A menos de 4 meses de iniciarse un nuevo mandato presidencial, la inflación ya superará los 2 dígitos mensuales en agosto (se estima entre 12% y 15%), las reservas netas del BCRA están en negativo en varios miles de millones de dólares y la brecha cambiaria supera el 100%. El próximo gobierno está obligado a implementar un plan integral consistente desde el día uno para evitar que se espiralice la crisis ¿Que desafíos tiene por delante? ¿Qué chance de éxito tiene?
Empiezo por el final, si tomo como referencia el trabajo de Palazzo, Rapetti y Waldman basado en evidencia de los últimos 50 planes de estabilización en América Latina. Prácticamente, iniciar un programa y que sea exitoso (perdurable o transitorio) tiene menos del 50% de probabilidad (solo 46%). Esta probabilidad baja, más si en vez de usar un ancla cambiaria (tipo de cambio) se utiliza otra ancla nominal (por ejemplo, meta de agregados monetarios o de inflación), en este caso las chances bajan a menos de 30%. En pocas palabras, el fracaso es más frecuente que el éxito.
En los últimos 40 años Argentina ha tenido casos de éxito como la convertibilidad con un ancla cambiaria e intentos de estabilización que terminaron en fracasos, como el plan Bunge y Born y el de Erman González (ambos de 1989) o más recientes como el del 2018 (Guido Sandleris) como un esquema con metas de agregados monetarios. Otros programas tuvieron un éxito transitorio como el Plan Austral en 1985 o el plan del año 2016 (con metas de inflación).
Las claves
Una de las claves del programa es la credibilidad y el apoyo político al programa. Sin credibilidad no hay posibilidad de llevar adelante la política económica. Por ello, es clave aprovechar los primeros 100 días de gobierno donde existe cierto efecto “luna de miel” y la sociedad es algo más paciente a los resultados prometidos (bajar la inflación).
Otra condición importante es el apoyo externo. Muchos planes parten de deterioros muy importantes en el balance del Banco Central, prácticamente sin reservas internacionales. Es importante contar con un apoyo internacional en esos casos.
En el caso de Israel de mediados de los ochenta, por ejemplo, contó con un apoyo y financiamiento vital para que resulte exitoso.
Sin credibilidad ni apoyo político no hay posibilidad de llevar adelante la política económica
Las condiciones iniciales de la economía también juegan un rol clave. El estudio de marras concluye que los programas de estabilización que parten con niveles de déficit fiscal menores (o que parte de superávit fiscal) tienen más chances ser exitosos. Al respecto, los números fiscales para 2023 en Argentina apuntan a terminar cerca del 2,8% del PBI (vs 1,9% del PBI fijado en el acuerdo con el FMI).
Luego, está el set de medidas que hay que tomar, y es clave es la secuencia y la velocidad de la implementación.
En el caso de regímenes de alta inflación es probable que el gradualismo tenga una menor efectividad que el shock.
A mi entender, un programa para el próximo Gobierno deberá combinar una fuerte señal fiscal y monetaria. Por ejemplo, anuncio de déficit fiscal cero y eliminar la emisión del BCRA para asistir al Tesoro Nacional con una suba de tasa de interés.
Y además, es necesario complementar con medidas que permitan “desindexar” la economía. Para romper la inercia inflacionaria. Por lo general, en esta última “pata” del programa, se utilizan herramientas heterodoxas como acuerdos de precios y salarios para un periodo inicial (4 a 6 meses) y es posible que se mantenga el tipo de cambio cuasifijo o con una tasa de crawling-peg muy baja en dicho periodo.
En el trabajo de Palazzo, Rapetti y Waldman se concluye que se tiende a corregir los precios relativos antes del anuncio del programa.
Sin embargo, es probable que el próximo gobierno envíe al Congreso las leyes y reformas necesarias para la estabilización en diciembre. Comience a aplicar el ajuste monetario de “emisión cero” desde enero 2024 junto con un Presupuesto equilibrado (déficit fiscal cero) con el aval con el FMI.
Y una vez aprobado este programa se implemente el ajuste de tarifas y la suba del tipo de cambio para lograr una unificación cambiaria. Lo que supone que la brecha cambiaria se reduzca por el “anclaje” que le dan las señales fiscales y monetarias. Es decir, en este punto cambie el orden de la secuencia.
Es probable que el próximo gobierno envíe al Congreso las leyes y reformas necesarias para la estabilización en diciembre
Experiencias desde el regreso de la democracia
Los planes de estabilización en Argentina algunos tuvieron un corte más ortodoxo como el “Plan de convertibilidad”, que fijó la paridad de peso con el dólar (caja de conversión), se liberó el mercado cambiario y la tasa de interés, se determinaron por mercado los salarios y precios y se hizo una apertura comercial muy importante.
El “Plan Austral” de 1985 fue más heterodoxo, ya que contenía acuerdos de precios y salarios, congelamiento de tarifas y desindexación de contratos por una fórmula de “desagio”.
Similar al caso del Austral fue el de estabilización en Israel a mediados de los ochenta. Combinó una devaluación con una posterior fijación del tipo de cambio, con fuerte ajuste fiscal principalmente en subsidios y un congelamiento de precios y salarios para “desindexar” la economía y tuvo un apoyo externo de USD 1.500 millones. En solo 2 años la inflación anual pasó de más de 300% a solo 20 por ciento.
El nuevo plan para 2024 podría combinar ortodoxia (fiscal y monetaria) con heterodoxia (en precios y salarios)
El plan de estabilización (2024) podría combinar ortodoxia (fiscal y monetaria) con heterodoxia (en precios y salarios).
Se parte con un BCRA muy deteriorado en su balance. Más de $26 billones en pasivos monetarios (base monetaria, Leliqs y pases); reservas netas en terreno negativo (- USD 8.000 millones); deterioro fiscal de 2,8% del PBI; cepo cambiario con una brecha de 100%/120% (entre cotización de dólares financieros y dólar oficial); e inflación que viaja a un ritmo superior al 10% por mes.
El próximo gobierno tendrá los primeros 100 días para avanzar rápidamente en el programa económico y evitar que quede a mitad de camino.
Seguir leyendo:
La inflación mayorista fue del 7% en julio y del 112,7% el último año
La devaluación no redujo la brecha cambiaria y acentuó la dispersión de los precios del dólar
Hacer Comentario