Una de las premisas básicas de la seguridad vial es que los conductores deben mantener los ojos y la atención en el camino, y evitar cualquier distracción que pueda ponerlo en riesgo o a terceros que estén en la vía pública. Lamentablemente, así como muchos peatones caminan cotidianamente con su mirada puesta en la pantalla de su teléfono celular, muchos automovilistas también lo hacen. Este es uno de los grandes desafíos de los entes reguladores en todo el mundo.
Sin embargo, no solamente los teléfonos móviles son una distracción para automovilistas. La tecnología que incorporan los autos modernos tiene un punto en contra, que es la cada vez mayor variedad de funciones que se manejan desde una pantalla ubicada en el centro del tablero, y que por lo tanto, implica que las personas situadas al volante, saquen la vista y la atención del parabrisas para ubicarla en esas pantallas táctiles que están tan de moda.
El problema no es fácil de resolver porque lo aprendido es imposible “desaprenderlo” o, dicho de otro modo, y adaptándolo a los autos, la tecnología adquirida no retrocederá, porque las personas lo incorporaron a su vida y las consideran una nueva normalidad. Así, resulta un gran desafío para la industria automotriz, lograr que todas esas funciones se activen o desactiven del modo más simple posible, si fuera posible, sin requerir que el conductor saque los ojos del camino. Para eso, una de las claves son las ayudas a la conducción, pero la otra es mucho menos compleja: los botones.
Así como las personas aprietan el embrague sin pensarlo para pasar de cambios, tener incorporados los mandos de distintas funciones de un automóvil es también algo que se hace inconscientemente. En la era previa a la digitalización, los conductores sabían que estirando un brazo a cierta altura encontraban un botón o un mando de otra forma como una rueda, que permitía encender la radio, la climatización o las balizas. Eran operaciones que no generaban distracción por ser acciones mecánicas que por su condición, generaban una resistencia y requerían un determinado esfuerzo para saber que efectivamente se habían accionado.
Con los botones digitales es no ocurre. Y aunque con el paso del tiempo se vaya generando cierta ubicación en tiempo y espacio que acerque al conductor a un alto porcentaje de precisión en la operación, el resultado no se comprueba sin una inspección visual que lo confirme.
Así fue como se buscaron soluciones alternativas creando pitidos al accionar una función táctil, o botones semi digitales, que tuvieran sensibilidad al tacto pero a la vez una respuesta más parecida a los botones físicos. Se llaman botones hápticos, que cumplen la función de detectar la presión de un dedo humano y devolver una vibración como respuesta. Los mandos hápticos han funcionado maravillosamente bien en los controles de las consolas de videojuegos, y la vibración háptica incluso es muy efectiva en el volante cuando un vehículo con control de centrado de carril se está desviando. Sin embargo, no dio resultado en los botones del volante o de la regulación del climatizador y están en retirada.
Volkswagen ha sido la empresa que le dio un fuerte impulso a esta tecnología, no sólo para sus modelos eléctricos ID.3 e ID.4, sino también para modelos con propulsión térmica como el SUV Tiguan o el sedán Vento en nuestro mercado. Si bien todavía hay versiones que los tienen como parte de su equipamiento, la decisión de retirarlos ya está tomada. No fue una buena decisión quitar los botones físicos, porque los hápticos simplemente no eran precisos para una persona que necesita mirar el camino y no la pantalla para estar seguro que la función que seleccionó efectivamente fue activada. La tecnología no funciona para un automóvil.
Descartada esta alternativa, los botones son físicos o digitales 100%, y ahora está en cada marca apreciar qué tecnología prefieren sus usuarios y si una es más segura para la conducción o no lo es tanto. En el medio han aparecido distintos intentos por hacer mandos fáciles de accionar que a la vez mantengan algo de digital o modernismo.
En Chevrolet, por ejemplo, existen los botones al volante que tienen un relieve con una cobertura de goma blanda, que permite identificarlos fácilmente con sólo pasar los dedos por encima. También en la pantalla del tablero, dos botones físicos son rápidamente accesibles para encender la radio, subir y bajar el volumen o “mutearla”, y para ir a “Home” de la pantalla central. Hay otras marcas que tiene el volumen únicamente digital y generan que el conductor tenga que mirar una barra para accionarla.
En Peugeot, en cambio, y en muchos DS también, hay una botonera moderna pero física, en una disposición que recuerda el concepto introducido en la segunda generación de MINI Cooper, aunque con un diseño distinto, como si fuera una botonera vertical en serie. Lo interesante es que esa botonera tiene mandos que están también en la pantalla, salvo la baliza, que está en el centro y se acciona únicamente con el botón físico.
Alfa Romeo tiene una pantalla pequeña, una de las más reducidas de la industria, y mantiene todos los mandos físicos en la parte baja del tablero y en la consola central, al alcance de la mano derecha de los conductores. Algo similar hizo Lexus también. Audi, en cambio, tiene todavía una mayor inclinación por las pantallas y los mandos digitales, incluso con dos pantallas en la consola central en sus modelos eléctricos.
Alguna vez, Juan Manuel Fangio le contestó a un eventual acompañante de un viaje por una ruta europea que constantemente le señalaba cosas para ver paisaje, que si quería que le prestara atención entonces él debía tomar el volante. El que maneja tiene que mirar el camino y el tránsito. Y si lo decía Fangio, no hay discusión al respecto.
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