El equipo económico enfrentará a partir del mes próximo un nuevo desafío en aquel frente en el que ha obtenido, hasta ahora, los resultados más contundentes: la baja de la inflación. Si bien todo indica que el dato que dará a conocer mañana el INDEC se ubicará por debajo de las expectativas del mercado y muy cercano al 4,2% de mayo, este mes la tendencia a la baja se habría estancado, según los primeros datos privados.
También para este mes, las mediciones de la primera semana hacen a los analistas proyectar un índice levemente por encima de 4%, particularmente gracias al nuevo freno dispuesto en el ajuste de las tarifas de luz y gas.
Es que este mes se está produciendo el fenómeno inverso al de junio, cuando sí aumentaron las tarifas. Sin embargo, la inflación de alimentos -el rubro de mayor ponderación en el índice de precios al consumidor que elabora el INDEC- tuvo una marcada desaceleración. En la Ciudad de Buenos Aires, por caso, se registró una alza de 2,6%, prácticamente la mitad del mes anterior. Ese comportamiento de los precios de productos básicos -también se notó el mismo desempeño en la categoría limpieza- habría compensado el impacto de la suba en las boletas de los servicios públicos. Pero este mes, la tendencia se invirtió. En función de las bajas temperaturas que alimentan la demanda de energía, el ministro de Economía, Luis Caputo, decidió volver a postergar el ajuste tarifario previsto. Con la medida, evita engrosar por vía doble las facturas que reciben los usuarios, es decir, por la corrección de precios y también por el aumento de consumo que pesa mucho en las boletas dadas las diferencias climáticas respecto del año pasado.
Además, este mes el Gobierno también postergó la actualización del impuesto al combustible.
“Var. semanal de alimentos: 1,5%; proyección a nivel general de julio: 4,1 por ciento. La proyección responde a la postergación de los aumentos en gas y electricidad junto a la menor suba del impuesto al combustible”, sostuvo la consultora EcoGo en base a los resultados de su relevamiento semanal.
Pero ese beneficio, que le quitará presión al IPC de julio, quedará neutralizado con la suba de alimentos que sí se registró en los primeros días de este mes. Las mediciones privadas, como la de Econviews y LCG, además de EcoGo, registraron una suba entre 1,5% y 1,8% de inflación en alimentos y bebidas en la primera semana de julio. El alza es atribuida al salto de precios en los productos de verdulería, afectados por la misma ola de frío que motivó a Caputo a congelar las tarifas de gas y electricidad.
Es decir que mientras los precios estacionales y los regulados se alternan para ponerle piso a la caída de la inflación, la pregunta que se impone es de dónde llegará el impulso a la baja en agosto. Para ese mes, se asume, quedará establecido un nuevo aumento de tarifas que aporte al índice.
En rigor, el propio presidente Javier Milei anticipó cómo podría continuarse ese camino de “desinflación”, cuando anunció que la reducción de 10 puntos en la alícuota del impuesto PAIS se concretaría en agosto. El regreso de la alícuota a 7,5% -actualmente está en 17,5%- redundaría en una clara baja de costos para las importaciones y podría habilitar el camino hacia un indicador en torno al 3% mensual.
Sin embargo, apenas horas más tarde a los dichos de Milei, su ministro aclaró en conferencia de prensa que tal reducción podría demorarse hasta septiembre. Si bien confirmó la medida, fue mucho menos tajante en la fecha de aplicación.
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