La nueva línea abierta entre el Gobierno y el Fondo Monetario Internacional, que ahora versa sobre el análisis de un nuevo programa financiero, continuará la semana que viene en Brasil, donde coincidirán el ministro de Economía Luis Caputo y la directora gerente del organismo Kristalina Georgieva. Su mano derecha, Gita Gopinath, continúa este jueves su misión en Buenos Aires con encuentros con Javier Milei y con la CGT.
La máxima funcionaria del Fondo Monetario estará presente entre el miércoles y jueves de la semana próxima en San Pablo, donde se desarrollará la cumbre de ministros de finanzas y banqueros centrales del G20, informó este jueves la portavoz del organismo, Julie Kozack. En ese evento también estarán el jefe del Palacio de Hacienda y el presidente del Banco Central Santiago Bausili. Fuentes oficiales no confirmaron si en la agenda ya hay pautada una reunión bilateral específica entre las dos partes.
Kozack, en conferencia de prensa este jueves, mencionó que el propósito de la visita de la subdirectora gerente del FMI Gita Gopinath es la de ver “de primera mano” el desarrollo del plan económico del gobierno de Javier Milei y mantener reuniones con economistas, académicos, dirigentes políticos y gremialistas, además de los funcionarios del equipo económico con los que estuvo el miércoles. En agenda tiene hoy, además, un encuentro con la CGT.
El Gobierno abrió la puerta a la negociación de un programa nuevo más allá del que está vigente hasta septiembre. Así lo aseguró anoche el ministro Caputo en una entrevista con TN, en la que aseguró que es una posibilidad aún preliminar y que está “en estudio”. Tampoco confirmó, por el momento, si un programa como el que analiza el equipo económico implicaría un endeudamiento adicional con el FMI a través de nuevos desembolsos. En todo caso, una acción de esa naturaleza requiere, por ley, la aprobación del Congreso.
Georgieva estará presente entre el miércoles y jueves de la semana próxima en San Pablo, donde se desarrollará la cumbre de ministros de finanzas y banqueros centrales del G20, informó este jueves la portavoz del organismo, Julie Kozack
El programa actual (Extended Fund Facility, que fue firmado y puesto en funcionamiento en marzo de 2022) terminará en septiembre y el Gobierno solicitó ante el organismo, en la última revisión técnica, que la décima instancia de examen de cumplimiento de metas se realice dos meses después de lo previsto. Hubo, en esa solicitud, una primera pista sobre lo que Caputo reiteró anoche: la chance de que el Poder Ejecutivo apunte a negociar un acuerdo nuevo una vez que finalice el vigente.
Las características y profundidad de un programa financiero renovado son todavía inciertos. La Argentina, en los últimos seis años, pasó por dos modelos de acuerdo distintos: el Stand By de 2018, que se caracteriza por desembolsos y devolución rápidos para paliar efectos de una crisis de balanza de pagos. Y desde 2022, un Extended Fund Facility (EFF), que se utilizó para financiar los vencimientos del SBA y que tiene plazos más largos (el repago termina en 2032), pero con la exigencia de reformas estructurales.
El FMI ofrece un amplio menú de posibilidades de financiamiento a través de sus programas, que incluye además de los recientes adoptados por la Argentina (que son los más antiguos en el estatuto del Fondo), otros más modernos como Flexible Credit Line (creado en 2009), que tiene una duración de entre 1 y 2 años sin condicionalidades pero que está dirigido a países con “muy fuertes fundamentos” económicos; la Precautionary and Liquidity Line, similar al anterior pero con requerimientos de políticas económicas menos exigentes; Rapid Financing Instrument, que tiene un límite de montos bajo (150% de la cuota de cada país, unos USD 6.300 millones) y Short-Term Liquidity Line, creada el año pasado.
Para el ex director argentino ante el FMI, Héctor Torres, las opciones son limitadas para la Argentina. “Nos queda un nuevo EFF, un SBA (que el Gobierno podría tomarlo en forma ‘precautoria’, es decir tenerlo disponible pagando un mínimo fee pero no pedir el desembolso, algo así como un back up a mano para que el mercado sepa que lo tenemos por si las moscas”, dijo. En ese sentido, descartó a los programas más novedosos implementados por el FMI porque o bien la Argentina no podría calificar por falta de políticas estructurales o bien tienen un alcance corto.
“A mi juicio sería conveniente tener un programa nuevo por dos razones”, mencionó a Infobae. “En primer lugar porque aún si el Gobierno no llega a cumplir con sus propias metas, un nuevo programa le permitiría ‘sobrecumplir’ con la condicionalidad del FMI. Ejemplo: lo más probable es que el FMI se conforme con una eliminación del déficit fiscal primario ya que saben que sería toda una proeza lograrlo para fines del 2024; pero eso no excluye que el Gobierno siga insitiendo en que va por la eliminación del déficit financiero”, apuntó el ex funcionario del directorio del organismo.
Y en segundo lugar, agregó, “porque el Gobierno podría decidir usarlo en forma precautoria. Que el mercado sepa que tiene esa carta ‘en el bolsillo de atrás del pantalón’ puede ayudar a limitar el efecto recesivo del ajuste y también a contener la actual escalada en la confrontación política con los gobernadores”, planteó.
Caputo confirmó, por el momento, si un programa como el que analiza el equipo económico implicaría un endeudamiento adicional con el FMI a través de nuevos desembolsos. En todo caso, una acción de esa naturaleza requiere, por ley, la aprobación del Congreso
Una vía alternativa que tendría el Gobierno para hacerse de divisas por parte del FMI sería reclamar la parte que el corresponde a la Argentina del nuevo Fondo de Resiliencia y Sostenibilidad creado por el organismo durante la pandemia, aunque se trataría de una suma muy menor: USD 1.300 millones. Durante los meses de campaña se analizó, como alternativa, si un préstamo del FMI no podría servir para instrumentar una dolarización completa de la economía. En todo caso, un préstamo nuevo con el Fondo necesitará de la aprobación del Congreso, una institución lejana a la sintonía del Poder Ejecutivo libertario.
El equipo económico también evaluó en los últimos días los próximos pasos en el desarme de controles cambiarios, con un timing y profundidad que todavía está en estudio. Milei y luego Caputo habían anticipado que ese paso podría tener lugar en algún momento de los próximos meses. Como una guía inicial, el staff report publicado hace poco menos de un mes había adelantado que esa hoja de ruta iniciaría con el fin del modelo blend de tipo de cambio exportador (80% al dólar oficial y 20% al contado con liquidación) y que más adelante podría seguir con el fin del impuesto PAIS y del cepo cambiario, como última instancia.
Gopinath aseguró tras la reunión con el equipo económico que buscarán profundizar los “esfuerzos en curso para restaurar la estabilidad macroeconómica, proteger a los vulnerables y fortalecer las perspectivas de crecimiento en Argentina”. Más allá de la verba habitual fondomonetarista, asoman dos asteriscos que Washington antepone respecto a la marcha del plan económico: su apoyo político, su viabilidad social y el margen de acción para extremar medidas. Son todos conceptos que el FMI planteó en el extenso documento técnico en que analizó en detalle las perspectivas del plan Caputo.
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