Aunque las primeras mediciones privadas de precios durante julio varían entre un índice menor al 4,2% –que confirmaría el anticipo de Caputo de “la más baja del año”– y un registro por encima de esa cifra, lo cierto es que todas coinciden en un dato tan o más relevante para analistas y el propio equipo económico. La desaceleración de la inflación núcleo es más marcada y tiende a la convergencia con el ritmo de devaluación del 2% que sostiene el Banco Central desde diciembre pasado, contra toda crítica y advertencia de atraso cambiario.
Por caso, las estadísticas mensuales del IPC-OJF, de la consultora de Orlando Ferreres, arrojó para el mes pasado una inflación general de 3,6% y una núcleo de apenas 2,3% mensual. Otras mediciones la ubican algo más arriba, pero en todo caso por debajo del 3,2% que el propio BCRA anticipó a principios de julio en una presentación ante inversores privados en Nueva York para explicarles el nuevo plan de emisión cero.
En una línea similar, la medición de PriceStats, la plataforma desarrollada por Alberto Cavallo (hijo del ex ministro de Economía), arrojó que la inflación mensual fue del 2.8% en julio. Aunque anotó, según ese relevamiento, una suba en los últimos días, la tendencia se estabilizó alrededor del 3%. “La medición de PriceStats no incluye las tarifas de servicios públicos, por lo que históricamente se mueve más cerca de la inflación núcleo del INDEC”, aclaró Cavallo.
El dato es relevante porque marca la normalización de las tres principales variables financieras, un triángulo que retomaría un equilibrio “natural” en el que la tasa de interés es mayor tanto a la de devaluación como a la de inflación.
Ese esquema habitual en economías funcionales fue expresamente evitado durante la primera parte o Fase 1 del plan económico, en el que el ministro Luis Caputo y el titular del Banco Central buscaron licuar el peso de los pasivos remunerados y también del gasto público. Pero a mediados de junio, el propio ministro decretó el fin de la etapa de tasa negativa y, desde ese momento, crece la expectativa en el mercado por ver tasas reales positivas.
En el marco de la migración de los pases del BCRA a las Lefis del Tesoro cuya tasa define la autoridad monetaria, en el mercado algunos creyeron que se dispondría una inminente suba. Nada más lejos de los planes del presidente del Central, Santiago Bausili. La idea del equipo económico apuntó a bajar la inflación en vez de ajustar al alza el resto de las variables –tasa y dólar–, con un impacto negativo en el objetivo primordial de frenar la suba de precios. Con un registro de inflación convergiendo al ritmo de devaluación al 2%, la tasa real se ubicará 2,5 puntos por encima, lo que la pasaría a terreno claramente positivo, lo que a su vez podría aportar a la calma del dólar financiero.
De ahí que los registros de inflación núcleo son celebrados. Vale recordar que la inflación núcleo es la variación de los precios de la economía que no están sujetos a regulaciones, como tarifas, ni a factores estacionales (frutas y verduras). Es el dato, explican los expertos, que mejor refleja la inercia inflacionaria.
Por caso, el relevamiento de precios minoristas de la consultora C&T arrojó en julio un incremento mensual de 4,4% mientras que la inflación núcleo fue de 2,7% mensual. “La brecha entre ambas mediciones refleja una fuerte incidencia de los componentes estacionales en la medición total”, explicaron.
En cambio, el IPC de la Fundación LyP arrojó un aumento de 3,8% en julio, lo que efectivamente lo convertiría en el menor índice del año, e implicaría una desaceleración de 0,8 puntos porcentuales respecto a la medición oficial de junio (4,6%). Según la organización, esta desaceleración se explica por la ausencia de grandes incrementos sobre los precios regulados, lo cual se tradujo en un índice más cercano a la inflación núcleo, que estuvo en torno al 3,5%, unas cuantas décimas por encima de lo relevado por OJF y C&T.
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