Más allá de la grieta y de la discusión preelectoral, los costos y beneficios de emprender una dolarización en el país fueron analizados por un reconocido economista argentino del MIT, Iván Werning, quien advirtió sobre las consecuencias de hacerlo sin reservas.
En el paper “Dollarization dynamics” Werning y otros dos expertos del MIT se refirieron a las condiciones de otros países para adoptar la divisa norteamericana y, en particular, qué ocurre si este movimiento se produce sin dólares suficientes en el Banco Central.
“En este estudio se examinan las consecuencias de la dolarización de una economía con una escasez inicial de dólares. Se demuestra que la dinámica de transición resultante equivale a una “parada brusca”: el consumo de bienes comercializables disminuye, el cambio de moneda se deprecia bruscamente mediante una caída discreta de los precios interiores y los salarios, seguida de una apreciación gradual y una inflación positiva”, destacaron Werning, Tomás Caravello y Pedro Martinez-Bruera.
La dinámica de transición resultante equivale a una ‘parada brusca’: el consumo de bienes comercializables disminuye (Werning, Caravello, Martínez-Bruera)
“Con las rigideces nominales, la economía entra primero en una recesión, incluso si se permite que los precios y los salarios se ajusten de forma flexible en función del impacto. La subsiguiente recuperación de la actividad siempre “sobrepasa” el estado estacionario: el sector de bienes no comerciables pasa de la recesión inicial al auge, y luego asciende a su estado estacionario”.
El estado estacionario consiste en alcanzar una cantidad de capital y un tamaño de la población constante y, una vez alcanzado este punto, la economía de ese territorio no experimenta ningún tipo de crecimiento adicional.
Sin vueltas, Werning explicó luego: “Dolarizar con una escasez de dólares apesta. Cortesía de los efectos macro y de equilibrio general que no se discuten suficientemente. Por supuesto, todavía tenemos los costos habituales, el señoreaje y la pérdida de independencia de la política monetaria”.
Por un lado, subrayó la “transferencia de señoreaje a extranjeros y la pérdida de la independencia de la política monetaria para estabilizar los choques externos”.
“El costo de perder una política monetaria independiente es esencialmente el de un régimen de cambio fijo o unión monetaria”, resaltó Werning.
“Mucha investigación sugiere que es muy significativo. Estos dos costos bien conocidos son a largo plazo (señoreaje) o demorados e inciertos (independencia)”, agrega el análisis.
El beneficio potencial de reducir la inflación es inmediato
A la vez, reconoció el estudio que “el beneficio potencial de reducir la inflación es inmediato. Este desajuste de horizontes juega un papel en su atractivo político, a pesar de las dudas de la mayoría de los economistas con respecto a las dolarizaciones” ya registradas en países como El Salvador, Panamá y Ecuador, entre otros.
“¿Qué pasa si un país opta por la dolarización pero le faltan dólares y no tiene crédito? (pensando en ti Argentina)”, se preguntó Werning.
“Este problema de escasez de dólares se aborda de manera informal desde un ángulo individual al preguntar “¿cuántos dólares obtengo por mis pesos convertidos?” La gente mira la ecuación de reservas/pesos u otras variantes y se preocupa por el valor que obtendrán”, destacó.
Sin embargo, aclara el paper que esta ecuación “pasa por alto completamente el efecto macro del panorama general, los efectos de equilibrio general!”. En particular, se preguntó “¿cuáles son los efectos sobre el consumo, la producción y el empleo, la balanza comercial, y el tipo de cambio real?”.
En base a un “un modelo macromonetario de economía abierta” se concluyó que una dolarización con escasez de dólares provoca un “sudden stop”, o parada repentina, un concepto que “se inspiró en el comentario de un banquero sobre un artículo del difunto Rudi Dornbusch (MIT) y Alejandro Werner sobre México. Allí contaba que “no es la velocidad lo que mata, es la parada repentina”.
Esto implica “un gran ajuste en el tipo de cambio, potencial crisis financiera; básicamente, nada placentero”.
Esto ocurre cuando existen escasos dólares para la reconversión monetaria y provoca “una caída discreta en el consumo transable, que luego se ajusta lentamente con el tiempo de regreso a su estado estable. Intuitivamente: la gente ahorra para acumular saldos de dinero en dólares. En conjunto, la cuenta corriente de la balanza de pagos se ajusta a lo grande”.
Las consecuencias
“Las consecuencias son que, si los precios y los salarios son completamente flexibles, necesitamos una fuerte devaluación real, una caída en el precio de los bienes no transables y los salarios en términos de dólares. Luego, seguido de una lenta, los precios y los salarios subirán a su estado estacionario. ¡Así que todavía tendremos inflación!”, aclaró Werning.
Si los precios y los salarios son completamente flexibles, necesitamos una fuerte devaluación real, una caída en el precio de los bienes no transables y los salarios en términos de dólares (Werning)
“Es posible que a algunas personas realmente no les guste que sus salarios en dólares hagan esto, no es muy popular. “Si dolarizamos y cotizamos los precios principalmente en pesos, entonces las empresas tienen que comenzar a cotizar los precios en dólares. Esto puede coordinar un gran festival de precios flexibles por un corto tiempo”, explicaron los expertos.
Pero esa flexibilidad, aclararon, no salva a la economía de una recesión. “Incluso si todos los precios pueden adaptarse libre y súper racionalmente con una previsión perfecta, no se ajustarán lo suficiente para evitar una recesión”, indicaron.
“Inicialmente la inflación es cero. Pero inmediatamente la inflación se cuela para llevar los precios, los salarios y el tipo de cambio real a otro valor”, afirmaron.
Con este ajuste, “entonces la recesión inicial es peor, por supuesto, pero aún tenemos inflación”, conclusiones que deberían escuchar aquellos que están a favor y en contra de la dolarización que promueve, sobre todo, el precandidato presidencial Javier Milei.
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