Las exportaciones argentinas han alternado años de subas y bajas en la última década, pero hay un sector que mantuvo casi siempre la tendencia creciente. Se trata de la industria del software, un rubro que entre 2013 y 2023 multiplicó por 16 el valor facturado por sus envíos al exterior.
En detalle, el sector pasó de exportar USD 150 millones en 2023 a facturar USD 2.500 millones en 2023, lo que significó una mejora de 1.566% en ese período, según un informe elaborado por la fundación Fundar.
A su vez, las ventas totales en el mercado interno pasaron de $350 mil millones en 2003 a $1.200 billones en 2023 (a pesos constantes del 2022), lo que implicó un crecimiento del 242,8%.
Aún así, Argentina perdió posiciones en el ranking global de exportaciones. De acuerdo a los datos publicados por el organismo, en 2011 las empresas locales ocupaban en forma conjunta el puesto número 25° a nivel mundial y en 2021 ya habían bajado al puesto 35. Esto se debe a que nuestro país tuvo un menor ritmo de crecimiento que el resto de sus competidores internacionales.
Este escenario no parece fácil de revertir. Desde Fundar explicaron que Argentina entró en una nueva fase marcada por una desaceleración en el crecimiento del sector a nivel doméstico, y un mercado global cada vez más competitivo, con una mayor concentración en los grandes jugadores y una mayor competencia de países en el segmento intermedio, en el que se encuentra Argentina.
“Además, las condiciones macroeconómicas y las restricciones cambiarias locales hicieron que las empresas del sector buscarán localizar operaciones y crecer desde otros países; al mismo tiempo que otras fueron adquiridas por jugadores globales”, subrayaron.
El perfil de la industria local
El ecosistema empresarial de software y servicios informáticos en Argentina está lejos de ser homogéneo. Engloba empresas con muy distintos tamaños y niveles de productividad. Destacan los “unicornios”, como Mercado Libre o Globant, con altas capacidades de competir internacionalmente. Pero sería equivocado pensar que este es el panorama general. El sector de software argentino está fundamentalmente compuesto por microempresas y empresas pequeñas que venden horas/programador a bajo costo (92% del total en 2022).
A diferencia de países como Brasil, que han desarrollado un sector de software orientado hacia su mercado interno, en Argentina el sector de software se ha caracterizado por una mayor orientación exportadora. La mayoría (73%) tiene clientes en el exterior y muchas compañías tienen también presencia en otros países, con oficinas, distribuidoras y operaciones. Los destinos de ventas más frecuentes de estas empresas son Brasil, Estados Unidos y otros países de América Latina.
Las propuestas del sector
Según el análisis de Fundar, Argentina podría ser una marca internacional en software, como ya lo es en otros productos, pero esto no ocurrirá de manera automática. Para los especialistas, el desarrollo de la nueva generación de empresas de software requiere una política pública orientada a financiar su potencial latente.
“No alcanza con medidas orientadas a reducir los costos de operación o aumentar la disponibilidad de recursos humanos. Se trata de pensar una nueva agenda con sintonía más fina a sus necesidades y desafíos. Implica, por un lado, repensar a futuro el régimen de promoción sectorial vigente y, por el otro, implementar paquetes de medidas que lo complementen”, señalaron.
¿Qué proponen en concreto? Los desarrolladores de software presentaron una serie de propuestas para cambiar el panorama. Por un lado, plantean modificar el actual régimen de promoción sectorial. “Muchos países tienen esquemas impositivos orientados a reducir los costos de operación, atraer inversiones y fomentar el crecimiento del sector como una plataforma de exportación. Sin embargo, debemos preguntarnos si el régimen local no es -en definitiva- un parche para paliar eventuales distorsiones (cambiarias y tributarias, entre otras) que las empresas que operan en Argentina enfrentan en relación con sus competidores globales”, comentaron.
“A veinte años de la creación del régimen de promoción sectorial -primero vigente bajo la Ley de Promoción del Software (2004-2019) y luego bajo la Ley de Economía del Conocimiento (2019-2029)-resulta imprescindible rediseñar el régimen con una perspectiva estratégica orientada a promover actividades con mayor valor agregado a fin de desarrollar ventajas comparativas incipientes”, apuntaron.
Por otro lado, aseguraron que sin una mejora en la disponibilidad y en el acceso al capital orientado a fomentar el crecimiento de largo plazo de las empresas nacientes es improbable que cualquier avance en otra dimensión tenga un efecto significativo sobre el conjunto.
Asimismo, propusieron aumentar la integración con el entramado productivo nacional. “Cambiar de paradigma supone también pensar que, tal como se hace con la política industrial orientada al desarrollo de proveedores locales para otras cadenas productivas, puede haber política focalizada en generar eslabonamientos productivos para el sector del software”, indicaron.
“Debemos salir de una mentalidad de sustitución de importaciones: no se trata de que se importe menos software del exterior, sino de colaborar para que las empresas nacientes de software argentinas puedan tener su primer campo de experimentación y cartera de clientes a nivel local para luego, desde allí, buscar su inserción internacional”, agregaron.
Asimismo, destacaron la importancia de promover equipos capacitados. Para ello, consideraron que hay que efectuar dos movimientos. Primero, diagnosticar cuellos de botella de perfiles específicos requeridos y poner allí el foco del esfuerzo de un sistema de formación y capacitación público-privado.
Segundo, poner en marcha políticas para acompañar a los equipos de fundadores de startups de software y fortalecer sus capacidades de desarrollar negocios exportadores
Hacer Comentario