El dólar campo que el Gobierno pondrá en marcha desde el lunes procura recuperar el nivel de reservas del Banco Central, que a fin de marzo llegó a niveles críticos y siguió en baja en el arranque de abril. Pero al mismo tiempo provocará efectos no deseados, como una mayor emisión monetaria y por ende el peligro de más inflación por delante.
El motivo es que el tipo de cambio diferencial de $300 genera un fuerte quebranto para el Central, ya que esos dólares luego los termina vendiendo a importadores o a otros demandantes del mercado al precio oficial, es decir a unos $ 220 (precio al que llegará en pocos días)
Esto significa que por cada dólar adquirido a $ 300 a los exportadores que ingresan dentro del programa especial, el BCRA terminaría perdiendo cerca de 80 pesos. Otra manera de ver el impacto es la mayor expansión monetaria que genera para la entidad comprar un producto (en este caso dólares) a un mayor precio que el de venta.
Una estimación razonable es que en el tiempo que dure el dólar campo, los exportadores ingresarían unos USD 8.000 millones bajo este esquema: cerca de USD 6.000 millones correspondiente a la soja y USD 2.000 millones por economías regionales. Las cifras podrían ser incluso mayores.
Si no se toma alguna nota medida estos USD 8.000 millones que entrarían a un tipo de cambio de $ 300 podrían generar una emisión adicional significativa. Todo dependerá de cuánto consiga acumular y cuánto esté obligado a vender en el mercado. Si tuviera que vender la mitad, una estimación razonable, terminaría emitiendo un adicional superior a los $300.000 millones.
Este efecto monetario resulta sumamente peligroso en el actual contexto de fragilidad que presenta la economía. Es echar más nafta al fuego en un contexto de inflación que en agosto habría superado el 7% mensual y que superará el 105% interanual cuando se conozca el dato de marzo a fines de la semana próxima.
Por eso, la alternativa es encarecer el acceso a las divisas para sectores que aún siguen accediendo al tipo de cambio oficial, como ocurre con los importadores. Durante toda la semana pasada se especuló con esta posibilidad, pero Sergio Massa sigue analizando el asunto y prefirió no mezclarlo con el anuncio de un tipo de cambio más competitivo para los exportadores.
Entre las opciones que se analizan, la que más chance tiene es encarecer el acceso a las divisas para contratar fletes internacionales. De esta forma, aumentaría el costo para importar, pero buscando al mismo tiempo minimizar ese impacto.
El comportamiento de las reservas se transformó en un tema de altísima preocupación tras la caída de casi USD 2.000 millones del stock en el primer trimestre.
El peligro latente de ajustar de manera más brusca el tipo de cambio oficial es que justamente provoque un mayor impacto sobre la inflación. Por eso, cualquier decisión de estas características será analizada con detenimiento por el equipo económico.
Aunque se habló de tomar algún tipo de medida adicional sobre el dólar turista, no se avanzaría en ese camino ya que el tipo de cambio para quienes usan tarjeta en el exterior supera los $ 430. Es, de hecho, el dólar más caro existente en el mercado, más allá de que ese precio incluye varios rubros impositivos. Por ahora no hay otra decisión tomada y es posible que se siga analizando qué sectores podrían absorber mejor ese encarecimiento de ciertos productos importados.
El comportamiento de las reservas se transformó en un tema de altísima preocupación tras la caída de casi USD 2.000 millones del stock en el primer trimestre. Según estimó Ramiro Castiñeira, el actual nivel es de solo USD 2.500 millones y ni siquiera alcanza para cumplir con las metas estipuladas por el FMI para marzo. El economista consideró, además, que si se excluye de este cálculo el oro, en realidad las reservas ya tienen un nivel negativo. El compromiso con el FMI es recuperar no menos de USD 5.000 millones en este trimestre, lo que gatilla el apuro por la puesta en marcha del nuevo tipo de cambio para el campo.
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