La prometida reducción del impuesto PAIS obligó al Gobierno a enfrentar un dilema en el que la decisión de bajar la alícuota colisiona con la posibilidad de disponer de mayores recursos para reactivar la economía. En términos extremos, el choque se da entre seguir estimulando la baja de la inflación versus apuntalar la actividad. “Nada más reactivante que bajar la inflación”, es el lema del inminente ministro de desregulación de la economía Federico Sturzenegger, en el que el Presidente Javier Milei parece creer fervorosamente. Y, aunque no fuera así, el mandatario está convencido de que fue votado, antes que nada, para bajar la inflación.
Así las cosas, los primeros cálculos indican que el espacio que el Gobierno hubiera obtenido con la aprobación del Paquete Fiscal para, por ejemplo, acercar a las provincias mayores recursos para obra pública y relajar el férreo control sobre el gasto de otras áreas sensibles sin afectar el resultado positivo de las cuentas públicas hacia fin del segundo semestre, queda definitivamente acotado.
El prometido recorte de 10 puntos porcentuales a la tasa actual de impuesto PAIS, de 17.5%, implicará seguir teniendo mano dura con el gasto público a riesgo de prácticamente sacrificar el superávit financiero, contemplando incluso los recursos que compensarán esa baja, provenientes de la reinserción de Ganancias y el blanqueo de capitales.
“Con la aprobación de la Ley Bases y el paquete fiscal, existe el compromiso de reducir la alícuota del Impuesto PAIS del 17,5% al 7,5%. Si la reducción del impuesto PAIS se implementara en agosto y estuviera vigente durante los últimos 5 meses del 2024, el superávit financiero se acercaría a cero (0,05% del PIB). Se concluye, entonces, que si la decisión fuera bajar la alícuota del impuesto PAIS desde agosto, el margen para aflojar el grado de ajuste en el gasto, con relación a lo ocurrido en el primer semestre, resulta muy acotado”, proyectaron Marcelo Capello y Nicolás Cámpoli, economistas del IERAL.
A esa conclusión llegaron tras explicar que si durante el segundo semestre, los ingresos y gastos exhiben similar estacionalidad que en los últimos años, el resultado primario resultaría positivo y parecido al de la primera mitad del año, aunque el resultado financiero podría terminar en terreno levemente negativo.
Sin embargo, la evolución de los recursos en el segundo semestre podría mejorar por dos motivos: la probable recuperación de la actividad económica agregaría recursos por alrededor de 0,18% del PIB. mientras que la aprobación en el Congreso del paquete fiscal suma ingresos por alrededor de 0,21% del PIB. “Con esos mayores recursos, el año 2024, podría finalizar con un superávit primario del orden del 2,2%, y un superávit financiero de 0,4% del PIB”, calcularon los analistas. Sin embargo, el Gobierno se comprometió a reducir el impuesto PAIS y, con ello, los resultados de las cuentas públicas dejan de ser tan holgados.
Sin esa baja impositiva, se cree que lo más probable sería ver una desaceleración en el ajuste del gasto en el segundo semestre, especialmente en aquellas partidas con mayores recortes en el primer semestre, como la inversión pública nacional o las transferencias discrecionales a provincias (corrientes y de capital), Pero ése no parece ser el camino elegido, aunque tal vez la postergación de esa reducción del impuesto a septiembre (y no a agosto) puede mitigar la pérdida de recursos fiscales. En cualquier caso, el propio Presidente confirmó el viernes que uno de los primeros pasos de la agenda que se inicia en el segundo semestre será, efectivamente, reducir el impuesto PAIS, lo que ocurría el mes próximo. O el siguiente, según agregó horas más tarde en conferencia de prensa el ministro de Economía.
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