Unos 200 economistas y profesores en universidades locales y del extranjero, -muchos reconocidos del público- cuestionaron la dolarización propuesta por Javier Milei, el gran ganador de las PASO, y alertaron por “las tremendas consecuencias”: el aumento “absurdo” de la deuda y un posible “estallido” de una hiperinflación. “Las alquimias monetarias no son sustituto adecuado de un firme compromiso con el equilibrio de las cuentas públicas”, proclaman. Hasta amenazaron con impugnar y recurrir ante las más altas autoridades.
Alarman, con el ejemplo de Ecuador. Añadiendo “la dificultad de revertir la dolarización en el futuro”. “La dolarización de la economía es un espejismo que hay que evitar”, estiman tales especialistas.
Son precisamente estos profesores quienes debieran probar sus afirmaciones, alarmando con las infundadas repercusiones de la dolarización. Efectivamente, Ecuador, sin demostrar firmes compromisos con el equilibrio de las finanzas públicas, transparencia fiscal u otras recomendaciones de los " expertos”, en estos 23 años de dolarización, es el país de mayor estabilidad de precios, crecimiento del PBI en dólares de toda América, y probablemente de los mayores del mundo, después de China y Vietnam.
Las únicas condiciones que seguro Ecuador mantuvo en estos 23 años de dolarización fueron los equilibrios monetarios, la demanda de dólares igual a la oferta de dólares, sin Banco Central interesado. En 2000 su PBI era de USD 18.000 millones, en 2023 supera USD 121.000 millones.
Las únicas condiciones que seguro Ecuador mantuvo en estos 23 años de dolarización fueron los equilibrios monetarios, la demanda de dólares igual a la oferta de dólares
La Argentina es un país que viene sufriendo las mayores inflaciones del mundo, desde 1970, pues sus dirigentes emiten dinero y devalúan la moneda sin límites. La consecuencia es la gravísima decadencia, pobreza explosiva, deseducación, corrupción, reversión de los ciclos migratorios.
Por eso creo que la Argentina necesita aferrarse a un programa creíble, sostenido con una propuesta edificadora de instituciones bien fundada. Es curioso que los especialistas citados, no reconozcan que, en la cuarta parte de su historia democrática reciente, la Argentina sostuvo una Convertibilidad libre con el dólar, a un peso, con precios estables y fuerte crecimiento económico. Experiencia similar a países dolarizados, Panamá, desde 1904, Ecuador, desde 2000, El Salvador, Hong Kong.
En contraste, los otros 30 años de la historia democrática argentina desde 1983, la inflación excedió la de los demás países de la región. Los únicos 4 años que el informe del FMI de perspectivas de la economía mundial publica deflación fue el período de la Convertibilidad en los 90. Por el contrario, la inflación de agosto 2023 fue la más alta desde 1991. ¿Anticipa la próxima hiperinflación? No existe inflación elevada sin desequilibrio monetario ni emisión desenfrenada.
Los países latinoamericanos mantuvieron la moneda ligada al dólar, salvo Surinam y Venezuela, en 1990-2001. Confirmando, que mantener precios internos estables, por largos períodos, conlleva cierta vinculación de la moneda con el dólar. La década expuesta corresponde con la Convertibilidad, confirmando su enorme éxito.
Varios países duplicaron su PBI, en la última década del siglo pasado. En general, el conjunto regional progresó en la medida que los países no devaluaron su moneda frente al dólar.
Mantener precios internos estables, por largos períodos, conlleva cierta vinculación de la moneda con el dólar
Así, Brasil retrocedió con la devaluación de 2001; fue el país de menor crecimiento. En América Latina las economías estables por largos períodos fueron las vinculadas al dólar.
Sin embargo, un importantísimo conjunto de economistas se pronunció contra la dolarización de la Argentina citando razones que cuesta entender. “Que el ciclo económico argentino no está relacionado con el de EEUU”. “Que es un acto desesperado e irresponsable” “Que es difícil salir una vez dolarizado”, etc. Si fuera tan difícil salir, una vez aceptado, es porque abandonar la dolarización no sería ventajoso.
Insisto, el dólar norteamericano es la moneda que consigue los precios más estables, es la moneda más aceptada del planeta y con el sistema financiero más ventajoso. Quienes quieren estabilizar su economía harían bien dolarizando.
Los críticos a la dolarización no reconocen las grandes ventajas, ni las culpas por no haber contribuido a sostener la Convertibilidad.
Los precios y monedas son instrumentos comerciales fundamentales. No me resulta comprensible que economistas prestigiosos acepten no poder decidir los instrumentos principales que denominan sus contrataciones. Cuando los argentinos estamos experimentando gobiernos que constantemente alteran ambos, precios y moneda.
Los críticos a la dolarización no reconocen las grandes ventajas, ni las culpas por no haber contribuido a sostener la Convertibilidad
La emisión de pesos sin control redistribuye las propiedades, riquezas. Separa los resultados de sus dueños. En la medida que los individuos quieran independizarse de los gobernantes, entendemos que deseen independizarse de las políticas, dolarizar su moneda es asegurar sus propiedades.
La dolarización comporta un cambio de sistema. Con la Convertibilidad vinieron las privatizaciones, las ganancias de eficiencias, la apertura a nuevas corrientes comerciales, nuevas relaciones, con la caída de la Unión Soviética, algo parecido a la apertura de Japón a los EEUU, en 1868, conocida como restauración Meiji.
Con la dolarización, la Argentina recibió cuantiosas inversiones, dolarización opcional en todas sus dimensiones; apertura comercial y financiera, reformas estructurales; aumentó notablemente el crédito bancario, tanto comercial e hipotecario, favoreciendo particularmente la construcción privada; se privatizaron empresas, impulsó los ahorros privados para bancos y AFJP, atrajo una oleada de inversión extranjera, focalizada en la compra de empresas del Estado prestadoras de servicios, bancos, seguros, comunicaciones y de actividades extractivas, petroleras. Además de la restructuración de las reglas de administración y gerencia con fuerte impacto en la eficiencia del sistema, y reconocimiento regional del cambio de paradigma, con la incorporación de la Argentina al G20.
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