En marzo de 2023, cuando había que renovar el decreto que mantenía desde 2016 el beneficio impositivo que permitía comprar autos eléctricos e híbridos con un 2% y un 5% de arancel de importación respectivamente, la Argentina se convirtió en uno de los pocos países de la región que no ofrece ninguna condición para fomentar la movilidad sustentable.
La medida había sido impulsada por el gobierno de Mauricio Macri, y se había ido renovando año tras año en los primeros años de la gestión de Alberto Fernández, sin embargo, probablemente por la misma política que restringió las importaciones para evitar la salida de dólares de las reservas del Banco Central, tras el primer trimestre del año pasado, ya no se mantuvo su vigencia.
El mercado de autos electrificados –que incluye eléctricos puros, híbridos, híbridos enchufables y microhíbridos- se abastece en un 90% de los casos, de vehículos que provienen de extra zona, es decir desde otros continentes. La gran excepción es la de Toyota, que trae sus versiones híbridas de Corolla y Corolla Cross desde Brasil, y Ford, que hace lo propio con la pick-up Maverick desde México.
De este modo, salvo estos casos, el resto de los autos híbridos o eléctricos se ven afectados en su precio por el arancel del 35% a la importación de extra zona, además del 17,5% del impuesto PAIS, y en la mayoría de los casos, también por el impuesto interno, el famoso impuesto a los autos de lujo, que alcanza a casi todos los modelos al menos en la primera escala, en la que pagan el 20% nominal que es un 25% efectivo, y si se pasan al segundo tramo, ese impuesto es del 35% nominal o el 52% efectivo.
Renault, con su pequeño Kwid E-Tech, hizo la apuesta de traer ese modelo desde China y venderlo por debajo del impuesto al lujo, su precio de julio es de $30.000.000, aunque no se puede desconocer que en Europa tiene un precio por debajo de los 18.000 euros, es decir 10.000 dólares menos que en Argentina. La misma marca francesa también lanzó en Argentina este año el Mégane E-Tech, pero por su posicionamiento de berlina con mucho equipamiento y tecnología, es imposible evitar la totalidad de impuestos que percibe Argentina para su importación. Así, mientras en Francia cuesta 30.000 euros, en la Argentina no puede bajar de los $71.000.000.
Según pudo saber Infobae, existe la voluntad del gobierno de reponer este beneficio arancelario para fomentar la adquisición de autos híbridos y eléctricos en la Argentina. De hecho, ese ha sido uno de los temas sobre los que se habló en las dos reuniones que el sector automotriz tuvo con el ministro de Economía, Luis Caputo, en los últimos tres meses. Los fabricantes, sin embargo, quieren estar seguros de no tener una amenaza de las marcas chinas como BYD, que ya desembarcó en Brasil y está creciendo rápidamente en su participación de mercado. Para eso, asignar un cupo determinado, con mayoría para las terminales y una cuota menor para los importadores, sería una medida adicional que creen necesaria.
Tanto ADEFA como entidad que nuclea a las automotrices con plantas de producción locales, como los importadores asociados en CIDOA, están intentando que se active a la brevedad posible, sin embargo, todo parece indicar que la reposición del arancel diferenciado volvería recién en 2025, probablemente acompañado de la liberación del Cepo para la compra de dólares.
Más allá de este cambio de situación, existe un camino posible que podría recorrerse para bajar el precio de este tipo de automóviles evitando que tengan que tributar el impuesto interno, del mismo modo que lo evitan los vehículos afectados al trabajo y la producción como son las pick-up y los furgones.
La argumentación tiene que ver con la génesis de ese impuesto, que fue creado como un modo de combatir el consumo de productos que pudieran ser perjudiciales para la salud, como el cigarrillo o las bebidas con cierta graduación alcohólica. Los automóviles cayeron en ese grupo de productos por sus emisiones contaminantes, por lo que perfectamente podrían ampararse en su condición de sustentables para evadir el pago del impuesto.
De hecho, es curioso que esa misma es la situación que se vive actualmente en Uruguay. Allí, el impuesto interno se llama IMESI (Impuesto Específico Interno), y desde enero de 2022, ha dejado de aplicarse a los autos eléctricos e híbridos en sus distintas formas, haciendo que hoy, dos años más tarde, muchos usuarios aprovechen que Uruguay tiene el 95% de su energía proveniente de fuentes renovables y que hay una extensa red de cargadores distribuidos por todo el país, para comprar un auto eléctrico a menor precio que su equivalente a combustión interna.
El gobierno uruguayo determinó, asimismo, que mientras los eléctricos no pagan IMESI, los híbridos se ven afectados de distinto modo de acuerdo a su motor de combustión. Los de menos de 2.000 cm3 pagan sólo el 2%, los de 2.000 a 2.500 cm3 pagan el 14% y sólo los de más de 2.500 cm3 pagan el 34,5%; los híbridos enchufables pagan el 3,45%, el 23% y el 34%; y si son microhíbridos deben tributar con el 7%, el 14% y el 34,5% respectivamente.
Si se bajaran en la Argentina los aranceles de importación del 35% al 2% para los autos eléctricos importados, o si se eliminara el Impuesto Interno en ambas escalas para este tipo de propulsión sustentable, más allá de una Ley de Electromovilidad, al menos habría una política que no castiga a quienes quieren invertir en esta tecnología como si ocurre actualmente.
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