Según el último Informe Monetario Mensual del Banco Central y de las estadísticas estandarizadas de la entidad, del total de los depósitos en el sistema bancario en septiembre último poco más de la mitad estaba colocado a la vista: 17,8% en cuentas corrientes y 38,8% en cajas de ahorro; 39% a plazo fijo (27,8 puntos porcentuales de 30 a 59 días, y menos de 0,6 pp ajustables por inflación, y el resto entre 60 y más de un año); el remanente de 4,4% del total corresponde a judiciales y otros.
Con pocas variantes desde que la economía se recuperó del cimbronazo que provocó la salida traumática de la convertibilidad fija entre el peso y dólares a comienzos de 2002, con pesificación asimétrica de estos últimos, esa estructura de predominio de las colaciones a la vista en bancos sobre el resto fue casi una constante.
Las excepciones fueron al inicio de la presidencia de Néstor Kirchner, cuando era de 32,9% del total; y al final de la segunda presidencia de Cristina Fernández de Kirchner con 49,3 por ciento.
En poco más de dos décadas se observaron notables variaciones en los depósitos en pesos en valores reales, y más aún los constituidos en dólares
Y con la bancarización de los subsidios familiares, en particular la liquidación de la Asignación Universal por Hijo en el gobierno de Cambiemos, subió entre los depósitos a la vista la representatividad de los saldos en cajas de ahorro, pasó de 26% / 28% previo a más de 38% desde entonces hasta el presente.
En ese período de poco más de dos décadas, por el contrario, se observaron notables variaciones en los depósitos en pesos en valores reales (ajustados por inflación), y más aún los constituidos en dólares, acompañaron en alguna medida el ciclo de la economía, dominada por la inestabilidad de la macroeconomía y la ausencia de políticas de largo plazo que incentiven la inversión productiva y el ahorro de largo plazo.
En un comunicado del lunes 9 de octubre, a modo de introducción del Informe de Estabilidad Financiera, la entidad que preside Miguel Pesce destacaba: “El sistema financiero argentino presenta una sólida situación de solvencia, capitalización, liquidez y previsionamiento. La política monetaria desarrollada por el Banco Central procura mantener el poder adquisitivo de los ahorros a través de la remuneración de los plazos fijos, cuya tasa se define mensualmente, o con los plazos fijos actualizados por la inflación más una remuneración de 1 por ciento”.
Y resaltaba: “La solvencia del sistema financiero es auditada internacionalmente como parte de los compromisos asumidos por el país en el marco de los distintos organismos multilaterales. Entre otros, el sistema está sometido al Programa de Evaluación del Sistema Financiero (FSAP), la Revisión de Estándares y Códigos (ROSC), el Programa de Evaluación de la Conformidad Reguladora (RCAP) y el Consejo de Estabilidad Financiera (FSB)”.
Sin embargo, semejante respaldo de la liquidez de quienes confían sus ahorros y sus dineros para transacciones corrientes sea empresas, o personas, no se tradujo en un sostenido crecimiento y extensión de plazos a lo largo de las últimas décadas.
Por el contrario, los pesos “queman”, no sólo en las manos de sus tenedores en circulación, sino también en cuenta bancaria, favorecido por el auge de las billeteras digitales para intentar eludir los efectos de la aceleración de la inflación.
Los pesos “queman”, no sólo en las manos de sus tenedores en circulación, sino también en cuenta bancaria
Claramente, la principal y hasta casi única causa de ese fenómeno es la pobre vitalidad de la economía argentina, provocada por repetidos desaciertos de política macroeconómica, que ha debilitado la capacidad de crecimiento de la microeconomía en todos sus niveles.
“Los depósitos a plazo fijo en pesos del sector privado habrían experimentado en septiembre una contracción de 7% a precios constantes, sin estacionalidad. A pesar de dicha disminución, estas colocaciones se mantuvieron en torno a los niveles máximos de las últimas décadas. En igual sentido, como porcentaje del PBI se habrían ubicado en 7,1% en septiembre (0,2 p.p. menos que en agosto)”, precisa el informe de marras del BCRA, sin agregar que se trata de valores muy pobres respecto de la representatividad que tienen en la mayor parte del planeta en general, y de la región en particular.
Ese movimiento, ha sido casi una constante en poco más de las últimas dos décadas, habida cuenta de que el plazo promedio de todas las colocaciones ponderadas por el tiempo de maduración fue de menos de 56 días, con un extremo mínimo de 29 días en septiembre último, únicamente registrado durante la crisis sanitaria de 2020 que se extendió hasta avanzado el año siguiente.
El plazo promedio de todas las colocaciones ponderadas por el tiempo de maduración fue de menos de 56 días en las últimas dos décadas, con un extremo mínimo de 29 días en septiembre último
Se trató de una tendencia presente a lo largo de las últimas cinco presidencias de la Nación, donde todos los mandatarios terminaron la gestión con menor plazo medio de las imposiciones en bancos de las que se registraba cuando llegaron a la Casa Rosada.
Incluso, la aceleración de la inflación tampoco actuó como seductor para quienes buscan no sólo obtener un resguardo de sus ahorros en valores reales en la moneda nacional, sino incluso un plus de tasa, con los colocaciones UVA.
La aceleración de la inflación tampoco actuó como seductor para quienes buscan no sólo obtener un resguardo de sus ahorros con colocaciones UVA
“El segmento de depósitos a plazo fijo ajustables por CER continuó evidenciando una disminución real, acumulando 14 meses consecutivos de contracción. La caída se verificó tanto en las colocaciones en UVA tradicionales como en las precancelables, cuyas tasas de variación mensual fueron contractivas en 13% y 17% real, respectivamente”, destacan los economistas del BCRA que escribieron el último informe mensual.
El gráfico previo muestra con claridad como desde el gobierno de Fernando de la Rúa (diciembre 1999-diciembre 2001), hasta el presente, a dos meses de concluir la gestión de Alberto Fernández, el plazo promedio de los depósitos por tiempo predefinido acusó disminuciones entre el punto inicial y el final.
La contrapartida del persistente desaliento al ahorro privado en bancos, a través de políticas confiscatorias, vulnerabilidad de los contratos entre privados por parte del Congreso Nacional y el aval del sistema judicial, presión fiscal creciente, y regulaciones extremas en todos los mercados de bienes y servicios, fue la persistente fuga de fondos líquidos y acumulación de moneda extranjera en cajas de seguridad propias y privadas.
La contrapartida del persistente desaliento al ahorro privado en bancos fue la persistente fuga de fondos líquidos y acumulación de moneda extranjera en cajas de seguridad propias y privada
El cotejo entre los saldos de depósitos en dólares en entidades financieras, y la estimación trimestral de billetes y monedas extranjeras no sujetos a rentas de los residentes que publica el Banco Central, arroja desde diciembre de 2006 un claro subibaja de los primeros, y una sostenida acumulación de los segundos, desde poco menos de USD 68.000 millones al comienzo de la serie, a unos USD 233.000 millones en la actualidad (equivalente a 40% del PBI al cambio oficial y mucho más de la mitad al cambio libre).
“Con inflación alta, volatilidad en el mercado de cambios e incertidumbre política se combinan y generan movimientos que repercuten en distintas variables, en este caso, en los niveles de los depósitos del sector privado, su composición y la conformación de la liquidez de los bancos, que se adapta en consecuencia. Entre el 18 de agosto último y el 11 de octubre (último dato) los depósitos totales del sector privado aumentaron 12,5% nominal, pero cayeron 7,5% en términos reales”, observaron los economistas de Quantum Finanzas, la consultora que dirige el ex secretario de Finanzas, Daniel Marx.
Y concluyían: “Estos movimientos se reflejan también en la reducción del plazo promedio de la cartera de liquidez de los bancos integrada con Leliq y Pases, que pasó de casi 23,5 días en julio a 20,1 días en la actualidad, con una fuerte disminución en las últimas semanas”.
Revertir esa tendencia declinante del ahorro a plazo en las entidades financieras, y atraer a los dólares ociosos fuera de los bancos, pero en el país, es clave para poder reactivar el crédito bancario, imprescindible para recrear el largamente abandonado segmento de las líneas hipotecarios, el cual es fundamental para quebrar la crisis de los alquileres y del creciente déficit habitacional, estimado por décadas en un piso de 3 millones de viviendas.
Y también, y no menos relevante, los préstamos a las empresas, los cuales se concentran casi exclusivamente en necesidad de “capital de trabajo” para financiar el pago corriente, incluidos las remuneraciones de cada fin de mes, a través de adelantos sobre giros en descubierto en cuenta bancaria; y de descuentos de documentos, en lugar de contribuir al crecimiento y desarrollo de largo plazo, y con ello el empleo privado registrado y la productividad media de la economía en su conjunto.
Un insumo esencial para reimpulsar el crédito de largo plazo no sólo requerirá recuperar la cultura del ahorro, sino también que las tasas nominales de interés desciendan al rango de un dígito anual
La buena noticia para el próximo presidente es que partirá desde un punto muy bajo, pero la mala es que un insumo esencial para reimpulsar el crédito de largo plazo no sólo requerirá recuperar la cultura del ahorro que llegó a representar varias décadas atrás más de cuatro veces la proporción del PBI que en la actualidad, sino también que las tasas nominales de interés desciendan al rango de un dígito porcentual anual, para que el plazo de las imposiciones se extienda y posibilite el financiamiento hasta 20 y 30 años como ocurre en gran parte del resto mundo.
Para muchos economistas, la baja de las tasas nominales de interés al rango de un dígito porcentual anual, es más importante que sean reales positivas o negativas para el ahorrista, porque es la única manera de posibilitar que la relación cuota/ingreso de los solicitantes de un préstamo, en particular de largo plazo, posibilite cubrir la mayor parte del valor de la propiedad a adquirir, y su mobiliario, de modo de acceder a un disfrute presente con ahorro futuro (la cuota del crédito es la parte del ingreso que no se consume).
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