En medio del cambio copernicano de reglas económicas que el gobierno de Javier Milei busca implementar desde el inicio de su gobierno, la lechería argentina empezó 2024 con una perspectiva a priori favorable a mediano y largo plazo. Referentes de la actividad lechera consultados por Infobae coincidieron en que puede haber luz al final de túnel tras el reacomodamiento de precios relativos. Pero -advierten- al menos en el primer semestre del año, el sector “pagará las facturas” de un 2023 signado por las consecuencias de la sequía y las distorsiones de todas las variables económicas que afectaron a todos los elementos de la cadena láctea.
Esas distorsiones tuvieron que ver no solo con los tipos de cambio especiales para soja y maíz que encarecieron la producción animal, incluida la láctea, sino con los derechos de exportación (DEX) o retenciones. Esta carga impositiva cayó en octubre pasado, en plena campaña electoral y, finalmente, el nuevo gobierno decidió mantenerla en cero hasta fin de junio, exceptuando a la lechería del 15% de DEX para la absoluta mayoría de las ventas externas, como dispuso en su proyecto de Ley Ómnibus.
En cuanto a producción. Jorge Giraudo, director ejecutivo del Observatorio de la Cadena Láctea Argentina (OCLA) señaló que en 2023 se produjo 2% menos de leche, a unos 11.330 millones de litros, contra 11.557 millones de litros producidos en 2022.
“El año pasado fue complicado en seca e ingresos. El deterioro del poder adquisitivo y los controles de precios tuvieron efectos adversos en el mercado interno. Y el mercado externo no fue atractivo por los precios internacionales que bajaron, combinados con un tipo de cambio retrasado y la aplicación de derechos de exportación”, explicó.
“Venimos de dos años de destrucción de valor, y en estos últimos meses, hemos absorbido el 85 al 90% por ciento de la destrucción de valor de la cadena” (Guillermina Más)
¿Y en 2024? Según Giraudo habría una baja productiva de 5 a 7%, efecto colateral de la seca, los malos resultados económicos de fin de año y el desacople entre costos y precios. “Comenzamos el año con una menor producción interanual yendo hacia el pico estacional de mínima de producción de abril”, respondió.
Guillermina Más, presidente de la Cámara de Productores Lecheros de la Cuenca Oeste de Buenos Aires (CaProLeCOBa) sostuvo que los productores de leche “llegamos a este comienzo de 2024 sin espaldas ni reservas y, en buena parte, descapitalizados. Venimos de dos años de destrucción de valor, y en estos últimos meses, hemos absorbido el 85 al 90% por ciento de la destrucción de valor de la cadena”. En cuanto al año que viene -prosiguió- “es difícil hablar en promedio; La primera parte será, sin dudas, dura y difícil, pues el ajuste de precios relativos afecta desde el día cero en nuestros costos y demora unos meses en llegar al precio de venta de la leche. Que vengamos de un 2023 tan adverso hace que necesitemos financiamiento para este período y, además, que sea más rápido que lo habitual el ajuste de nuestro precio”, en tranquera de tambo”.
Menos leche
Desde las empresas lácteas pintan un panorama similar. Ercole Felippa, presidente del Centro de la Industria Lechera (CIL), la cámara que agrupa a las grandes compañías del sector, coincide en que lo que suceda en 2024, aunque pueda ser mejor que 2023, tendrá directa relación con la coyuntura sufrida el año pasado.
Más allá del clima que “afectó de manera muy importante, a lo largo del año, se tomaron muchas medidas que, lejos de neutralizar el efecto de la sequía, lo agravaron, como la implementación de los distintos tipos de cambio -dólar soja en sus distintas versiones y el dólar maíz-, en donde la relación histórica que siempre existió entre un litro de leche y un kilo de maíz o de soja, quedaron totalmente desfasadas, teniendo en cuenta que son los dos principales insumos a la hora de hablar de costos de producción de leche”, explicó Felippa. En este punto, coincidió con Giraudo del OCLA, quien precisó que “normalmente con un litro de leche se compraban dos kilos de maíz y hoy se compra un 1,4, o se compraba un kilo de expeler de soja y hoy se compra muchísimo menos”.
El titular del CIL agregó que en 2023 “la política de precios en el mercado interno, con costos que subían de manera exponencial y que no podían trasladarse a los precios, significó una situación de debilidad muy fuerte, trasladada al eslabón de la producción primaria. Eso significó que muchos tambos achicaron sus rodeos, mandando parte a faena, la reducción del consumo de concentrado, en algunos casos, o eliminación en otros”.
“En 2023 la política de precios internos, con costos que subían exponencialmente y que no podían trasladarse significó una debilidad muy fuerte, trasladada al eslabón de la producción primaria” (Jorge Giraudo)
Esa baja en la calidad de la alimentación “si bien no se reflejó tanto en la producción del año 2023, seguramente nos va a pasar la factura para este año y probablemente termine afectando la producción de 2024. Vamos a estar en un año con menos leche que en 2023, con un sinceramiento de precios que se está dando, en donde claramente la rentabilidad, el año pasado fue negativa, tanto como para la producción primaria como como para la industria, con costos que aumentaron en dólares y que no todos pueden trasladarse a los precios, por lo menos en el mercado interno”, explicó.
Mayores costos, menor rentabilidad
A propósito de la producción y su rentabilidad, Más, de CaProLeCOBa, destacó que “los costos están aumentando fuertemente en general, no sólo en la alimentación, cómo consecuencia de la devaluación y del ajuste de precios relativos. La rentabilidad es negativa, viendo los precios del maíz y la soja. El precio de la leche al productor, acorde a rentabilidades lógicas debería de ser actualmente de 260 a 300 pesos”, afirmó.
En este sentido, Giraudo, del OCLA, precisó que “el precio de equilibrio de diciembre va a estar más o menos en 220 pesos contra un precio de promedio al productor muy cercano a los 200 pesos, que va a cubrir el costo de producción y va a dar casi neutro, sin rentabilidad, pero se va a ir acercando, porque me parece que los costos se van a ir frenando un poco y el precio, producto resultado del mercado externo, se va a ir acelerando, así que, puede haber algún punto de convergencia, en febrero, luego que se acomoden las variables, que estaban total y absolutamente distorsionadas”, explicó.
Dos medidas cuyos eventuales beneficios no llegan de inmediato al productor, pero que permiten al menos avizorar una perspectiva positiva a mediano plazo es la mejora del tipo de cambio, devaluación mediante, y la quita, al menos hasta junio, de los derechos de exportación (DEX) para los lácteos.
Para Más, “la devaluación en el corto plazo afecta negativamente, pero en este caso es un sinceramiento de precios porque el precio del dólar es otro precio más de la economía. Es importante y clave llegar a un punto de estabilización y tener un único tipo de cambio. En el mediano plazo, es claramente beneficioso”, manifestó, al tiempo que sobre la quita de los DEX señaló: “Valoramos fuertemente la excepcionalidad de contar con cero derechos de exportación para los lácteos; confiamos en que podrá ser permanente, es lo que seguiremos pidiendo. Haber logrado este cero hasta junio, en un contexto como el actual, con priorización fiscal para llegar al déficit cero, y donde podría haber pasado al 15%, es un mérito del director Nacional de Lechería (Sebastián Alconada)”, reconoció.
Sobre ambas cuestiones, Ercole Felippa del Centro de la Industria Lechera (CIL) recordó que siempre que hubo un proceso de devaluación, la lechería corrió por detrás. Se debe, explicó, a que la producción de leche tiene como principal destino (entre 70 y 75%) al mercado interno y sólo un 20 o un 25% se exporta. Felippa no se contentó con las retenciones cero hasta junio; también se quejó de la quita de reintegros a la exportación porque -fundamentó- “al eliminarse los reintegros estamos exportando impuestos en un producto que debe ser sí o sí competitivo a nivel global; si no, hay competidores que pueden producir con costos inferiores a los nuestros”. Por eso, concluyó, “hay que analizar el tema de los reintegros y revisar los porcentajes” que tenían la leche en polvo, los quesos, la caseína y los derivados del suero.
Exportación y consumo interno
“Comenzamos el año con una expectativa muy positiva en cuanto al mercado externo, ya que los precios internacionales mejoraron algo,, se logró la suspensión de los DEX y la mejora del el tipo de cambio, a unos $850 por dólar, “que mejora mucho la ecuación”. Al igual que Felippa, sin embargo, Giraudo lamentó la eliminación de reintegros a productos que tenían algún reintegro medianamente importante, como los quesos un 2,5% o la caseína 5 por ciento”.
En el nuevo escenario de dólar, precio y retenciones, el dirigente previó que la exportación podría aumentar respecto del 20% de la producción que significó en 2023. “Es probable que en el primer cuatrimestre estemos cerca de 30%, con lo cual la oferta doméstica va a disminuir”, señaló.
“Siempre que hubo un proceso de devaluación, la lechería corrió por detrás, porque la producción de leche tiene como principal destino (entre 70 y 75%) al mercado interno” (Ercole Felippa)
Girauda señaló que en los últimos años los márgenes comerciales de los supermercados aumentaron, pues los precios al consumidor subieron 20% más que los de salida de fábrica, a lo que deben agregarse moras de 40 a 45 días en los plazos de pago. Con una menor oferta, en cambio, la producción podría captar una mayor porción valor, que acompañe la suba de costos “para que el negocio empiece a ser medianamente más rentable”.
“La devaluación beneficia a la cadena porque se logra un mejor valor de exportación y que con la continuidad de la suspensión de los DEX van a hacer que traccione mucho más el mercado externo, en un escenario internacional que mejoró mucho en los últimos meses, aunque sin llegar a los niveles de un año y medio o dos atrás”.
Recuperación
En cuanto a la producción, consideró que será mucho menor en el primer semestre y probablemente se recuperará en el segundo.
“Con subas de precios del 25 al 30% en productos lácteos en los supermercados y como ya empezó a caer el consumo de algunos productos de mayor valor agregado, vamos a mantener un consumo muy básico de lácteos: leche fluida, queso cremoso y queso barra, y va a caer el consumo de todo el resto de productos. Hay que ver cómo eso afecta, sobre todo al sector PYME, que no tiene acceso a la exportación y tendrá que pagar los mismos precios de materia prima y de insumos que las empresas que sí accederán al mercado externo”, explicó.
“A mediano plazo, si se logra estabilizar la macroeconomía, somos optimistas dadas las ventajas competitivas de Argentina para exportar lácteos al mundo y todo lo que tenemos por crecer en producción. Vemos con buenos ojos la libertad de comercio, la ausencia de controles de precios, la libertad para exportar y, especialmente, la excepción de derechos de exportación. Tenemos un presente muy complejo y difícil, como la gran mayoría de los argentinos, pero con estabilidad la lechería tiene excelentes condiciones para crecer y generar valor”, concluyó Más de CaProleCoBA..
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