Empezar a implementar un ahorro inteligente del consumo de agua en los hogares es una práctica que cada vez se ha vuelto más común en la ciudadanía, y aunque la mayoría de personas lo han empezado a hacer por iniciativa propia, hay quienes hasta ahora se van a ver obligados a aplicarlo por la escasez de este recurso en Bogotá.
El lunes, 8 de abril, el alcalde de la capital colombiana, Carlos Fernando Galán, hizo el anuncio que muchos estaban esperando debido a que se conoció que la ciudad está atravesando por uno de los momentos más difíciles en abastecimiento de agua.
El mandatario confirmó que a partir del próximo jueves 11 de abril comenzará a llevarse a cabo un racionamiento de este servicio por sectores en la ciudad, esto con el fin de hacerle frente a la sequía. Una medida que fue apoyada por la ministra de Ambiente, Susana Muhamad, pero también tuvo un obstáculo, ya que la mujer aseguró que esto “no será suficiente” para aliviar la situación por completo.
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Según la ministra, este racionamiento anunciado por la Alcaldía no va a ser la ayuda suficiente porque los Planes de Ordenamiento Territorial “priorizaron la expansión urbanística por encima de la capacidad hídrica de la región”. Muhamad aprovechó para dejar en firme su posición sobre la falta de planificación ante la emergencia, ya que para ella pudo evitarse con el solo hecho de haber adoptado políticas integrales en el uso del agua.
“(La instalación de) plantas de tratamiento que recirculen el agua y sirvan de almacenamiento de lluvias a nivel local y familiar, pero también a niveles más amplios”, indicó la ministra de Ambiente.
Sin embargo, de acuerdo con lo que Galán explicó, la problemática ha surgido debido a la escasez de lluvias que está viviendo la ciudad, agravada por el fenómeno de El Niño. Esto ha ocasionado que el nivel del principal sistema que abastece de agua a Bogotá, el de Chingaza, formado por los embalses de Chuza y San Rafael, está por debajo de lo normal, en el 16,97% de su capacidad, lo que equivale a 48 millones de metros cúbicos.
Por lo anterior, han surgido muchas dudas entre la población ciudadana que busca colaborar a darle solución al tema y también que esperan poder tener agua sin racionamiento. Por ejemplo, el conocer las maneras en que se puede ahorrar más el recurso, cómo evitar desperdiciarlo, entre otras.
Es así como se llegó a uno de los gastos que puede tener un impacto significativo en la economía doméstica del agua, ya que este servicio público desempeña un papel crucial que puede influir de manera tanto positiva como negativa en la situación actual.
Por un lado, por las finanzas familiares, y por otro, en el medio ambiente, acción que está directamente relacionada con el nivel de conciencia que hay entre las personas en cuanto al consumo.
Según la OMS, los ciudadanos tienen en sus hogares la mayor fuente de desgaste de las reservas de agua, pues varios de los electrodomésticos que suelen usarse en el día a día hacen uso desmedido del recurso y las personas poco saben al respecto.
“La mayor cantidad de agua se pierde en el inodoro (38%). Le siguen el lavado de ropa en lavadora con el 22%; el 20% se utiliza en la ducha y el 7% para lavar los platos, ya sea en lavaplatos normal o lavavajillas eléctricos”, dice la OMS.
La Organización Mundial de la Salud indica que una cantidad de 100 litros de agua debería ser suficiente para cubrir las necesidades esenciales en términos de salud, alimentación e higiene personal. Esto quiere decir que, en los hogares colombianos, el consumo actual de agua supera en tres a cuatro veces la cantidad recomendada.
“Se calcula que algunas personas gastan hasta 10 litros de agua solo para lavarse las manos. Es recomendable a la hora de realizar el cepillado de dientes, utilizar apenas medio litro, pues son diez los que se pueden llegar a desperdiciar si se deja abierta la llave”, confirma la entidad.
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