Juan Luis Bour . FIEL
"La demanda de trabajadores formales depende de factores macroeconómicos, pero también de las condiciones microeconómicas que enfrentan las firmas" (Adrián Escandar/)

El Gobierno ha logrado diversos avances en materia macroeconómica: consolidando por quinto mes consecutivo en mayo el superávit de las finanzas públicas, cuando muchos consideraban un proeza alcanzar el equilibrio hacia fin del año; la desaceleración de la inflación, hasta ubicarse cerca de un terció de la tasa mensual que heredó; y mejoró sustancialmente la hoja de balance del BCRA al transferir dos tercio de los pasivos remunerados al Tesoro Nacional que fue el responsable del origen de esos instrumentos de regulación de la liquidez.

Y si bien ha cumplido con una de las exigencias más sensibles del acuerdo con el FMI de no desatender el flanco social y la situación de los sectores más vulnerables en términos de ingresos, porque los haberes previsionales subieron a la para de la inflación, y la Asignación Universal por Hijo la cuadruplicó en el primer semestre de gestión, le queda como una asignatura pendiente la reversión del cuadro recesivo heredado y que se profundizó con las medidas correctivas del atraso cambiario, tarifario y precios regulados – congelados.

Ya próximo a contar con la primera ley, tras la votación afirmativa de la Ley Bases por parte de la Cámara de Senadores, tras diversas concesiones para introducir cambios a la media sanción de Diputados que como Cámara de origen deberá validar o rechazar, el Poder Ejecutivo se prepara sancionar y promulgar en los primeros días de julio la norma que espera desde hace seis meses para reanimar la inversión y generar un clima de negocios prácticamente ausente en más de una década que permita reactivar a la economía real.

Con ese escenario, Infobae entrevistó a Juan Luis Bour, Economista Jefe y director de la FIEL, para brinde su mirada del presente y del potencial que, con sus limitaciones, tiene el mercado laboral argentino, para revertir años de estancamiento y caída de los ingresos promedio en términos de poder adquisitivo.

— Durante más de una década el empleo privado no creció en la Argentina ¿Por qué cree que ahora que hay un plan que está dando resultados en la baja de la inflación y se advierten indicadores de aumento de la actividad agregada respecto del mes previo crecen los despidos en varios sectores?

— La demanda de trabajadores formales depende de factores macroeconómicos, pero también de las condiciones microeconómicas que enfrentan las firmas. Las decisiones de inversión -en Argentina contratar trabajadores formales es, dada la regulación laboral, una decisión de largo plazo- están relacionadas con el contexto macro, pero los “detalles” de la técnica de producción que se elige dependen de los precios relativos de los factores.

“En Argentina contratar trabajadores formales es, dada la regulación laboral, una decisión de largo plazo”

Esto quiere decir que uno puede tener escenarios con una macro favorable y expansiva que demande muy poco empleo (técnica capital intensiva) o mucho empleo formal (trabajo intensivo).

Los ‘90 fueron un ejemplo de crecimiento con baja creación de empleo formal: con la estabilización y las reformas cayó el costo del capital, no solo en términos absolutos sino relativamente al costo del trabajo -a pesar de reformas tardías en el mercado laboral-.

Juan Luis Bour . FIEL
"Los ‘90 fueron un ejemplo de crecimiento con baja creación de empleo formal: con la estabilización y las reformas cayó el costo del capital, no solo en términos absolutos sino relativamente al costo del trabajo -a pesar de reformas tardías en el mercado laboral-" (Adrián Escandar/)

En los 2000 tras unos años de rebote y crecimiento de la economía y del empleo formal (inducido por factores externos y por el gran cambio de precios relativos tras la caída de la Convertibilidad) todo se estancó: ni crecimiento ni empleo formal.

Hoy estamos en un nuevo ciclo de estabilización que recién se inicia, con signos débiles de haber tocado un piso en materia de actividad y elevada incertidumbre sobre la forma que tendrá la eventual recuperación. En un ambiente en el que prevalece la incertidumbre sobre si habrá un cambio de régimen -un cambio de reglas que conlleven equilibrio y estabilidad en lo fiscal y monetario, y un ambiente más competitivo a nivel microeconómico- o si tendremos un simple rebote tras años de recesión, todos hacen sus apuestas.

En el medio del proceso, la mayoría de las empresas prefiere “esperar y ver”, pero tratando de mantener el músculo que les permita ser los primeros en salir a ofrecer en el mercado en cuanto se vislumbre la recuperación. Para ello la mayoría mantiene estable su plantel de personal, con ajustes menores frente a la magnitud de la recesión, excepto aquellos que se achican y eliminan buena parte de su dotación porque enfrentan un desplome de la demanda (la construcción) o porque no tienen margen para financiar una recesión larga (muchas pequeñas y medianas empresas).

Y esta es una recesión que ya lleva mucho tiempo, aunque no lo parezca. En la industria manufacturera, los indicadores que se llevan en FIEL con una historia de más de 40 años marcan que el ciclo de contracción se inició hace poco más de dos años en mayo de 2022. Y para colmo en los primeros 6 meses de 2024 el ciclo se profundizó. Es decir que las empresas vienen de dos años de demanda floja y en caída, y ahora en los primeros meses del 2024 recibieron un golpe. La mayoría trata de preservar planteles, las más débiles caen. Y la mayor parte del empleo formal no está en las empresas grandes, sino en las medianas y pequeñas.

“Hoy estamos en un nuevo ciclo de estabilización que recién se inicia, con signos débiles de haber tocado un piso en materia de actividad y elevada incertidumbre sobre la forma que tendrá la eventual recuperación”

Si la economía repunta desde junio o julio el empleo formal se estabilizará por algún tiempo en este nivel más bajo. En perspectiva el rebote del empleo vendrá rezagado al menos un semestre después del rebote de la actividad porque hay mucha capacidad ociosa y no ha habido reformas pro-empleo que justifiquen aumentar las dotaciones.

— ¿Si la inflación alta y creciente fue mala para la actividad económica, puede decirse que la desinflación sostenida es buena?

En una montaña rusa no se viaja cómodo, y así como cuando la inflación se acelera todos los agentes económicos proyectan variables sabiendo que pueden cometer gruesos errores que le habrán de generar costos, lo mismo pasa cuando los precios desaceleran fuertemente porque no todos los precios van al mismo ritmo de desaceleración o caída. En contextos de fuertes alzas o bajas se requiere mucha destreza financiera, mucha suerte y además pierden relevancia los aspectos de cada negocio que son centrales en una economía estable.

En los años de alta inflación (los ‘80 y épocas recientes) toda discusión económica sofisticada en las empresas pasaba al cabo de un rato a segundo plano y convergía a una sola cuestión: ¿qué hacemos, dólar o tasa? La pobreza intelectual de la pregunta revela que en épocas de aceleraciones y desaceleraciones violentas lo que prima son los arbitrajes más básicos. Y además si la desaceleración es tal que se pretende llegar a inflación casi cero, el problema de la economía argentina es otro: sus instituciones regulatorias están adaptadas a la alta inflación, no a una baja inflación.

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"El problema de la economía argentina es otro: sus instituciones regulatorias están adaptadas a la alta inflación, no a una baja inflación" (Adrián Escandar/)

Con inflación de un dígito anual la economía pierde la flexibilidad de la alta inflación, que es lo que permite desplomar el gasto público en términos reales mientras el gasto nominal crece (pero menos que la inflación, como se hizo en lo que va de 2024) o bajar los salarios reales y costos laborales (como en 1975, en los ‘80, a la salida de la Convertibilidad y desde 2018 a la fecha).

No importa el gobierno ni el signo político, la flexibilidad de la alta inflación es parte de la caja de herramientas que se utiliza para preservar regulaciones y restricciones anti-mercado y anti-empleo. Con inflación cero y el régimen laboral vigente, en particular, las empresas quiebran. De allí una de las razones por una alta demanda de inflación por parte de los gobiernos populistas.

— Dados los bajos niveles de participación de la población en el mercado de trabajo y también los bajos salarios y del índice de desempleo ¿La reactivación con reducida inflación llevará a aumento del ingreso real y también del desempleo por mayor costo laboral?

— Los costos laborales se desplomaron en los primeros tres meses de la actual Administración, pero los costos laborales unitarios (es decir ajustados por el nivel de actividad) cayeron menos. La recuperación de la actividad debería reducir capacidad ociosa y facilitar una reducción de los costos laborales unitarios. Pero a ello se oponen dos factores:

  1. Los precios mayoristas y el tipo de cambio van bien por debajo de la inflación, en parte como ancla del actual programa. Con ello los costos en dólares ya se miran con cuidado en las empresas, porque están acercándose rápidamente a niveles que descolocan la producción doméstica.
  2. Tras la caída de salarios reales en la primera parte del año la recuperación respecto de inflación desde abril implica la recuperación de costos laborales unitarios mientras todavía estamos con fuerte recesión. Esto puede llevar -mientras no haya reformas laborales- a repetir ciclos del pasado: corto periodo de recuperación en que los costos unitarios permiten todavía mantener competitividad hasta que esos costos se aceleran por apreciación cambiaria y recuperación de salarios formales impulsada por sindicatos y eventualmente por los gobiernos.

“En un escenario que mantiene las estrictas normas regulatorias laborales lo más probable es que nos quedemos con una tasa de desempleo más alta que en el pasado”

En un escenario que mantiene las estrictas normas regulatorias laborales lo más probable es que nos quedemos con una tasa de desempleo más alta que en el pasado porque la contratación laboral formal (sector privado y público) se mantendrá débil, y también la tasa de informalidad será más alta por el mero hecho que habrá menos oportunidades de empleo formal.

— Se sabe que la productividad de la economía se destrozó casi en forma sostenida en los últimos 12 años ¿Qué se requiere para que se revierta ese proceso y cuánto tiempo puede llevar a recuperar el máximo anterior?

— En los últimos 15 años cayó la productividad medida de muy diversas formas entre 12% y 15%, al tiempo que creció en la mayoría de los países del mundo. Por lo tanto, nuestro desafío no es recuperar niveles del 2007 o 2011, sino superar por no menos de 15% los niveles del pasado ya que el propio nivel inicial es bajo. El mejor remedio para economías de baja productividad es introducir competencia en mercados de factores y productos, y en el caso argentino ello requiere muchas reformas.

Argentina empieza desde muy abajo –necesita reformas de primera generación, mientras el resto de emergentes con los que competimos va por las de cuarta o quinta generación- pero tiene el bono que surge del que llega tarde: puede dar un salto que le permita cortar camino.

“El mejor remedio para economías de baja productividad es introducir competencia en mercados de factores y productos, y en el caso argentino ello requiere muchas reformas”

Algo así como tomar una carretera (turnpike) en lugar de ir por caminos vecinales, y llegar más rápido que lo que otros han tardado. Ya pasó en los ‘90 cuando compramos tecnología de última generación que nos permitió saltos de productividad, que luego se destruyeron con el cierre de la economía y la reversión de las reformas desde el 2003.

— Una de las carencias enormes que caracterizan al mercado laboral argentino es el muy bajo nivel educativo, con muy pocos técnicos y profesionales en proporción al total ¿Es un condicionante que limitará la capacidad de reactivación de la Argentina?

— Mi preocupación principal no pasa hoy por los niveles profesionales y técnicos, sino por la muy baja calidad de educación en primaria y secundaria que hace que una porción significativa de la oferta laboral no califique para interactuar ya no solo con las tecnologías más sofisticadas, sino con los carteles básicos de una fábrica (la evidencia en la industria es abrumadora).

Esta preocupación se fundamenta además en que el fenómeno de baja calidad de la educación básica está bien documentado con pruebas internacionales en exámenes de lengua, matemáticas y comprensión de textos.

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"Mi preocupación principal no pasa hoy por los niveles profesionales y técnicos, sino por la muy baja calidad de educación en primaria y secundaria que hace que una porción significativa de la oferta laboral no califique para interactuar ya no solo con las tecnologías más sofisticadas, sino con los carteles básicos de una fábrica" (Adrián Escandar/)

Y esas carencias son difíciles de resolver porque seguimos impulsando programas de empleo que sacan a la gente del sistema educativo y que favorecen la graduación en primaria y secundaria sin lograr los objetivos mínimos de calificación.

— ¿Las nuevas tecnologías, como la IA, son una amenaza o un beneficio para el mercado de trabajo en general?

— El mercado de trabajo ha experimentado numerosas “revoluciones” que se sintieron como amenazas que preanunciaban el “fin del trabajo”. Ello revela en general una concepción estática del mundo y de su evolución.

Las tejedoras que tiraban sus zapatos (sus “sabots”) a los telares para romperlos y sabotear el maquinismo (término muy utilizado en el pasado en la literatura panfletaria para oponerse a estrategias “humanistas”) perdieron su trabajo, es cierto, pero surgieron más trabajos en otras actividades que hacen que el mercado haya podido absorber en la mayor parte del mundo actual a todas las personas que quieren trabajar, manteniendo tasas de desempleo cercanas a lo friccional.

Aquellos países con tasas de desempleo muy elevadas reflejan distorsiones de otro tipo, que poco tienen que ver con el “maquinismo”.

“El mercado de trabajo ha experimentado numerosas “revoluciones” que se sintieron como amenazas que preanunciaban el “fin del trabajo”. Ello revela en general una concepción estática del mundo y de su evolución”

La IA parece ser una ola que atraviesa muchos más puestos de trabajo que la mayoría de las revoluciones previas (la electricidad y la internet fueron también cambios formidables), y por lo tanto es muy probable que genere disrupciones visibles en ocupaciones que eventualmente desaparecerán -como lo hicieron los puestos de ascensoristas y miles de ocupaciones más-.

Pero nada dice que no debamos seguir ocupándonos de muchas cosas para cubrir las necesidades de un mundo cuya población está dejando de crecer y que además envejece. Más bien, diría yo, bienvenida la IA.

— De aprobarse la Ley Bases y el Paquete Fiscal con los cambios que introdujeron Diputados y Senadores ¿Qué efectos podrían generar sobre la actividad económica en general y el mercado de trabajo en particular?

— De aprobarse es una señal de que se pueden acordar algunas reformas adicionales que proporcionen el marco al que todos parecen aspirar, que es el de lograr un sendero de crecimiento sostenible con estabilidad.

La Ley Bases no es el final del camino, sino solo marca el inicio. No puede esperarse que las mejoras se den solo por cuestiones de la ley vinculadas a desgravaciones de inversiones específicas, ya que el “despegue” de la economía no tendrá lugar –como no ocurrió por décadas- sin previamente lograr un equilibrio fiscal sostenible, sanear la moneda, corregir distorsiones e introducir competencia en los mercados de factores y productos.

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"No puede esperarse que las mejoras se den solo por cuestiones de la ley vinculadas a desgravaciones de inversiones específicas, ya que el “despegue” de la economía no tendrá lugar –como no ocurrió por décadas- sin previamente lograr un equilibrio fiscal sostenible, sanear la moneda, corregir distorsiones e introducir competencia en los mercados de factores y productos" (Adrián Escandar/)

— La apertura que impulsa el Gobierno, con incentivos iniciales mayores a las grandes inversiones que a las pymes locales ¿Qué efectos podría tener sobre el empleo de mano de obra?

— En términos sectoriales estos regímenes de excepción tendrán un impacto importante sobre el crecimiento -particularmente en áreas de minería- asumiendo que se mantiene en el tiempo la estabilidad de las reglas, generando la oportunidad de un fuerte impulso exportador y mejoras significativas de infraestructura.

El efecto sobre el mercado de trabajo formal es sin embargo indirecto, ya que se trataría en general de actividades capital intensivas. Y el impacto sobre el empleo formal agregado en toda la economía depende del cambio de las reglas laborales que permita endogeneizar el impulso al crecimiento que viene de estas inversiones con el crecimiento de otras actividades que puedan contratar empleo formal (comercio y servicios, hoy con alta participación de trabajo informal)

— Habitualmente, los ejercicios de crecimiento de largo plazo para la Argentina suponen una tasa de aumento acumulativo del PBI del 3% ¿Por qué?

— En la contabilidad del crecimiento se consideran las contribuciones del capital, el trabajo y la productividad total factorial (PTF). La suma de estas contribuciones es la que solía dar ese 3% que hace ya más de una década es bastante menor, ya que la contribución de la PTF es nula (la productividad no crece) y la del trabajo en particular ha venido declinando por la disminución de la tasa de crecimiento poblacional.

“Bajo las reglas de funcionamiento de la economía que han prevalecido en los últimos 25 años y asumiendo neutralidad del resto de condiciones la tasa de crecimiento potencial es inferior a 2 por ciento”

Bajo las reglas de funcionamiento de la economía que han prevalecido en los últimos 25 años y asumiendo neutralidad del resto de condiciones la tasa de crecimiento potencial es inferior a 2%, valor extremadamente bajo para una economía emergente.

— ¿Ve alguna señal fuerte que permita pensar el futuro sin la mochila de los vicios del pasado, como alta presión tributaria, informalidad laboral, exceso de protección de la industria nacional, para tender a un ciclo de aumento de la actividad a “tasas chinas”?

— Partir de los niveles tan bajos de institucionalidad y de productividad que tenemos podría permitirnos saltar etapas de desarrollo muy rápido si previamente se nivela el piso. Es decir, si se hacen las reformas de mercado que permitan construir una economía abierta y competitiva en una sociedad democrática que respete de aquí en más las reglas.

Debemos dejar atrás los ciclos de reformas y contrarreformas que no nos llevan a ningún lado. Si uno grafica en un diagrama de fase el PBI por habitante de un año contra el PBI por habitante del año anterior, lo que va a ver es el movimiento frenético en el tiempo de una partícula (el PBI per cápita) que después de muchas idas y vueltas retorna siempre al mismo nivel.

Es el drama del PBI por habitante de los argentinos, hacemos mucho ruido, nos movemos mucho, para finalizar siempre en el mismo barranco. Quizás esta vez sea diferente, porque al menos tenemos un mejor diagnóstico.

Fotos: Adrián Escandar

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