Historiadores han relatado que el Imperio Azteca castigaba el alcoholismo con la pena de muerte. Sin embargo, las bebidas embriagantes siempre estuvieron ligadas a los antiguos mexicanos.
El monarca Netzahuacóyotl imponía severos castigos a los sacerdotes y embajadores que encontrara ebrios adentro del palacio y los que se salvaban debían de enfrentar la pérdida de sus privilegios. Mientras que los habitantes comunes y corrientes que cayeran en las garras del alcohol eran exhibidos en público y a forma de castigo les rasuraban la cabeza delante de todos. Si reincidían, debían enfrentar a la muerte.
El monarca consideraba a Octil -como se le llamaba al pulque que se obtiene al fermentar el agave- como el origen de todo el daño, la perdición y las conductas negativas del hombre.
Aún así, dos de sus dioses representaban el alcohol: Mayahuel, era la diosa del agave quien le habría entregado al pueblo el regalo del tequila-, junto con Patécatl, a quien se le consideraba el señor de la raíz del pulque, fue considerada como la deidad de la embriaguez.
Los aztecas también rendían culto a otras deidades relacionadas con el alcohol, principalmente a los Centzon Totochtin, conocidos como los 400 señores conejos, hijos de Mayahuel y considerados como los guardianes del pulque.
La cara de los Centzon Totochtin estaba representada por un conejo en la Luna. Cada uno de los 400 señores simbolizaba todas las personalidades que puede tomar una persona cuando se emborracha y que van desde la alegría y la euforia hasta la depresión y el enojo.
En su libro El Conejo en la Cara de la Luna, el escritor Alfredo López Austin, considera que no es fortuito que la cara de estos personajes estuviera representada en la Luna, ya que según las viejas creencias, el animal está asociado con el licor fermentado y al astro se relaciona con la embriaguez y los procesos de fermentación.
En su edición electrónica, la revista especializada arqueología MEXICANA explicó que a pesar de los estrictos castigos a los consumidores frecuentes de alcohol, en el México antiguo estaba prohibido insultar a los borrachos, ya que al hacerlo, lastimaban a las deidades del pulque.
"Por lo tanto, las transgresiones de las personas ebrias eran a menudo perdonadas, ya que se consideraba que los culpables no eran dueños de sus actos en estos momentos", señala la publicación.
Independientemente de los castigos, el consumo de pulque estaba reglamentada en el México antiguo y sólo era permitida a las personas de más de 52 años, a los miembros de la élite en ciertas circunstancias y a la gente común durante algunas fiestas.
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