Nunca es bienvenida pero la caída del precio de los granos es una noticia más que inoportuna para el equipo económico. Si la falta de dólares es uno de los principales obstáculos para eliminar el cepo cambiario, la soja con una cotización por debajo de los USD 360 millones la tonelada suma otro grado de dificultad que contribuye a la demora de la tarea.
Eso es al menos lo que se percibe en el mercado: en sus últimas referencias al cepo, el presidente Javier Milei envió señales de poco apuro en su eliminación –”Es mentira que no se pueda crecer con cepo, eso es una falacia”, dijo–, lo que luego confirmó el ministro de Economía, Luis Caputo, al insistir en que lo importante no es “salir antes” sino “salir bien”.
En esa salida que busca el ministro, contar con casi USD 5.000 millones menos de la cosecha durante el año que viene no es precisamente lo ideal. En parte porque, con o sin cepo, la salida de la recesión requerirá, indefectiblemente, de un mayor flujo de divisas del que demandó hasta ahora la economía.
La cifra surge de proyecciones sectoriales bajo el supuesto de que no se recuperan las cotizaciones de los granos (pero que tampoco caen más).
Existen, con todo, algunos atenuantes. Uno de los principales es que los menores recursos, tanto para el mercado cambiario como para el Tesoro, podría ser compensado en gran medida, o casi por completo, por las mayores exportaciones de Vaca Muerta. Es lo que calcula el economista Jorge Vasconcelos de la Fundación Mediterránea.
Otro atenuante es que, en la medida que se consolide el nuevo piso de precios, los productores tendrán que empezar a desprenderse de lo que se calcula todavía ronda en algo menos de USD 10.000 millones del remanente de la cosecha ya levantada.
“De cara a 2025, la balanza comercial se habrá de deteriorar por el aumento de importaciones que conlleva la salida de la recesión, pero por Vaca Muerta habrá cierta compensación, ya que el superávit de la balanza comercial energética podría pasar de USD 4.500 millones en 2024 a USD 8.000 millones en 2025. Y, si la caída del precio de las commodities (de la soja en particular) se estabilizara en los actuales niveles, una fracción de esa merma se puede compensar con mayores rindes”, apuntó Vasconcelos, quien destacó que uno de los grandes interrogantes en caso de la permanencia del cepo es la decisión cambiaria respecto de la continuidad o no del “dólar blend”, es decir, si tres cuartas partes del superávit comercial se sigue aplicando a contener la brecha o si esas divisas se canalizan plenamente al mercado oficial.
“De cara a 2025, la balanza comercial se habrá de deteriorar por el aumento de importaciones que conlleva la salida de la recesión, pero por Vaca Muerta habrá cierta compensación” (Vasconcelos)
“A nivel macro, la caída de los precios internacionales tendrá un impacto directo en el valor de las exportaciones argentinas, el cual se cuantifica en una reducción de USD 4.700 millones para 2025. La consecuente merma en la oferta de dólares agravaría la situación cambiaria actual, que desde hace algunos meses se tensionó”, aportaron desde la consultora Invecq, donde recordaron que las reservas dejaron de crecer.
Explicaron, también, que no sólo la caída del precio de la soja pone en jaque los números macro sino que también puede tener un impacto en el nivel de crecimiento.
“A nivel micro, la caída del precio de la soja golpea directamente en el poder de compra interno de la tonelada, que se encuentra en su nivel más bajo en más de tres décadas, afectando las condiciones económicas de miles de productores. Estos precios internacionales, el nivel de tipo de cambio real y las retenciones amenazan a la expansión del agro; aunque no consideramos que el sector vaya a desacelerarse por estos factores, sino que representarán un techo para su potencial crecimiento”.
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