de una presión tributaria insoportable, sin que ese cuadro evitara una sostenida aceleración de la inflación, en particular el ritmo interanual.
De ahí que por primera vez en décadas grandes empresas de capitales extranjeros, y también nacionales y CEO, decidieron emigrar a países más predecibles y mejores perspectivas, en un proceso que va más allá del fenómeno coyuntural, dado que la Argentina acumula más de una década sin crecimiento real y deterioro constante de la bancarización, medida como la relación entre el total de préstamos y el PBI, está en 8%, cuando en la región se duplica y hasta cuadruplica esa proporción.
Frente a ese cuadro, Infobae entrevistó a Mariana Camino, presidente y CEO de la consultora Abeceb – fundada por el economista Dante Sica- desde 2005, que opera en Argentina y América Latina; miembro del Consejo Asesor de Equipo Económico, también del Consejo Directivo de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios, y de WCD (Women Corporate Directors), y líder de la Comisión Fintech en DMA (Data and Marketing Association of Argentina), por su activa relación con el board de las principales empresas argentinas y latinoamericanas y análisis de la economía real desde otra óptica que la de los economistas.
— Cada vez más grandes empresas, de renombre internacional, deciden irse de la Argentina, pese a que crecen las expectativas de un cambio de gobierno en diciembre, con políticas promercado ¿Cómo se explica?
— Hay diversos factores que pueden explicar por qué algunas empresas de renombre deciden irse de la Argentina. Uno está relacionado con la nueva geopolítica que nace a partir de la pandemia y se intensifica con la guerra. En este contexto, muchas compañías multinacionales redefinen su portafolio regional y modifican sus posiciones globales y nuestro país perdió atractivo, con relación a otras plazas con economías más ordenadas.
Para algunas compañías internacionales, Argentina es un mercado pequeño, pero con problemas grandes. Es una porción chica de un negocio en el marco de la rentabilidad global y a la vez, enfrentan grandes costos al tener que lidiar con una gran cantidad de trabas.
“Para algunas compañías internacionales, Argentina es un mercado pequeño, pero con problemas grandes”
Otro es el factor local, dada la magnitud de la crisis, las empresas necesitan ver resultados para cambiar sus expectativas. En nuestro país hay cada vez más restricciones, una presión impositiva récord, diversidad de tipos de cambio, cepo, todos los desbalances macroeconómicos, todas las trabas burocráticas, y además no hay ambiente de negocio y eso castiga la rentabilidad y al mismo tiempo, castiga la previsibilidad.
La coyuntura es tan negativa que dañó la estructura, como lo demuestra una pobreza que ya supera el 40%. Entonces, es tal la magnitud de los problemas y el desafío de las correcciones que la ecuación deja de ser positiva para algunas firmas.
Pero al mismo tiempo, en Abeceb observamos un gran interés en los activos argentinos porque sobre todo están baratos, a pesar de los problemas coyunturales y estructurales que mencioné. De hecho, vemos oportunidades tanto en ecosistemas tradicionales como no tradicionales. El cambio de ciclo político despierta expectativas y no solo en sectores como el litio, el agro y el petróleo/gas (no convencional), sino también en industrias pesadas tradicionales que arman nuevos ecosistemas (química, metalmecánica, electrodomésticos), así como también en las industrias de servicio. Sin dudas, el desafío radicará en la coordinación entre la política y el sector privado.
— ¿La brecha negativa de productividad en el uso de los factores, no sólo laboral, respecto de la que se observa en países vecinos, se podrá recortar rápidamente, o será un proceso lento y por eso muchas empresas prefieren concentrarse en otras geografías?
— Sin dudas, los procesos de cierre de brechas de productividad son muy prolongados y requieren de políticas de transformación estructurales de largo plazo para ver sus resultados. De todos modos, no todas las brechas de productividad nos juegan en contra si nos comparamos con nuestros vecinos (por ejemplo, recursos humanos calificados, entramado industrial e innovador más consolidado que otros países de Latam). Esto es todo un capital que poseemos y deberíamos potenciar.
Hay sectores donde hay ventajas comparativas, que crecen a pesar de que estamos en una economía rota, en los que la micro se desacopla de la macro. Pero además de sectores, nosotros identificamos ecosistemas dinámicos, que trabajan en redes, que modifican su modelo de negocio, que cambian la lógica y cooperan entre los diferentes segmentos, que cuentan con un managment que lidera los procesos de innovación y que potencian el talento.
”Hay sectores donde hay ventajas comparativas, que crecen a pesar de que estamos en una economía rota”
Estos ecosistemas los vemos claramente en la minería, la energía, en la movilidad, y en la economía del conocimiento, entre otros. En esas redes, cada integrante, cada núcleo, obtiene más respuestas para sortear la falta de estabilidad macroeconómica. Yo no tengo dudas de que hay ecosistemas positivos en casi todas las actividades, eso explica fundamentalmente la resiliencia de las empresas argentinas ante la crisis.
— ¿La irrupción de la Inteligencia Artificial ayudará a recortar o profundizar la brecha negativa de productividad laboral de la Argentina con el resto de la región?
— La Inteligencia Artificial es una tendencia y también es un presente, pero todavía no hay evidencia de cómo va a incidir en la productividad laboral de nuestro país. Es un proceso de complementariedad y en las empresas vemos que se gesta de abajo hacia arriba. Llamativamente, son los equipos los que la incorporan, mientras los directivos analizamos pros y contras. Eso es lo que lo hace más disruptivo y, sobre todo, más imparable.
Ian Bremmer dice que “el desplazamiento laboral provocado por la expansión de la IA afectará a más trabajadores, en más lugares, y mucho más rápido que cualquier otra revolución del mercado de trabajo que el mundo haya visto” y que “esa revolución traerá aparejada una agitación económica y política de una escala que los gobiernos y los organismos internacionales no están preparados para manejar”.
Si bien todavía ese proceso es incipiente y no tiene aún efecto significativo en la empleabilidad, debemos asumir que, por su magnitud, será uno de los grandes desafíos de este siglo que enfrentarán los gobiernos y las empresas y que generará nuevos paradigmas y modelos de negocios. Esto también interpela nuestra legislación laboral que, en vista de esta innovación tecnológica, queda cada día más obsoleta. Necesitamos normas acordes a la agenda del siglo XXI para recortar la brecha negativa de productividad laboral.
Es clave como los CEO aprendan a trabajar con la Inteligencia Artificial y a incorporarla en la agenda de sus empresas. Es clave, sobre todo, mirarla como complementaria y que aporte a la productividad. Si el CEO o el empleado piensa a la herramienta sólo para ahorrar tiempo, estamos en problemas. La IA nos puede ayudar a reducir la brecha y tenemos capital humano para hacerlo. La complementariedad es fundamental, podemos volvernos más inteligentes y productivos.
— ¿Cree que es una limitación que más de 3 de cada 4 trabajadores en la Argentina no cuente con estudios superiores al del ciclo escolar secundario, según la Encuesta Permanente de Hogares del Indec?
— La falta de educación superior es una limitación. Sin duda, un buen nivel de educación suele estar asociado con mejores oportunidades laborales, salarios más altos y una mayor capacidad para adaptarse a un entorno laboral en constante cambio. En ese sentido, tener una proporción significativa de trabajadores sin educación superior es realmente una dificultad para el desarrollo económico y social del país.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que la educación superior tradicional hoy no está proporcionando los conocimientos que requiere el mercado laboral, entonces tenemos otro problema grave. A medida que evoluciona con la economía y la tecnología, las habilidades y conocimientos requeridos por las empresas también cambian.
La degradación del sistema educativo y la falta de formación actitudinal y conceptual son vistos como graves problemas para las empresas. Si más del 40% del país es pobre y tres de cada cuatro trabajadores no tienen estudios superiores, claramente hay un cuello de botella para los sectores dinámicos y para las tecnologías que vienen. Aquellos sectores que van a traccionar una recuperación económica exitosa, progresiva, con inclusión, requieren de una cualificación que hoy es insuficiente. Para las empresas es un tema tan crítico que hoy ya está en la agenda del board, y dejó de ser un tema inherente al gerente de recursos humanos.
“La educación superior tradicional hoy no está proporcionando los conocimientos que requiere el mercado laboral”
— El último relevamiento de expectativas de mercado arrojó una previsión de casi 150% de inflación a fin de 2023, pero con una suba de más de 20 puntos porcentuales respecto de la del mes previo ¿Esa aceleración cree que se sostendrá o revertirá en los próximos meses y cómo afecta a las empresas?
— El proceso de aceleración inflacionaria ha determinado una constante revisión alcista en las proyecciones de inflación en lo que va del año. Que la tendencia continúe los próximos meses dependerá en buena medida de las decisiones que tome el gobierno. Hoy como en la física, la inflación está en movimiento y sigue su curso por inercia porque no hay ninguna fuerza que la detenga (no hay medidas antiinflacionarias ni plan), por eso todos proyectan que la inflación seguirá en más o menos al 8% y que cerrará el año cerca de 150 por ciento.
Si el Gobierno logra “administrar” las tensiones macro subyacentes, se renegocia favorablemente el acuerdo con el FMI y no hay desmadre fiscal ni monetario (ni salto devaluatorio) podemos pensar en una estabilización de la inflación en los actuales en niveles muy altos del 8% mensual. Si no, la aceleración se agudizará. Las empresas ya saben lo que deben hacer: pricear, cubrirse y costear considerando una carrera de nominalidad lanzada.
A las empresas les duele la inflación, primero porque hasta que no haya respuestas de cómo va a ser el camino de correcciones, están en modo wait and see y ninguna invierte. Hoy definen estrategias defensivas de resguardo de valor patrimonial, de resguardo de valor económico y, obviamente, esperan el nuevo ciclo político. Esto en sus hojas de balance es un daño porque resguardarse es costoso. Es un problema también para la previsión de lo que viene, para poder planificar. Pero, además, esos comportamientos de resguardo generan un círculo vicioso y retroalimenta el fenómeno. Con lo cual, esta aceleración inflacionaria hoy es mala para las empresas, es mala para el gobierno y, sobre todo, es mala para las familias.
— Semejante ritmo de aumento de los precios, como enseña la historia argentina, deja rezagado al tipo de cambio, las tarifas, los salarios y explica el deterioro del saldo comercial con el exterior (más allá de la sequía) ¿Cómo cree que se podrá revertir ese cuadro sin generar más tensiones inflacionarias y éxodo de empresas?
— Es importante resaltar que las variables macro en Argentina están influenciadas por diversos factores, una es la propia política cambiaria que ha sido usada como instrumento infinitas veces, para ajustar precios relativos, pero sin resultados exitosos. Hoy lo que tenemos es una enorme distorsión de precios que requiere de políticas macroeconómicas adecuadas y sostenidas, para su corrección. Es decir, estabilizar la economía y establecer un orden fiscal y monetario responsable.
En otras palabras, para revertir la situación se necesita un nuevo gobierno con un plan efectivo que apunte a estabilizar la economía y una buena comunicación hacia la sociedad. Necesitamos que quienes asuman tengan en claro el grado de crisis y la urgencia de la solución. Y que no pierdan de vista que hay una doble agenda, la agenda de lo urgente y la agenda de mediano plazo que apunta a una integración con el mundo en donde la nueva geopolítica nos posiciona con ventajas comparativas (minería, energía, agroalimentos) para poder aprovechar este ciclo.
— ¿Con esa política se podrá evitar en el inicio un deterioro del doloroso cuadro social, donde un 60% de la población vive en estado de pobreza (incluyo el 10% / 15% que por ingreso no se mide por la ayuda social)?
— Si seguimos por el mismo camino, lamentablemente, el deterioro social será cada vez peor. Para corregir esta situación, es necesario dar un giro radical, aunque no será una tarea fácil. Si bien es fundamental abordar los aspectos macroeconómicos, eso no será suficiente. Se requerirán reformas integrales que aborden no solo la pobreza medida por la asistencia social, sino también la adopción de políticas orientadas a promover el desarrollo y el crecimiento.
Además, será vital implementar estas reformas dentro de un marco que garantice un equilibrio político. Enfrentar este desafío será todo un reto, pero es imprescindible para construir un futuro más próspero.
“Se necesita un nuevo gobierno con un plan efectivo que apunte a estabilizar la economía y una buena comunicación hacia la sociedad”
— En los últimos 20 años todos los presidentes han hecho uso y abuso del financiamiento desmedido del gasto público con emisión del BCRA. Con políticas más austeras, como proponen la mayoría de la oposición al gobierno ¿Cuánto tiempo estima llevaría revertir ese proceso y qué consecuencias cree que tendría sobre la microeconomía?
— La emisión monetaria como fuente de fondeo fiscal hay que eliminarla de inmediato y sin anestesia, debe estar prohibida por la carta orgánica del Central. La consolidación fiscal llevará más tiempo y se requerirá por lo menos de dos años para llegar a equilibrio fiscal primario. Pero aquí lo que más importa es el sendero y generar credibilidad, eso permitirá acceder a fuentes de fondeo más genuinas y no inflacionarias.
Argentina necesita generar confianza para acceder a los mercados de crédito, más no sea para refinanciar los vencimientos de capital que tiene por delante (que son significativos). Para ello, debe lograr que haya inversores que quieran prestarle al fisco argentino a un costo razonable. Sólo con políticas macro consistentes integrales y creíbles se puede lograr y otra vez, esperamos que el gobierno que asuma el 10 de diciembre de 2023 logre generar la certidumbre de que estamos en un país normal con reglas de juego claras y consistentes.
— ¿Qué proyecta la consultora para lo que resta del año en inflación, devaluación y brecha cambiaria, actividad y variación de los ingresos reales de la población -asalariados, jubilados y pensionados y trabajadores independientes-?
— En Abeceb estamos viendo que 2023 va a ser un año de fuerte estanflación, con un PBI que caerá cerca de 3%, una inflación que se instalará por encima del 130% anual y una brecha cambiaria que se mantendrá en torno al 100%, por lo menos hasta la asunción del nuevo gobierno y con altas chances de que muestre volatilidad.
El principal factor detrás del notable deterioro del escenario, sin dudas, ha sido la agudización de la sequía, con efectos negativos que se derramaron a lo largo de toda la economía. Este panorama se agravó porque el equipo económico no implementó medidas correctivas, optando únicamente por parches y medidas inconsistentes. Un plan llegar que no llega. Esto generó un aumento de la incertidumbre y ha incrementado la probabilidad de una devaluación abrupta antes de las elecciones, especialmente considerando la limitada capacidad de acción del gobierno ante la escasez de herramientas y su debilidad política.
Frente a un escenario macro que ha empeorado y donde las tendencias a la inestabilidad se han reforzado, para los próximos meses se espera una disminución de los ingresos reales de los consumidores y un entorno desfavorable para la inversión debido a la alta inflación, sumado a los problemas de liquidez crecientes para las empresas, las mayores restricciones crediticias para el sector privado, y la proliferación de coberturas frente al riesgo devaluatorio.
— ¿Una reflexión final?
— Es cierto que la economía argentina tocó fondo, pero también lo es que tenemos una oportunidad. Hay un punto de inflexión gracias a una nueva geopolítica en la que el mundo demanda lo que Argentina produce (energía, litio, alimentos, conocimiento), hay también un factor local que es el nuevo ciclo político que resetea el clima de negocios y puede transformar esta gran incertidumbre en expectativas.
En este escenario, el sector privado debe adaptarse, prepararse para gestionar con reglas de juego claras, sin discrecionalidades, articulando con el sector público, mejorando capacidades, profesionalizando a los equipos y arriesgando como negocio.
“Es cierto que la economía argentina tocó fondo, pero también lo es que tenemos una oportunidad”
El desafío de los CEO es trabajar en un liderazgo consciente, amigarse con la innovación para tomar decisiones e influenciar procesos de transformación. No es fácil. Es un desafío a una estructura de pensamiento, a un modelo de negocios, a una lógica. Pero no hay otra opción si queremos crecer. Eso también le cabe a la política, que va a tener que liderar las condiciones y generar un ambiente de negocios para que eso suceda.
Fotos: Maximiliano Luna
Seguir leyendo:
Hacer Comentario