Situación tipo: un auto sale de un estacionamiento y espera que el semáforo de la esquina se ponga en rojo para que todos frenen y le den espacio para entrar a la calle. En el primer auto que se detiene para dar paso, hay una fuerte discusión entre sus ocupantes. El conductor del auto que se incorporaba al tránsito decide darle paso, dejar que vaya adelante. Es preferible eso a tenerlo atrás en el estado de alteración con el que está conduciendo.
Una vez más, vale explicar que una cosa es manejar bien y otra muy distinta es conducir adecuadamente. El acto físico de mover el volante, ese aro que hace girar las ruedas, y apretar con los pies esas palancas que son los pedales para ir más rápido o más lento, se aprende e incorpora como una rutina inconsciente. Pero mover una pasa de acero de 1.000 kg o más, entre otros vehículos similares, peatones, bicicletas, motos, semáforos, sendas peatonales, carriles, bocacalles, etc, requiere una atención específica que se relaciona directamente con la responsabilidad civil. De hecho, así se llama el seguro obligatorio contra terceros que cada automóvil debe tener.
Un estudio de la Universidad de Warwick, en Inglaterra, profundiza en el detalle de cuánto afecta la ira o el enojo, en definitiva el estado de alteración mental de un conductor, a su desempeño en la vía pública, y luego, traslada esta circunstancia a lo que representa como barrera para el desarrollo de la conducción autónoma de los autos.
Concretamente, la investigación dice que los conductores agresivos conducen más rápido y con más errores que los conductores no agresivos, lo que pone en riesgo a otros usuarios de las vías de circulación, sean calles, autopistas o rutas.
Un investigador inglés llamado Andy Cox, dice que las cuatro o cinco muertes diarias en los caminos del Reino Unido son “predominantemente causadas por conductores peligrosos e imprudentes”, lo cual no representa una novedad en sí misma, sino por las razones que convierten ese comportamiento en causal de accidentes fatales.
El estudio categorizó los comportamientos de conducción agresivos y mostró los dos principales aspectos clave de este peligroso estilo de conducción:
1. Los conductores agresivos tienen una velocidad media más rápida de 5 km/h que los conductores no agresivos.
2. Los conductores agresivos también cometen más errores que los grupos de control, como no indicar cuándo cambiar de carril.
La conducción agresiva se clasifica como cualquier comportamiento de conducción que intencionalmente pone en peligro a otros psicológicamente, físicamente o ambos.
“Si bien no es ético dejar soltar conductores agresivos en las calles, se pidió a los participantes (del estudio) que buscaran recuerdos de enojos, que los pusieran en un estado agresivo, mientras se realizaba una simulación de conducción. Estos se compararon con un grupo de control, que no se sentía agresivo”, dijo Zhizhuo Su, autor principal del estudio, que es estudiante de doctorado, tanto del Grupo de Investigación de Vehículos Inteligentes como del Instituto de Atención Médica Digital de WMG, Universidad de Warwick.
Roger Woodman, profesor asistente en la academia de jóvenes ingenieros de Warwick (WMG) y coautor del estudio, agregó: “Durante las últimas décadas, las políticas de seguridad vial, los cambios en la infraestructura y la mejora de la seguridad de los vehículos han reducido significativamente las muertes en la calles y rutas. Sin embargo, el error humano, que suele ser el resultado de una conducción agresiva, sigue siendo una de las principales causas de accidentes. Para hacer que la conducción sea más segura, nuestra investigación se centra en métodos para comprender el estado del conductor, para identificar comportamientos de conducción de riesgo, mediante el uso de sistemas de monitorización del conductor (DMS). Esto permitirá que el conductor sea alertado cuando tenga un mayor riesgo de accidente y permitirá que el vehículo implemente métodos de calma, como alterar el nivel de ruido de la cabina, reproducir música relajante o, en última instancia, reducir la velocidad del vehículo”.
Para Cox, “una licencia de conducir se asigna después que una persona se demuestra capaz de ganarse el derecho a conducir. Deberíamos tratar de mantener altos estándares y asegurarnos que el sistema vea el derecho a conducir como un privilegio en lugar de un derecho. Actualmente, creo que el equilibrio favorece al individuo en lugar del colectivo respetuoso de la ley”.
Pero todos estos estudios persiguen una segunda finalidad como es comprender la problemática a la que se enfrenta la conducción autónoma en los autos actuales, mayormente de Nivel 2 y algunos de Nivel 3, y la del futuro, cuando se espera que los vehículos puedan conducirse autónomamente al 100%. El problema no estará en cada auto y su desenvolvimiento independiente de un conductor humano, sino en relación a los otros vehículos donde sea una persona la que esté al volante.
Predecir todas las conductas humanas es imposible para la Inteligencia Artificial (AI), pero aproximarse a ello gracias al estudio de su comportamiento, podrá ser de gran ayuda. Establecer los parámetros que permitan detectar una conducción en estado violento es algo que deberían tener todos los autos, así como hoy muchos tienen detectores de cansancio o distracción al volante. De ese modo, podría accionarse sobre el foco del peligro, tanto sea por medio de la persuasión para salir de la calle hasta calmarse, o de avisar al entorno, del mismo modo que en el ejemplo del comienzo de la nota, cuando una persona, al ver alterado a otro conductor, decidió dejarlo pasar y no tenerlo detrás suyo.
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