El precio de la vivienda actúa como un indicador de la situación socioeconómica de los habitantes de una población. Desde hace décadas, ha marcado las diferencias entre barrios y municipios más o menos ricos (o pobres). Desde la vuelta a la normalidad tras la pandemia, este precio parece no tocar techo, y se sitúa actualmente en 2.120 euros por metro cuadrado, la cifra más alta desde la burbuja inmobiliaria de 2007. Acceder a una hipoteca es cada vez más complicado para los españoles, y muchas veces, sus “rivales” en el mercado laboral no son sus vecinos.
La realidad es que los extranjeros ven en España un lugar donde vivir y jubilarse. El clima, el ocio, la cultura o la gastronomía provocan que las casas españolas sean las más buscadas del mundo, según un reciente estudio elaborado por la plataforma británica MoverDB y por NeoMam Studios. Durante el primer trimestre de este 2024, los ciudadanos de otros países compraron el 14,2% de las viviendas vendidas en España. Además, los datos del Consejo General del Notariado reflejan que los extranjeros cuentan con un poder adquisitivo mucho mayor al de los locales: de media, pagaron 2.598 euros el metro cuadrado, frente a los 1.574 euros del comprador nacional.
Además, en muchas ocasiones, el propietario de tu piso, el de tus vecinos y el de los edificios cercanos es el mismo, y a menudo ni siquiera es un particular al que puedas contactar. Es el caso de los fondos de inversión extranjeros, como Blackstone, con sede en Manhattan, que controla actualmente más de 30.000 propiedades en todo el territorio español, principalmente en Madrid y Barcelona.
El origen de esta cuestión
Estos fondos han ido ganando terreno en el mercado inmobiliario español a raíz de la crisis de 2008. Al aprobarse en Estados Unidos y en Europa la compra masiva de deuda pública, estas empresas comenzaron a comprar deuda, acciones devaluadas y miles de metros cuadrados de vivienda. Estos inmuebles, a menudo, contaban con inquilinos dentro, a los que subieron el precio de sus alquileres de un día para otro. La rentabilidad de sus inversiones comenzó a ser pagada por los inquilinos españoles, que vieron devaluado su poder adquisitivo.
Estos grupos, como Blackstone, State Street o Capital Group, invierten también en fondos de pensiones, telefonía, banca o empresas energéticas. BlackRock, el mayor fondo de inversión mundial, cuenta con activos por un valor de 5 millones de dólares, el doble del PIB español. Su poder les permite influir en gobiernos y políticos.
De hecho, muchos de sus directivos gozan de buenas relaciones con algunas de las personas más influyentes del mundo. Stephen Schwartzmann, CEO de Blackstone y apodado en ocasiones “el casero de España”, es muy cercano al expresidente republicano estadounidense Donald Trump. Schwartzmann donó millones de dólares a su campaña electoral y fue uno de sus principales asesores económicos. Según Vanity Fair, la suavización de las tensas relaciones con China por parte del presidente vino derivada de las inversiones de Blackstone en el país asiático.
Límites a la inversión extranjera
Actualmente, el Congreso de los Diputados se encuentra tramitando la proposición de ley de Sumar que modificará las llamadas Golden Visa. “Hay que acabar con las Golden Visa”, aseguró Yolanda Díaz durante su intervención en el Congreso en el debate de investidura de Pedro Sánchez. Eliminarlas fue colocado en el mismo nivel de prioridad que otras medidas en materia de vivienda, como la limitación de los alquileres por temporada y la creación de un parque público de alquiler asequible que alcance el 20% del total.
El sistema de las Golden Visa otorga a los extranjeros no comunitarios el permiso de residencia a cambio de inversiones en España. Pedro Sánchez anunció el pasado 8 de abril que eliminaría la posibilidad que permite a los extranjeros obtener el visado por comprar una vivienda por más de 500.000 euros, con el objetivo de reducir la tensión en los precios del mercado inmobiliario. Además, prometió el veto a las inversiones extranjeras en proyectos que puedan encarecer el mercado inmobiliario.
Sin embargo, la propuesta resulta insuficiente para muchos, ya que mantiene la opción de obtener la residencia española a los extranjeros que inviertan en proyectos empresariales, acciones o depósitos.
Soluciones en otros países
El problema de la vivienda no es exclusivo en España. Se repite por todo el mundo, especialmente en grandes ciudades con mucha densidad de población y periferia. Sin embargo, también hay soluciones. En Australia, a finales de 2023, se incrementaron las tasas que tienen que abonar los inversores foráneos y existen sanciones contra quienes dejen propiedades desocupadas. No obstante, el Gobierno australiano decidió facilitar la inversión extranjera si favorece el alquiler social.
Otros países, como Canadá, vetaron directamente la compra de viviendas por inversores extranjeros. En enero de 2023, el Ejecutivo de Justin Trudeau ejecutó esta prohibición de forma temporal, por dos ejercicios, con el fin de reducir la presión inmobiliaria. Para 2024, la entidad financiera Toronto-Dominion Bank apunta a una caída de los precios de la vivienda derivada de esta medida de cerca de un 10%.
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