Marcos Galperin, el empresario más rico de la Argentina, cofundador y principal accionista de Mercado Libre, la empresa más valiosa del país y una de las más valiosas de América Latina, retuiteó hoy una intervención en la red social de Esteban Domecq, director de la consultora Invecq, en la que el economista compara la muy dispar evolución del PBI por habitante de la Argentina en los últimos 50 años con la que en el mismo período tuvo el PBI por habitante de América Latina, tomada como región.
“En cinco décadas el PBI por habitante de América Latina aumentó 110%. En el mismo período, el de la Argentina apenas 15%, producto de 18 años recesivos y cuatro eventos disruptivos y dos períodos de estancamiento estructural”, precisó Domecq.
Eventos disruptivos
El economista señaló como los 4 eventos disruptivos al “rodrigazo” ocurrido en junio de 1975, durante el gobierno de Isabel Perón, la crisis de la deuda iniciada en 1982, la hiperinflación ocurrida en 1989, durante el gobierno de Raúl Alfonsín, y la crisis de 2001, cuando al cabo de una larga recesión se instauró un corralito bancario, cayó el gobierno de Fernando de la Rúa, su inmediato reemplazante, Adolfo Rodríguez Saá, declaró el default ante la Asamblea Legislativa, siguió un desfile de presidentes en la última semana del año y, ya en el inicio del 2022, se produjo el quiebre de la convertibilidad y sucedió un colapso económico-social durante el interinato presidencial de Eduardo Duhalde.
Domecq identificó también dos períodos de “estancamiento estructural”, el período 1975-1990, en el que –como recordó hace una semana una nota de Infobae, hubo un solo año sobre dieciséis en que la inflación fue inferior al 100, y no por mucho, y el iniciado en 2011 prolongado hasta la actualidad.
En un segundo tuit, Domecq explicó que esa larga y dramática secuencia explica el crecimiento permanente de la pobreza en la Argentina, “pasando de 5% a principios de los ´70 a más de 40% en la actualidad, en franco aumento”.
Y se preguntó: “¿Hay conciencia de lo que está en juego en este 2023/24, del desafío que tenemos por delante?”.
Los estudios, estadísticas y gráficos sobre el decepcionante desempeño del país abundan, pero no por eso dejan de funcionar como recordatorios, refrescantes de la memoria y llamados a la reflexión sobre la declinación relativa (y, en algunos períodos, absoluta) de la economía argentina.
Estancamiento estructural
Al actual período de “estancamiento estructural” citado por Domecq muchos economistas lo definen como un caso de estanflación, esto es, estancamiento con (cada vez más) alta inflación. De hecho, cada de las últimas cuatro gestiones presidenciales tuvo tasas de inflación sucesivamente mayores, con breves espasmos de crecimiento.
Un trabajo del Banco Mundial publicado originalmente en 2017 y actualizado luego por el economista argentino Julián Folgar estira el período de observación de la declinación argentina a 70 años, de 1950 a 2020 y muestra que en ese período el país encabezó un ranking de 104 países, ordenados según el porcentaje de tiempo que pasaron en recesión.
La Argentina con un 34% del tiempo en recesión ganó el escalón superior del podio, donde lo flanquearon el Congo y Siria. Luego se alinearon Irak y Venezuela, respectivamente con 31 y 29% de ese período en recesión, seguidos por Angola, Sudán, Zambia y Zimbabwe (todos igualados en 26%).
Además, en los 60 años transcurridos entre 1960 y 2020 la Argentina también sobresalió con una inflación promedio aritmético anual del 64,1%, contra 41,3% de América Latina, 20,2% de los países considerados “nuevos ricos” (España, Corea del Sur, Malasia, etc) y 4,9% de los socios de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE).
El trabajo del Banco Mundial notaba también que las recesiones argentinas no solo son frecuentes, sino también profundas, con un promedio de caída del PBI anual superior al 3,5% anual y duraban en promedio unos 20 meses.
Algunos estudios consideran a la Argentina el país “decano” de lo que los economistas han dado en llamar “la trampa del ingreso medio”; esto es, países que llegados a ese estadio del desarrollo económico no logran ir más allá. La Argentina en las últimas décadas no solo no ha dado signos de no poder salir de la “trampa”, sino que da signos de descender de escalón, como sugieren las comparaciones de ingreso per cápita y salarios mínimos y medios en dólares de los últimos años, tendencia que se profundiza a medida que el peso argentino se devalúa más y más.
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