El reciente repunte internacional de los precios de los granos, que habían caído a niveles muy bajos hacia marzo, más una esperada aceleración del ritmo de comercialización, que hasta ahora vino rezagada respecto del promedio histórico y las campañas previas, hizo que la previsión del ingreso de agrodólares para lo que resta del año se sitúe ahora por arriba de los 20.000 millones de dólares.
El ciclo productivo está llegando y diferentes estimaciones convergen que la cosecha de soja, el cultivo más importante en cuanto a su valor económico y de exportación, cerrará en torno de 49 a 50 millones de toneladas, una mejora cercana al 100% respecto de un 2023 marcado por la sequía. En el caso del maíz las proyecciones de producción final son mucho más inciertas, desde una proyección de 46,5 millones de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires hasta los 55 millones a los que se sigue ateniendo la Secretaría de Bioeconomía (ex Agricultura, Ganadería y Pesca), pese a los numerosos reportes de los productores sobre los daños que produjo, en especial en el centro y norte del país, la “chicharrita”, insecto vector del “spiroplasma”, que destruyó gran cantidad de cultivos.
La repartición oficial, además, incluye la producción de maíz de autoconsumo, que las estimaciones privadas dejan de lado. Coon chicharrita y todo, coinciden estas últimas, la producción maicera estaría un 35% por sobre la de la campaña anterior.
Con todo, la noticia más importante de las últimas semanas, destaca un informe de Franco Artuso y Tobías Lucero, investigadores del Ieral de la Fundación Mediterránea, es la mejora de los precios internacionales, que repuntaron fuertemente respecto de los muy bajos niveles a a que habían llegado en marzo y ya están cerca de los niveles de fines de 2023, salvo en el caso del trigo, que con su salto sobrepasó esos precios.
De todos modos, los precios promedio de los 3 principales cultivos del campo argentino (soja, maíz y trigo) en lo que va de 2024 son perceptiblemente inferiores a los promedio de los años 2021, 2022 y 2023, que se recuperaron notablemente respecto del piso de 2020, el año inicial de la pandemia, poniéndole esteroides al valor de la agroexportación en los tres últimos años del gobierno de Alberto y Cristina Fernández.
Comercialización rezagada
Por ahora, la comercialización va atrasada. Hasta fines de mayo, precisa el informe, se llevaba vendido con precio cerrado cerca del 20% de la cosecha esperada de soja, un porcentaje bajo en relación a la media de las últimas 18 campañas (34%), pero el ritmo se había acelerado en mayo, pasando de un promedio semanal de 542.000 toneladas en abril a uno de 1,34 millones de toneladas (más del doble) en el mes que cerró el viernes. También en maíz las ventas vienen atrasadas, dicen los autores, con 26%, muy por debajo del 41% de promedio histórico, aunque en este caso los números deben ser matizados por el hecho de que campaña a campaña las siembras se fueron corriendo y dando más participación al “maíz tardío”.
En cualquier caso, lo que hasta ahora fueron rezagos tenderían a compensarse en los próximos meses, a menos que los productores hubieren aumentado fuertemente su capacidad de almacenaje y puedan “sentarse” mucho tiempo sobre sus producciones, algo improbable.
Para la economía y la política económica, la decisión de venta es clave; de ella depende el impacto económico y el ingreso de divisas de una cosecha
El impacto económico de una cosecha depende de su volumen, de cuánto se comercialice y el valor al que se vendan los granos. Si bien hay desvíos entre producción y comercialización a corto plazo, en el tiempo van convergiendo. “Puede haber desvíos en el mes a mes por razones de mercado, financieras o macroeconómicas, pero es de esperar que estos desvíos tiendan a cerrarse a medida que la campaña se va completando”, dicen los autores.
Además, subrayan, “para la economía y la política económica, la decisión de venta es clave, dado que de ella depende finalmente la materialización del impacto económico de una cosecha y el ingreso de divisas”.
En base a lo sucedido hasta el momento y proyecciones para lo que resta del año, los investigadores del Ieral estiman exportaciones brutas y netas de productos agroindustriales por USD 32,3 mil millones y USD 29,8 mil millones este año (descontando las iimportaciones para procesar en el polo de crushing de Rosario), lo que sería una mejora de USD 6.600 millones y 9.800 millones, respectivamente, sobre los valores de 2023.
El resultado neto, lo que más cuenta para el aporte de dólares, las reservas del Banco Central y las expectativas y la evolución general de la economía, concluye el informe es que para lo que resta del año la liquidación de dólares por las exportaciones del campo aportarían USD 20.600 millones.
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