La ciudad de Buenos Aires siempre ofrece ricas historias en torno a grandes figuras y próceres que forjaron la patria. Entre ellas se encuentra la del edificio Calmer ubicado en la Avenida Belgrano 430. La particularidad es que este inmueble se levantó en el lugar en el que nació Manuel Belgrano, bandera, quien nació allí en junio de 1770 y falleció en la pobreza, enfermo y olvidado el 20 de junio de 1820 (el martes se celebran los 253 años de su partida física).
Se trata de un inmueble que surgió para rentas de viviendas y con el tiempo al igual que otras joyas icónicas porteñas fue mutando y actualmente se reparte entre departamentos residenciales y oficinas.
El historiador Roberto Colimodio, quien junto al arquitecto Alejandro Maddoni publicaron el libro Manuel Belgrano, la verdadera historia de la casa familiar en Buenos Aires, en base a una intensa investigación pudieron confirmar que el solar natal del prócer no es una vivienda que estuvo al lado del Calmer (ver foto siguiente) y que muchos erróneamente la asocian con el vencedor de las batallas de Tucumán y Salta que fueron vitales en la Guerra de Independencia contra la corona de España.
Para determinar el lugar donde nació y murió Belgrano hay que remontarse a 1770 cuando nació el octavo hijo del matrimonio entre María Josefa González Casero y Domingo Belgrano Peri.
De profesión comerciante, Domingo -luego castellanizó su apellido materno por Pérez- consolidó su posición económica y social. “En 1764 los esposos adquirieron una propiedad a escasos metros del Convento de Santo Domingo; según la escritura, unas casas de paredes de tierra”, relató Colimodio.
Su pasado histórico
El Calmer representa el último eslabón de una serie de edificios que ocuparon los solares que lo componen desde el siglo XVIII. El bloque que se encuentra sobre la Avenida Belgrano ocupa el solar que perteneció a la familia del prócer, es decir el lugar donde nació, vivió y murió Manuel Belgrano, para construir hacia 1880 un edificio de renta que se conoce como “Pre Calmer”, a partir de la demolición de la casa histórica.
Maddoni dijo que “desde el punto de vista arquitectónico los tres edificios han sido valiosos exponentes de las épocas en que fueron edificados, la vivienda colonial original, un edificio de renta de estilo italianizante y otro edificio de renta de estilo racionalista característico de los años ‘30 y ‘40”.
Pre Calmer
No es correcto el relato que afirma que la casa histórica fue demolida en la década de 1930 para ensanchar la calle Belgrano y construir, sobre sus cimientos, el actual edificio Calmer. Como también es errónea la afirmación acerca de su demolición en 1909. Seguramente existiría más información de la casa si hubiera sobrevivido hasta entonces y no las dos o tres fotografías que circulan desde ese año de un edificio que no corresponde a la verdadera casa que, de haber sobrevivido hasta 1930, hubiera tenido más posibilidades de conservarse.
“Estos relatos han borrado de un plumazo décadas de historia del sitio, ignorando la existencia de un edificio que hemos denominado Pre Calmer, un eslabón desconocido entre la Casa de Belgrano y el Calmer actual”, señaló Colimodio que también es historiador de la vida de José de San Martín.
El plano revela cómo estaban distribuidos los nueve accesos, tres de ellos para ubicar escaleras que conducían a los dos pisos superiores y a la “azotea”. Las otras seis puertas daban acceso en la planta baja a tres espacios paralelos de todo el largo de la parcela identificados como “depósitos” conteniendo dos accesos cada uno, todos comunicados entre sí y en el caso de dos de ellos con pasos directos a las parcelas Demarchi ubicadas sobre la calle Defensa demostrando el uso común de las instalaciones ubicadas sobre ambas calles.
Maddoni, explicó que estos sectores fueron completamente modificados teniendo en cuenta que las fundaciones del edificio actual, de más de 10 pisos, exigieron un movimiento de tierra tal que resultaría prácticamente imposible el hallazgo de restos materiales pertenecientes a la casa histórica. “En este sentido el único sector no ocupado por el edificio actual es el que corresponde al retiro para el ensanche que abarca hoy la vereda del Calmer y parte de la avenida Belgrano, que, si bien no fueron ocupadas por las estructuras más modernas, han sufrido el embate por la instalación de tendidos subterráneos que vuelven improbable la existencia de elementos antiguos, además de la dificultad de practicar excavaciones en la vía pública”, dijo.
El ensanche de la calle Belgrano
Las reformas edilicias y urbanísticas aplicadas a la ciudad desde 1880 se prolongaron hasta la década de 1950. Desde la apertura de la Avenida de Mayo pasando por las diagonales como la 9 de Julio y el ensanche de una serie de avenidas paralelas en dirección este-oeste.
Algunas reformas, que se venían postergando desde la época de Rivadavia, encontraron hacia principios del siglo XX un campo fértil para materializarse. Una ordenanza del 5 de julio de 1904 estableció la prolongación y ensanche de varias calles para convertirlas en avenidas entre ellas Belgrano.
“Es interesante observar en uno de los planos que las antiguas parcelas Sarratea/Quiroga/Demarchi y la correspondiente a Belgrano aparecen conformando un polígono común, dejando clara su pertenencia a un único propietario que se vería afectado por el ensanche y con quien la Municipalidad negociaría la compra de la franja a expropiar. Este documento termina por confirmar que los Demarchi o alguna de sus empresas eran sus genuinos propietarios”, precisó Colimodio.
La casa histórica y su desaparición
La actual parcela Calmer fue adquirida por los padres de Manuel Belgrano en 1764 y contaba por entonces “unas casas viejas paredes de barro” a partir de las cuales construyeron su residencia “con 234.500 ladrillos” según declaró Domingo Belgrano en su testamento de 1795.
Llegó a tener 10 habitaciones en torno a tres patios y contaba además con varios almacenes ubicados sobre el frente de la casa. A lo largo de sus 106 años de existencia estuvo en manos de la familia a través de las líneas Acevedo Belgrano y Castañón Acevedo que la ocuparon hasta 1870 cuando fue adquirida por la familia Demarchi.
Los nuevos dueños unificaron las parcelas donde funcionaron por muchos años las instalaciones de la antigua droguería Demarchi y sus descendientes construyeron nuevos edificios de renta hasta llegar al Calmer actual. La casa fue demolida entre 1873 y 1883 y su recuerdo fue reflotado recién en 1920 con la colocación de la primera placa alusiva al cumplirse el primer centenario del fallecimiento del prócer.
A los ojos de hoy la demolición de esta casa puede parecer insólita pero varios factores confluyeron a su desaparición, comenzando por la fecha de su venta a finales de 1870. La epidemia de fiebre amarilla desatada un par de meses más tarde convirtió a las antiguas casas coloniales en focos de infección. Pero para entonces la casa cargaba con una pesada herencia acumulada prácticamente desde la adquisición de 1764. Las fianzas e hipotecas contraídas por Domingo Belgrano como garantía de sus negocios signaron su suerte hasta la venta final. Con los años acumuló una serie de antecedentes económicos, judiciales y familiares que la convirtieron en un objeto antiguo y obsoleto carente de todo valor histórico al momento de la demolición.
Colimodio dijo: “Prueba elocuente de ello es que no existe una sola mención a Manuel Belgrano en el largo concurso de su hermano Francisco que involucró a los bienes familiares durante 50 años y del cual la casa formó parte a partir de 1856. Fue la casa paterna, familiar y mortuoria, el hogar familiar de Manuel, pero no su propio hogar, el que se solía organizar luego de tomar estado como se llamaba por entonces al casamiento y donde pudiera haber criado a sus hijos junto a su esposa. No fue así. Manuel dedicó su vida a la formación profesional primero y a la función militar después cuando producida la Revolución de Mayo se convirtió en líder a cargo de los ejércitos de la Patria”.
Esto, sumado al deterioro del edificio, atentó contra el recuerdo de la casa.
Basta agregar que tanto ese monumento como el mausoleo (se encuentra en el atrio del Convento de Santo Domingo), donde reposan sus restos desde 1903, fueron levantados por suscripción pública, el Estado no aportó un solo peso.
Para entonces la figura de Manuel Belgrano no había adquirido la dimensión que alcanzó durante el siglo XX a pesar de que ya se había publicado la Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina de Bartolomé Mitre e inaugurado su estatua ecuestre, además de contar con el temprano antecedente de que su apellido dio nombre a la calle donde estaba su casa natal desde 1821.
El edificio Calmer
Fue construido hacia 1940 teniendo en cuenta el ensanche de la antigua calle Belgrano de acuerdo con las nuevas corrientes estéticas y con las normativas que permitieron mayores alturas. Colimodio, dijo que “fue proyectado y destinado como un edificio de renta ya que por entonces no existía la ley de propiedad horizontal y el edificio completo pertenecía a una persona física o jurídica que lo destinaba a alquiler”.
El proyecto estuvo a cargo del arquitecto Leopoldo Schwarz. Maddoni dijo que “la producción de Schwarz abarcó variados estilos, desde algunos pocos ejemplos de neocolonial pasando por el academicismo, influido por su formación en el antiguo Colegio Nacional Central y en la Facultad de Arquitectura de la UBA, de donde egresó como uno de los mejores alumnos; hasta sus numerosos proyectos dentro del movimiento moderno o racionalismo al que pertenece el edificio Calmer”.
La obra estuvo a cargo de la empresa constructora Maurette como lo indica una placa en su frente. La publicidad aclaraba que el Calmer tenía dos direcciones una sobre Belgrano y otra sobre la calle Defensa.
“La planta compleja de la parcela con salida a dos calles perpendiculares fue resuelta por medio de dos bloques que explotan las alturas máximas diferenciadas de ambas arterias; articulados por un espacio libre hacia el centro de la manzana a modo de plaza seca que contiene las cocheras. Este estilo de formas geométricas puras y despojadas de ornamentación permitía además un máximo aprovechamiento de los espacios destinados en este caso a vivienda de renta. En la primera mitad del siglo XX este tipo de edificios proliferaron por toda la ciudad y existen aún excelentes exponentes de los que el Calmer es un digno ejemplo”, agregó Maddoni.
Un proyecto de ley que se demora
Al cumplirse el martes 20 de junio los 253 años del nacimiento y 203 años de la muerte de Manuel Belgrano el solar histórico de la Avenida Belgrano 418–430 aún no ha sido declarado oficialmente como Lugar Histórico Nacional. Clara Vega, senadora nacional por La Rioja impulsó un proyecto de declaratoria desde el Senado de la Nación.
Según el Ministerio de Cultura la solicitud de declaratoria ha sido cursada a la Comisión Nacional de Monumentos, Museos y Lugares Históricos quien aún no se ha expedido al respecto a pesar de haber pasado 103 años desde la colocación de la primera placa que reconocía el solar como el lugar exacto donde se ubicó la casa histórica.
En octubre último esa placa fue robada y aún no se pudo recuperar.
Como es el edificio y lo inmobiliario
El edificio Calmer tiene 10 pisos y las unidades se reparten entre viviendas y oficinas que poseen entre 100 y 135 metros cuadrados.
“Cuenta con materiales como mármol de Carrara en la entrada, pisos roble de Eslavonia en las propiedades, paredes de hormigón, originalmente había un sistema de calefacción central a vapor con radiadores y caldera a petróleo (sigue estando en el sótano) luego se pasó a gas y hoy no funciona por desgaste de las cañerías, operaba hasta hace unos 15 años aproximadamente. Existe también un antiguo incinerador de basura hoy sellado y anulado”, contó Roberto Calzoni, administrador del edificio.
Actualmente hay oficinas y viviendas que buscan alquilarse o comercializarse. Según Reporte Inmobiliario el valor de venta en esta zona de Monserrat oscila entre USD 1.400 y USD 1.800 por m2, precios de oportunidad por la baja de los valores que ocurrió desde 2018.
Y en alquiler tradicional los precios allí superan los $110.000 mensuales en dos ambientes y $145.000 en tres ambientes, aunque por la escasez reinante no hay mucho. Los alquileres temporarios o turísticos entre Monserrat y San Telmo parten desde USD 600 por mes.
Diego Migliorisi, de Migliorisi Propiedades, destacó que “el Calmer tiene una importancia vital para lo cultural e histórico, porque remite a Belgrano. Hay placas conmemorativas que reflejan un legado moral. Hubiera sido muy importante, (hay una ley que no se cumple que dice que hay que conseguir un lugar) que el gobierno consiga un lugar, hacer una réplica de la casa y que allí funcione el Instituto Nacional Belgraniano para dar este testimonio e información sobre este legado tan importante”.
La zona tiene una oportunidad de modificarse porque fue muy golpeada por la pandemia. Tiene muchas oficinas que se liberaron y pueden ser reconvertidas en viviendas para alquilar dentro del esquema tradicional o temprario.
“Hay muchos edificios de oficinas que ya se están repensando en el cambio hacia lo que es el alquiler turístico, comercial, muchos locales cambiaron de rubro y oficinas también, porque antes era necesario ir sí o sí al Centro porque estaban todas las dependencias públicas porteñas y de Nación y hoy ya con la digitalización, los trámites no son necesarios hacerlos de manera presencial”, agregó Migliorisi.
Conviven edificios cercanos de distintos estilos, además de lo racionalista, los de corte francés o italiano, pero al caminar cerca entre Monserrat y San Telmo aún perduran fachadas de épocas coloniales y de corte español.
Jorge Yavícoli, de Lepore Propiedades, dijo a Infobae que el Calmer es elegido por profesionales y empresas Pymes. “En el caso de las oficinas tenemos que calcular para aquellas que son estándar que se vendan entre USD 800 y USD 1.200 por m2 pudiendo llegar a los USD 2.000 y USD 2.500 por m2 en los edificios nuevos o torres de última generación. En relación con los alquileres las propiedades mantuvieron su valor dada la necesidad del mercado de contar con oferta para vivienda, por lo cual aquellos departamentos que permiten también un uso profesional mantienen el valor por su doble potencial”, concluyó.
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