Pocos rincones de la ciudad de Buenos Aires mantienen su esencia como un rincón de Liniers, muy próximo a la Avenida General Paz, conocido como Las Mil Casitas.
Este refugio de baja altura edilicia posee intimidad entre pasajes, árboles y un aire de serenidad. Para ir hacia el interior porteño, tiene a mano accesos ágiles como la Avenida Rivadavia, entre otras arterias, y, para ir hacia la provincia, salida rápida por la Avenida General Paz, la Autopista 25 de Mayo o el Acceso Oeste. Según el relevamiento de la Junta de Estudios Históricos de Liniers, la construcción comenzó en la llamada “manzana F” (comprendida entre las actuales calles Ramón L. Falcón, Carhué, Cosquín e Ibarrola).
Norberto A. Acosta (h) uno de los titulares de Acosta Negocios Inmobiliarios, junto con sus hermanas y hermanos (nietos de Don Avelino Acosta, fundador de la compañía que opera en la zona desde 1944), contó a Infobae que el barrio de desarrolló en dos etapas o conjuntos: “el Ramón Falcón, delimitado por las calles Timoteo Gordillo, Ventura Bosch, Carhué y Ramón Falcón, con una orientación de los pasajes este-oeste; y el Tellier, en el polígono formado por la Avenida Lisandro de la Torre, Boquerón, Montiel y un sector hasta José León Suárez, y otro desde Timoteo Gordillo hasta Lisandro de la Torre, con orientación de los pasajes norte-sur”.
Cómo nació
Según se sabe en esta zona de Liniers se consumaron varias ilusiones de quienes venían a hacerse la América a principios del siglo XX.
En 1903 comenzaron a construirse los Talleres del Ferrocarril que conectaba esta parte del Oeste porteño. Los nuevos puestos de trabajo para este taller fueron ofrecidos a los obreros que trabajaban en los de Tolosa, en La Plata. La Municipalidad y la Compañía de Construcciones Modernas adquirieron terrenos, de acuerdo con una Ordenanza avalada el 22 de agosto de 1922 –aprobada por moción del diputado del Partido Conservador Juan Caferatta- y comenzó la construcción de casas de dos plantas, usando como modelo edificaciones de estilo holandés.
Las casitas medían 8,66 de frente por 8,66 metros de largo. Con dos habitaciones y dos baños, en dos plantas, todas con el mismo croquis y de gran calidad. Se caracterizaban por tener ventanas altas y alargadas, puertas finitas, y un entrepiso que servía como baulera. Se les ofreció a los empleados un crédito de condiciones muy favorables para que pudieran comprarlas. Las primeras se estrenaron hacia 1928.
Cada vivienda refleja hoy la impronta de sus propietarios y aunque la mayor parte están en buen estado, refaccionadas y totalmente modernizadas, algunas denotan el paso de los años y la falta de mantenimiento
Al comienzo y por la gran demanda que generaron, las casas se adjudicaban por sorteo. La entidad a cargo de esta distribución se denominó “Comisión de Casas Baratas”, por lo que pronto se conocería a la zona como las mil casitas baratas (otro barrio similar así nació cerca del Parque Chacabuco y se llama Cafferata).
Uno de los habitantes prestigiosos del barrio fue el poeta, dramaturgo y periodista Elías Castelnuovo (que nació en 1893 y murió en 1982), también recordado por un centro cultural que lleva su nombre en la calle Montiel.
Yendo del living al garage
En los años 60 los vecinos del barrio comenzaron a reformar sus casas. Ampliaban las ventanas, pintaban las fachadas o cultivaban enredaderas para diferenciarlas de las casas vecinas. También se realizaron reformas más estructurales, como el techado, la ampliación de terrazas y, con la llegada masiva de los automóviles, se optó por transformar en garages muchos de los livings de la planta baja.
En los 90 con la llegada de los primeros signos de inseguridad aparecieron los enrejados, las puertas blindadas y los sistemas de alarmas. Aunque el barrio de Las Mil Casitas sigue cobijando a gente trabajadora de clase media que, como aquellos primeros moradores, cumplen el sueño del techo propio.
Calles como Tonelero, Humaitá, La Cautiva, El Zorzal, entre otras, son parte de este trazado que atrae la demanda para comprar o alquilar (aunque este tipo de operación está complicada y no se consiguen por el lugar, predominan en venta). También Mburucuyá, Bermejo, La Madreselva, El Trébol, El Carpintero, El Cardenal, Las Bases son algunos de los pasajes. Siendo la Plaza Sarmiento su punto verde y de encuentro.
Volver al presente
Ariel Erice, de Inmobiliaria Naccarato, destacó a Infobae que “son casas ideales para una familia. Con materiales de buena calidad que la gente fue mejorando y sobre todo las adaptaron con el confort contemporáneo. Se empezaron a ver modificaciones, como por ejemplo terrazas, garajes, jardines, entre otras áreas o ambientes integrados con cocinas en isla o península y gran espacio de guardado”.
El perfil de la gente que vive en el barrio de Las Mil Casitas está conformado esencialmente por la clase media, radicados en el barrio desde hace tiempo.
“Hijos o nietos de los primitivos familiares eligen quedarse por su tranquilidad, la cantidad de buenos colegios y la importancia de fáciles accesos a diferentes puntos ya sea en autos particulares o por medio del transporte público, incluido el ferrocarril Sarmiento”, amplió Erice.
Precios y demanda
En el mercado inmobiliario del barrio de Las Mil Casitas los valores de las propiedades se pueden encontrar desde los USD 120.000 y pueden llegar a costar cerca de USD 250.000 dólares, dependiendo de las reformas que hayan sufrido con el paso de los años. Por lo general, los expertos del lugar aclaran que no tienen piscina.
La zona no escapó al descenso de los valores ocurrido en el segmento desde 2018, donde se estiman que las cotizaciones en venta descendieron entre un 35% y 40%, y en algunos casos hasta un poco más.
También hay casas costosas. Acosta, amplió que “la concentración de viviendas cotizadas en esta zona se debe, al igual que por ejemplo en Barrio Naón, por la ubicación y las características edicilias. No se inunda, la presencia de centros comerciales, escuelas de muy buen nivel, y los nuevos polos gastronómicos hicieron que esta zona de la ciudad sea cada vez más elegida por jóvenes y familias con chicos”.
A esta altura desde el sector notan que el barrio atrae y hubo más operaciones en el comienzo del año hasta mitad de abril.
“Luego vino el cimbronazo de la fuerte subida del dólar blue y se desaceleró un poco el crecimiento de las ventas. Igual es buen momento para quien quiera hacerlo. Hoy se están vendiendo propiedades a un valor impensado en comparación con otros años. El que dispone de los dólares los hace valer y accede a propiedades a bajo costo”, destacó Erice.”
Pueden verse propiedades de 4 ambientes modernizadas y refaccionadas con todo el confort para una familia con hijos. Con ambientes amplios, como living comedor de 4 x 8 metros y pisos de pinotea originales
Prevalecen propiedades de 4 ambientes en dos plantas, originalmente con dos baños; algunas con garaje o entradas de auto. Las más buscadas y cotizadas son las ubicadas en esquinas ya que tienen patio o jardín al frente.
Además, de la tranquilidad del barrio y los servicios cercanos (colegios privados, diversidad de locales comerciales, cervecerías artesanales, gimnasios, el Shopping Plaza Liniers, entre otros) en la zona crecieron polos gastronómicos como el de Avenida Emilio Castro y el de la zona de alrededor de la plaza Los Andes (Avenida Rivadavia al 10.300 entre Albariño y Corvalán).
“Por eso la demanda busca estas viviendas, sobre todo familias con hijos en en edad escolar o universitaria. Estamos esperando la reactivación del mercado inmobiliario con la posibilidad de acceder a créditos hipotecarios para la gente joven que busca comprar su primera vivienda”, concluyó Acosta.
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