Menos de una semana después de haberlo presentado en sociedad, Alfa Romeo tuvo que cambiar el nombre de su nuevo modelo, el SUV-B denominado “Milano” y llamarlo “Junior”. La razón es que por disposición del gobierno italiano, está prohibido utilizar el nombre de sus ciudades para productos que no sean de procedencia italiana, y este nuevo modelo de Alfa Romeo, a pesar de ser de una marca italiana, se fabrica en una planta de Stellantis en Polonia.
A simple vista, parece un auténtico papelón sin precedentes, pero en realidad no es la primera vez que ocurre en la historia del automóvil. La diferencia está en que hoy, con la amplificación de las redes sociales, lo que en otro momento hubiera sido una curiosidad incómoda para una marca, se convirtió en uno más de todos los desatinos que la marca parece haber cometido con este vehículo, fuertemente cuestionado por no mantener la identidad de diseños histórica del fabricante italiano.
“Un automóvil llamado Milano no puede producirse en Polonia. Esto está prohibido por la ley italiana”, dijo Adolfo Urso, Ministro de Industria de Italia, haciendo referencia a una ley del año 2003 que pretende evitar que ciertos productos que suenan como italianos, no sean de esta nacionalidad. “Esta ley estipula que no se pueden dar indicaciones que engañen a los consumidores. Por lo tanto, un automóvil llamado Milano debe ser producido en Italia. De lo contrario, se da una indicación engañosa que no está permitida por la ley italiana”, dijo el funcionario.
Quizás el antecedente más lejano en el tiempo, y posiblemente el más resonante por la envergadura de la marca, sea el que tuvo como protagonista al icónico Porsche 911, nacido en 1964, pero presentado en el Salón de París de 1963 con otra denominación. Originalmente, el auto que reemplazaba al modelo iniciático de Ferdinand Porsche, el Porsche 356 de 1948, se llamó Porsche 901, y así fue mostrado en la exposición francesa, pero pocas semanas después recibió un aviso de demanda de parte de Peugeot, que tenía registrado el uso de una denominación de tres números con un cero en el dígito del medio desde los años 20.
Así fue como en una rápida maniobra que permitiera resolver el conflicto sin mayores costos, Porsche replicó el número 1 que ya estaba diseñado y en construcción en grandes volúmenes de piezas, y lo repitió en el dígito central. De todos modos, al igual que ahora ocurrió con el Alfa Romeo Milano, hubo algunos modelos que alcanzaron a ser fabricados con la denominación original, en el caso de Porsche fueron 82 modelos, entre los de preserie para ensayos y los que ya salían para la venta después de la presentación oficial.
En la década del 80, Mitsubishi lanzó un exitoso 4×4 al que hoy se denominaría SUV, que tuvo un gran suceso en todo el mundo, incluyendo victorias en el famoso raid París-Dakar, pero que tuvo problemas con su denominación. Se trataba del Mitsubishi Pajero, que mantuvo su nombre en gran parte de los mercados, pero que fue cambiado por Montero en los países hispano parlantes. Originalmente, el nombre procedía de una especie de felinos que habitan en nuestro continente sudamericano llamados Leopardus Pajeros, también conocidos como gato de los pajonales o gato de las pampas.
Mucho más cerca en el tiempo, en el año 2016, hubo otro caso de un modelo que debió cambiar su nombre por las connotaciones que tenía su significado, aunque en realidad era por su fonética. Fue el caso de un modelo urbano que lanzó la marca india Tata Motors, al que denominó Zica, que resultaba de la abreviación de Zippy Car (auto enérgico). Sin embargo, contemporáneamente en todo el mundo comenzó a circular un peligroso virus que causaba un mosquito proveniente de Uganda, llamado Zika, que incluso llevó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara la emergencia de Salud Pública a nivel mundial.
Así fue como los directivos de la empresa india decidieron cambiar la denominación del vehículo, pero no lo hicieron a escondidas sino todo lo contrario, ya que lanzaron un concurso público para encontrar un nuevo nombre, del cual surgió Tiago, como se terminó designando el modelo.
A causa de problemas de fonética y no de significado, hubo otros casos que generaron un cambio de nombre de otros modelos de acuerdo al país o el idioma. Entre los más conocidos está el el Chevrolet Nova fabricado en Argentina en los años 70 fue rebautizado como Chevrolet Chevy porque su nombre implicaba que “no iba bien”; el Volkswagen Jetta (sonaba a Yeta, mala suerte) que cambió por Bora o Vento en nuestros mercados, el Nissan Moco que debió cambiar su nombre por Cube en países de habla hispana, y el Toyota MR2 que sólo en Francia debió cambiar su nombre por MR “a secas” ya que la fonética de las letras M R y el número 2 dejaba al modelo como un auto despreciable en la lengua francesa.
Hubo otros autos con nombres complicados, pero que no fueron globales y no necesitaron cambiar la identidad. Fueron los casos del Lancia Marica, el Mazda Laputa, el Hyundai Scoupe, Daewoo Espero, el Ford Corrida o el KIA Borrego. Pero fueron modelos que no estuvieron demasiado tiempo en el mercado y solo quedaron en un motivo de risa para ocasionales visitantes de otras latitudes.
Pero volviendo al caso del Alfa Romeo Milano, mucho más allá de la controversia por la exigencia de cambiar su nombre de parte del gobierno italiano, hay una situación que subyace mucho más profunda, por la cual la relación entre Italia y Stellantis no pasa por su mejor momento. Desde la fusión de FCA (Fiat Chrysler) con PSA (Peugeot Citroën), la incidencia de la parte francesa del grupo ha generado varios conflictos internos y externos.
A nivel interno, los equipos de diseño de las marcas italianas han cambiado de dirección con nuevas cabezas de área provenientes de otras marcas y nacionalidades, lo que implica nuevos estilos o conceptos de diseño. Alejandro Mesonero-Romanos es el nuevo jefe de diseño de Alfa Romeo, y más allá de su nacionalidad española, su escuela ha sido la de Seat y Cupra, luego pasó por Renault para trabajar en Dacia, y en 2021 ingresó a lo que desde ese año comenzó a llamarse Stellantis.
Pero la relación con el gobierno italiano tampoco es buena debido a que Stellantis ha expresado sus planes de reducir empleos en las plantas italianas y trasladar la producción de los vehículos eléctricos de las marcas italianas a otros países con menores costos para producir automóviles, como es el caso de Polonia, donde ya se fabrican el Jeep Avenger y el Fiat 600 eléctricos en la planta de Tychy. Esto ha generado una fuerte controversia con el gobierno de la primera ministra Giorgia Meloni desde hace varias semanas, mucho antes que fuera el Ministro de Industria italiano el que exigiera que se cambia el nombre del nuevo SUV de Alfa Romeo.
Sin embargo, el propio CEO de Alfa Romeo, Jean-Philippe Imparato, se ha encargado de dar detalles de la situación, que parecen explicar mejor el motivo de la discordia mucho más allá del modelo de auto cuestionado. Según el máximo ejecutivo de la marca nacida en Milan (Milano) en 1920, hace 18 meses que habían comunicado que su próximo auto pequeño se fabricaría en Polonia, que el nombre fue anunciado el 13 de diciembre y que no hubo reacción del gobierno hasta el día después de la presentación oficial del automóvil.
Además, Imparato dijo que Alfa Romeo decidió cambiar el nombre aunque estaba convencido de que podría ganar un caso si lo llevaba ante la justicia. Señaló que ya están trabajando para reorientar su estrategia de marketing y comunicación en el nombre Junior, y hasta se tomó un tiempo para hacer una broma en su canal de X (exTwitter), con un mapa de la ciudad de Milán y sus alrededores, donde el nombre no es el de la ciudad, sino Junior.
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