La crisis del gas en la Argentina mostró en toda su dimensión cómo la imprevisión, distracción o inexperiencia de funcionarios de segunda y tercera línea del área de Energía dejaron al gobierno de Javier Milei ante el peligro cierto de un colapso por unos papeles mal confeccionados. Fue el final de una seguidilla de desaciertos, que se combinaron con un anticipo de la temporada invernal. Una serie de errores que obligaron a ministros de Argentina y Brasil a intervenir para que la falta de suministro se resolviera de una manera rápida y sin mayor escándalo.
Según pudo saber Infobae de calificadas fuentes que intervinieron en la crisis, la noche del martes la ministra de Relaciones Exteriores, Diana Mondino, tuvo que llamar Mauro Vieira, el canciller de Luiz Inácio Lula Da Silva, para pedirle ayuda a fin de destrabar los trámites para que el barco de gas licuado contratado de emergencia para inyectar al sistema descargara efectivamente el fluido. Fue el último llamado de un gobierno que estaba en pánico por las consecuencias que estaba teniendo ya la falta del insumo.
Mondino, que en medio de las agrias críticas de Milei en tiempos de campaña a Lula por su origen de izquierda, trató en todo momento de preservar el vínculo personal y diplomático había estado en diálogo permanente con el embajador de ese país en Buenos Aires, Julio Glinternick Bitelli, para apurar lo más posible la solución a los requerimiento que presentó la empresa petrolera controlada por el gobierno de Brasil, pero gestionada por ejecutivos profesionales.
En concreto, lo que se cuestionaba era la carta de crédito que presentaron los funcionarios del área de Energía para cubrir el pago de 22 millones de dólares. Con los antecedentes financieros argentinos, los ejecutivos priorizaron garantizarse el pago del gas licuado, independientemente de las urgencias manifiestas que tenía su contraparte. De acuerdo a la información que trascendió de las fuentes involucradas en la negociación, el canciller Vieira se puso en contacto en medio de la noche con Alexandre Silveira, el ministro de Minas y Energía de Brasil.
El gobierno argentino había entrado en un virtual estado de pánico, ante las consecuencias que tendría si el sistema no contaba por la mañana con el gas. Las distribuidoras anoche mismo les enviaron cartas oficiales membretadas a sus grandes clientes para comunicarles el corte total del suministro, mientras se multiplicaban las estaciones de GNC con sus mangueras cruzadas.
De acuerdo a lo que pudo averiguar Infobae, a la canciller Diana Mondino recibió a las 7:20 de esta mañana una comunicación de su homólogo brasileño, Mauro Vieira, para confirmarle que había sido destrabada la situación, tras una solicitud específica que le hizo la empresa Petrobras al gobierno argentino para descargar el buque con GNL. “Trabajaron de manera solidaria y hay mucho agradecimiento por todo lo que hicieron para solucionar esto”, admitió la fuente.
Lejos de “cobrarse” las descalificaciones que Milei planteó durante la campaña electoral por motivos ideológicos, la burocracia brasileña mostró un compromiso con su socio principal en el Mercosur, y in extremis le tendió una mano al presidente libertario. Fue una ayuda clave en momentos en que el mandatario argentino se encuentra en Estados Unidos manteniendo reuniones con empresarios y líderes tecnológicos globales, como los CEOs de Apple, Facebook, Google, OpenIA y Worldcoin.
El presidente argentino ya había mostrado intenciones de cicatrizar esas afrentas. Le mandó dos cartas a Lula para invitarlo al país, sin recibir respuesta. Con estilo brasileño, el astuto líder del PT en un acto público contó que le había llegado una misiva, pero no había tenido tiempo de verla. Más allá de esta mano en un momento de absoluta dependencia, todavía no llegó la respuesta.
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