De todas las “batallas” que declaró el gobierno de Alberto Fernández, la derrota más clamorosa fue la que sufrió frente a la inflación, algo que alguna vez definió como “un fenómeno autoconstruido en la cabeza de la población”.
En enero de 2020, a un mes de asumir el gobierno y después de que el Congreso aprobara una ley de “emergencia” aún vigente, el gobierno mostró las que serían sus “armas” anti-inflacionarias: ministros nacionales y una veintena de intendentes del conurbano bonaerense salieron a “controlar” que los precios en supermercados y almacenes respetaran los valores acordados para 310 bienes de “primeras marcas” del programa “Precios Cuidados”; ya no habría –aseguraron- lo que la vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner había definido meses antes como productos “Pindonga y Cuchuflito”.
El 15 de marzo de 2022, cuando ya la inflación general desde el inicio de su gobierno acumulaba 264% (y 276% en Alimentos y Bebidas (el rubro de mayor incidencia en el presupuesto familiar, en especial entre los más pobres), el presidente, tal vez imbuido del fragor bélico que 3 semanas antes había desatado el presidente ruso, Vladimir Putin, al invadir Ucrania, fue un paso más allá y anunció una “guerra contra la inflación”.
“Nos cuesta mucho recuperarnos de aquella inflación que nos dejó, sin guerras y sin pandemia, quien precedió mi mandato, que nos encargamos de resolver, y ahora se vuelve a desatar con toda la ferocidad que existe en el mundo”, se justificó Fernández, que junto al entonces ministro de Economía, Martín Guzmán y los miembros de la coalición de gobierno se habían atribuido como un logro la “baja” de la inflación al 36,1% en 2020, año en que el PBI argentino había caído 9,9%, la inflación mundial había bajado 3 a 1,5% anual y el precio internacional del petróleo había llegado a ser negativo.
Desde aquella declaración de “guerra”, la inflación minorista aumentó 263% más y el rubro Alimentos y Bebidas otro 276%, hasta acumular oficialmente en 46 meses de gestión (al 30 de septiembre pasado) 744,7% y 834% respectivamente e impulsando la tasa de pobreza por arriba del 40 por ciento.
Con un estimado de 12,6% de inflación en octubre, Eugenio Marí, economista jefe de la Fundación Libertad y Progreso, proyectó una inflación acumulada de casi 850% en 47 meses, “un récord desde la década del ochenta”, como puede verse en la infografía de arriba.
“No debería sorprendernos: el gobierno exigió cada vez más financiamiento al BCRA, que en los casi 4 años de esta administración aportó unos 20 puntos del PBI entre emisión monetaria directa (adelantos transitorios y transferencia de utilidades) e indirecta (a través de la compra de títulos del Tesoro en el mercado secundario)”, señaló Marí a Infobae.
Según el economista, en los últimos meses el BCRA aceleró el ritmo de emisión monetaria del 40% al 60% anual, pero el grueso de la aceleración inflacionaria se debe a la caída en la demanda de dinero. “Está en mínimos desde 1989. Los argentinos vemos que la economía está desequilibrada y que, tal cual está, no es sostenible. Se suma la incertidumbre sobre cuál será el rumbo tras las elecciones”, explicó.
La infografía de arriba, a partir de los datos del Indec y la estimación de Marí para octubre, muestra que en 47 meses el actual gobierno habrá casi triplicado los de la gestión previa. Alcanzaría que la de noviembre llegue al 15,7% para que al cabo de su mandato llegue al 1.000%, algo que dependerá mucho del resultado electoral del domingo y de su impacto sobre las expectativas.
Infobae revisó además los precios de 16 productos básicos que mes a mes informa el Indec para 3 momentos: fines de noviembre de 2019, los precios con los que el gobierno arrancó; julio de 2022, los que quedaron tras la gestión ministerial de Guzmán y el paso rápido de Silvina Batakis; y septiembre de 2023, los últimos datos oficiales disponibles, para precisar cuánto aumentaron en los 32 meses de Guzmán-Batakis y en los 14 meses siguientes, bajo la conducción económica de Sergio Massa, hasta completar el aumento total en los 46 meses para los que se cuenta con información de la agencia estadística estatal.
Allí puede verse que de los 14 bienes básicos consignados, a lo largo de los 46 meses transcurridos los productos que menos aumentaron fueron fideos secos “tipo guisero” (429,3%), detergente (506,5%), harina común (511%) y lavandina (561%). Dos productos (carne picada común y huevos) superaron el 1.000% y uno (papa), superó el 2.000 por ciento. En 6 de los 14 bienes básicos de la lista los aumentos durante la actual gestión económica superaron los de los 32 meses previos y en todos el ritmo mensual de aumento del último tramo (no consignado en el gráfico, para no abrumar con números) superó el de la etapa previa.
De mensual a semanal
El secretario de Programación y virtual viceministro de Economía, Gabriel Rubinstein, dice que la inflación se está “desacelerando”, afirmación que sustenta en la evolución de datos semanales de inflación (no oficiales) que elabora su Secretaria. “Con datos de sólo una semana, estimamos que la inflación de las últimas 4 semanas (las últimas de septiembre y la primera de octubre), habría sido del 7,6%; si usáramos como supuesto, que la tasa semanal de inflación para las semanas 2, 3 y 4 de octubre, fuera del 1,5% cada semana, octubre terminaría con suba acumulada de 4 semanas del 7,0%”, expresó el funcionario en un documento y por la red X, lo que le valió una respuesta desde EEUU de Alberto Cavallo, profesor del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) e hijo del exministro Domingo Cavallo.
En un breve hilo, Cavallo señaló que usar la medición semanal “es completamente engañoso” y sugirió mirar en cambio la tendencia del índice de precios. Cuando hay un salto en el mismo, explicó, “siempre la inflación de corto plazo (semanal o mensual) sube y luego baja. “Pero esto no nos dice nada sobre el impacto a largo plazo. Lo importante es saber si la tendencia después del salto se estabiliza en un nivel más alto o no”, señaló. Lo más probable, remató, es que la tendencia siga aumentando en los próximos días, después del salto en el dólar blue de la semana pasada.
Economía forense
Cavallo es un especialista en lo que en jerga académica se conoce como “economía forense”, aplica filtros empíricos a datos oficiales para verificar si se ajustan o no a la realidad. En 2012, en el Journal of Monetary Economics, a más de 10.000 kilómetros de distancia, proveyó una de las pruebas más contundentes sobre la falsedad de las cifras de inflación que entonces informaba el Indec. Comparó la evolución entre 2007 y 2011 de los datos de inflación oficiales de Argentina, Brasil, Chile y Colombia con la de los precios online publicados por supermercados y bocas minoristas en esos mismos países: detectó una enorme divergencia entre las dos fuentes en la Argentina y casi ninguna en los demás (ver abajo las comparaciones con Brasil y Chile), otra muestra de cómo se cocinaban entonces las estadísticas oficiales.
Para Marí, lejos de los acuerdos y controles con que el gobierno intentó controlar los precios y domar la inflación, la macroeconomía fue decisiva. En estos 4 años, remarcó, el BCRA perdió casi US$25.000 millones de reservas netas y el endeudamiento público aumentó a récords históricos. “La deuda del Tesoro llegó a USD406 mil millones en septiembre y subió en más de USD 93.000 millones desde noviembre 2019.
Además, prosiguió, la deuda remunerada del BCRA, a través de la emisión más que nada de Leliqs aumentó de $1,1 billones (millones de millones) en diciembre de 2019 a más de $21,7 billones en octubre de este año y pasó de 68 a 308% de la base monetaria. “Como esta deuda paga un interés, presiona sobre las necesidades de emisión monetaria del BCRA, que en un entorno de caída en la demanda de pesos, debe emitir aún más deuda, imprimiendo una mayor nominalidad a la economía”, explicó.
La inflación a su vez es la principal causante del deterioro en las condiciones de vida de la población. “En el segundo semestre del año, la pobreza estará en torno al 45% de la población y no ha sido consecuencia de un aumento del desempleo, que se mantiene bajo, sino de una caída en el poder adquisitivo de los salarios. Esto se dio especialmente para los salarios informales, que, ajustados por inflación, cayeron casi 25% desde finales de 2019″, concluyó Marí.
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