Cualquier lector pudo haber empatizado con Juan Gonzalo Rose, cuya vida había sido una larga cadena de fracasos: en la religión, en la política y en el amor. Especialmente en este último ámbito, el escritor enfrentó una ruptura sentimental que marcó su alma. Todos, de una manera u otra, hemos experimentado la tristeza de un amor perdido o no correspondido. Es el mismo dolor que sentimos cuando una relación que creíamos sólida se desmorona, o cuando vemos a alguien especial alejarse sin poder detenerlo. Él representa ese corazón roto que todos llevamos dentro.
En la vida cotidiana, muchas personas conocen el sabor amargo del desamor. Historias de rupturas y corazones rotos se encuentran en cualquier rincón: el joven que vio cómo su primer amor se desvanecía al terminar la universidad, la mujer que, tras años de matrimonio, descubre que la rutina ha apagado la chispa inicial, el hombre que nunca logra conectar con alguien más allá de una amistad. Estas experiencias comunes hacen que la poesía de Rose cobre vida.
Pero el poeta, dramaturgo, compositor y periodista peruano no se ahogó en su tristeza; transformó su dolor en arte. Sin embargo, estuvo al borde del abismo cuando, alejado de sus padres y tras una dolorosa ruptura sentimental, el desconsuelo lo llevó a contemplar el suicidio. Por fortuna, salió de ese oscuro impasse y continuó escribiendo, para el gozo de miles de almas que encuentran refugio en sus poemas. Sin embargo, esa compañía es efímera; al llegar al último verso de cada una de sus creaciones literarias, la soledad vuelve a acecharlos, como una sombra fiel que no se desvanece.
“El mar no tiene descansos. / El vino sí. / La luna no tiene vida. / El vino sí. / El amor no tiene olvido. / El vino sí. / Unos fueron a la luna. / Otros viajaron al vino / pero nadie vino a mí: / el vino sí”, reza el poema Con lápiz tinto.
Este poema evidencia el estilo sencillo del literato, pero a la vez aborda temas complejos que aún no han sido desentrañados ni superados. Sobre aspectos de forma y otros asuntos relacionados con la vida y obra del literato, Infobae Perú conversó con Esther Espinoza Espinoza, docente del Departamento de Literatura de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) y doctora en Literatura Peruana y Latinoamericana por la misma universidad.
“En cierta forma, él mezcla una serie de elementos que antes podrían haber estado dispersos. Por ejemplo, la sencillez de su expresión es muy compleja. Él busca esa sencillez porque quiere hacer una poesía que tenga una conexión con el público y que no deje de ser la expresión de su propia interioridad”, sostuvo.
Estos elementos, según la investigadora, son las influencias de la Generación del 27, el vanguardismo y el modernismo. “Estos dos movimientos extienden su influencia en todo el siglo XX”, agregó. Es menester señalar que estos son algunos de los rasgos de la poética de Juan Gonzalo Rose; sin embargo, no podemos olvidar que la temática social fue una característica principal de la Generación del 50.
Precisamente, ‘el poeta de la ternura’ perteneció a este grupo de escritores que mostraron un fuerte interés por los temas sociales y políticos. Con el transcurrir de los años, Rose fue adoptando otras vertientes. Así lo señaló Ricardo González Vigil en su libro “Poesía peruana siglo XX”.
“Al comienzo, Rose fue uno de los mejores cultores de la poesía ‘social’, al lado de Alejandro Romualdo (véase ‘La luz armada’ y ‘Cantos desde lejos’); con el tiempo la emoción revolucionaria aprista y luego comunista, devino en un cristianismo de nítida conciencia social. ‘Simple canción’, con deslumbrante perfección formal, instaló otra vertiente, de depurada desnudez expresiva: la del poema que quiere ser canto esencial y anónimo; no se trata, aclaramos, de poesía ‘pura’, sino de aproximación a la lírica oral transmitida por el pueblo”, señaló.
Pero antes de que el modernismo se apoderara del autor de “Cantos desde lejos”, una de sus primeras publicaciones, escribió poemas sobre temas cotidianos y participó activamente en asuntos sociales.
Poesía cargado de ternura y contenido social
La poesía de Juan Gonzalo Rose, reconocida por su carácter expresionista y contenido sentimental, se perfila como una de las más distinguidas dentro de la Generación del 50. A diferencia de sus contemporáneos, el literato comenzó su carrera literaria con una marcada inclinación hacia la poesía social y revolucionaria.
Respecto al contenido sentimental, Marco Martos señaló lo siguiente en su artículo Un hermoso país que jamás conocimos: “Frente a las voces que se iban tornando broncas (Romualdo, Valcárcel), Rose trae a la poesía peruana una ternura por lo cotidiano, desde una perspectiva de una infancia añorada. En ‘Cantos desde lejos’ los poemas más logrados (La pregunta, El vaso, Carta a María Teresa) evidencian esta línea fundamental en la poética del autor que irá reapareciendo a lo largo de toda su producción”.
En relación con la poesía social y revolucionaria, César Lévano destacó un poema de esta índole y la historia que inspiró su creación literaria en su artículo. “Gómez Lucich salió hacia 1949 al destierro en Colombia. Allí ingresó en la universidad y se incorporó a la lucha contra la dictadura del general Gustavo Rojas Pinilla. (…) Muchos jóvenes de hoy ignoran que el poema Asesinado en el destierro, incorporado a ‘Cantos desde lejos’, se refiere a este muchachón peruano, que marchaba a la cabeza de una manifestación estudiantil en Bogotá, cuando una bala certera de tirador escogido le tronchó la vida. ‘Morirse en el destierro: eso es morirse’, escribió Juan Gonzalo”, se lee en “Imágenes de Juan Gonzalo”, el cual fue publicado en la revista Martín.
El poeta no solo se comprometió con asuntos sociales a través de su poesía, sino también en la vida real, lejos del papel y la pluma. En sus primeros años universitarios, se unió al aprismo, pero luego se desencantó. Por su resistencia a la dictadura de Manuel A. Odría, en la década del 50 fue exiliado a México. Pocos años después regresó al Perú gracias a una amnistía otorgada por el cambio de gobierno. Desde su retorno, se dedicó al periodismo, oficio que le generaba ingresos modestos para vivir. La poesía, así como la soledad, estuvieron presentes en varios momentos de su vida.
A propósito de estos temas, es preciso dar a conocer lo que escribió Mario Vargas Llosa en el prólogo del libro “Las nuevas comarcas”. “Llegó a estar muy cerca, o tal vez dentro, del Partido Comunista, por lo que anduvo preso algunas veces y fue desterrado cuatro años, a México. Su distanciamiento del Partido Comunista, por lo que parecen haber sido discrepancias con lo que se llamó, delicadamente, el culto a la personalidad, no lo alejó, sin embargo, de las posiciones más radicales de la izquierda peruana, que defendió buena parte de su vida en artículos, entrevistas y manifiestos”, señaló el autor de “La ciudad y los perros”.
La defensa de la izquierda se evidenció en una columna que escribió para Expreso en 1967, pero que no fue publicada. Tras este hecho, el poeta no dudó en renunciar. Esta historia se cuenta en el libro “La palabra en el tiempo”, de Winston Orrillo, un material impreso en el que se puede leer la respuesta del vate a este atentado contra la libertad de expresión.
“‘Adiós para un héroe’ era el título del artículo de Juan Gonzalo, y en él se rendía homenaje a la memoria combativa y combatiente del comandante Ernesto ‘Che’ Guevara. (…) El diario de Orejuelas, en plena primera fase del belaundismo, en medio del reino de la ‘libertad’, simplemente censuró el artículo del gran poeta peruano. Se negó a publicarlo ¿en nombre de qué? (…) Los magros soles que ganara por sus colaboraciones, eran, la mayoría de las veces, sus únicos ingresos. Por lo tanto, la renuncia a la que nos referimos (como digna respuesta a la censura contra un artículo suyo) no era solo un gesto lírico”, escribió Orrillo.
En cuanto a la respuesta de Juan Gonzalo Rose, es sabido que escribió lo siguiente: “Con la debida oportunidad puse en manos de ustedes el texto de mi columna correspondiente al 14 de los corrientes, cuyo título era ‘Adiós para un héroe’ y en el que, recogiendo el sentir de un vasto sector consciente de opinión, y el mío propio, señalaba la importancia histórica que para la Segunda y definitiva Emancipación de América Latina tuvo y tiene la vida y la muerte del Comandante Revolucionario Ernesto Guevara.
“Sin embargo, el referido texto no ha aparecido en las páginas de vuestro diario, a pesar de tratarse de un artículo firmado y, por lo tanto, con el debido respaldo de responsabilidad personal”, se lee en otro apartado del libro. Cabe señalar que este texto fue publicado el 19 de octubre de 1967 en la sección Cartas del medio local mencionado.
La faceta poco conocida del escritor: compositor de valses
“Además de poeta, fue un excelente compositor de música criolla, que introdujo en el vals una gran delicadeza de temas y un buen gusto literario, sin quitarle por eso sabor popular”, escribió Mario Vargas Llosa. “Llegó a proyectar, a fines de los años 70, un vinilo que se hubiese llamado ‘Un vals para Pinglo’, con doce de sus composiciones en letra y música, interpretadas por él”, señaló Reynaldo Jiménez.
Por su parte, Marco Martos sostuvo: “Rose se convierte así en un poeta popular, como lo fue Felipe Pinglo en su momento. La característica, común a ambos, que llevan la poesía al corazón mismo de la canción, es que despojan al verso de todo artificio, se expresan con palabras simples y sentidas”.
Su faceta como compositor de música criolla es poco conocida; sin embargo, sus creaciones musicales han estado presentes en miles de peruanos. Esto fue posible gracias a que Lucha Reyes y otros artistas interpretaron “Tu voz”.
“Tu voz” fue una composición de Juan Gonzalo Rose. Según Martos, esta canción “toca el tema de la separación, la experiencia básica del ser humano. El hombre, parece decirnos, no hace otra cosa que separarse de lo que ama”. Este no fue el único vals que creó. En 1982, el autor de “Simple canción” se presentó al concurso del Festival de la Canción Peruana, organizado por el canal 5 de televisión, con “La esquina”. Como era de esperarse, resultó ganador.
La doctora en Literatura Peruana y Latinoamericana por la UNMSM también dio declaraciones a Infobae Perú sobre la corta, pero vital carrera musical de Rose. “Yo lo comparo con Mariano Melgar porque tanto Juan Gonzalo Rose como Mariano Melgar experimentaron con géneros populares, y el vals peruano es uno de ellos (…). Él quiere que su poesía esté en canción y eso lo conecta a la gran tradición de la poesía más antigua. También quiere llegar al pueblo con una composición poética hermosa y que pueda ser musical”, aseveró.
“A mí me gustaría que lo recuerden por sus canciones porque esa es la forma como la poesía de un poeta vuelve al pueblo tal como él hubiera querido. Si interpreto bien su sentir, él vive todavía en las canciones, lo que es difícil para otros poetas peruanos”, agregó.
Los últimos años del literato fueron tristes, por decirlo de forma amigable. En la entrevista que le hizo César Hildebrandt, Rose señala: “Desde hace cuatro años yo padezco de depresión. Esta depresión me conduce a encerrarme en mi cuarto, y pasan semanas y semanas y yo no converso con nadie. (…) No he tenido la oportunidad de encontrarla (la felicidad)”.
Wáshington Delgado, por su parte, escribió lo siguiente en su libro “Monólogo del habitante. Cuentos y artículos culturales”: “Gonzalo me dijo que su vida había sido una larga cadena de fracasos: en el amor, en la religión, en la política y que solo esperaba la liberación de la muerte, que pensaba seriamente en el suicidio”.
Juan Gonzalo Rose falleció el 12 de abril de 1983. No obstante, su voz nunca se apagó, ya que sus composiciones se escuchan en el Perú no solo durante el Día de la Canción Criolla, sino también en diversas ocasiones y celebraciones que mantienen viva su esencia y legado musical y poético.
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