Apenas uno de cada veinte empleos creados entre 2014 y 2024 se produjo en el sector privado formal. Quince de cada veinte, es decir tres cuartos del total, se produjeron en trabajos informales o por cuenta propia y cuatro (esto es, el 20% del total) correspondieron a empleos públicos, sea a nivel nacional, provincial o municipal.
Así precisa un informe de Idesa, Instituto para el Desarrollo Social de la Argentina, un centro de estudios cordobés, que actualizó los datos teniendo en cuenta la más reciente información del Indec, que el viernes pasado publicó los datos de empleo y desempleo del segundo trimestre de este año.
De la más reciente información oficial también se desprende, como informó Infobae, que si al número desocupados y subocupados se suman los ocupados demandantes (aquellos que quieren trabajar más) y no demandantes disponibles (los que podrían trabajar más, pero ya no buscan otro empleo), la presión total sobre el mercado laboral llegó al 29,7% de la PEA. Esto es, tres de cada diez argentinos en condiciones de trabajar tiene problemas de empleo y de ingreso, porque no lo tiene, le es insuficiente o descartó conseguirlo ante la falta de puestos a cubrir.
“El aumento del desempleo no dice tanto del deterioro laboral como sí lo hacen el estancamiento en el empleo formal en empresas privadas y el sostenido aumento de la informalidad que se observa desde hace una década; revertir este deterioro exige orden macroeconómico y una profunda modernización de las reglas laborales”, dice el informe de Idesa.
Del último año al último decenio
De acuerdo a la información del Indec, en el segundo trimestre de este año la fuerza laboral en los 31 grandes aglomerados urbanos creció en 400.000 personas respecto a igual periodo del anterior, pero solo la mitad de ellas consiguieron ocupación, mientras las otras 200.000 se mantuvieron desempleadas, buscando activamente un trabajo, sin conseguirlo. De este modo, la tasa de desempleo del segundo trimestre fue de 7,6% de la fuerza laboral, un aumento respecto al 6,2% de igual período del 2023.
Según Idesa, en perspectiva histórica el nivel de desempleo actual no es alto. “Tomando los últimos 20 años, la tasa de desempleo promedio fue de 8,5%, incluyendo picos en los períodos 2004–2006 y 2019–2020 que fueron de dos dígitos. Esto no significa que no existan severos problemas laborales sino que, en mercados laborales con alta informalidad como el argentino, se manifiestan por otras vías”, dice en un pasaje.
El centro de estudios dimensiona el fenómeno observando la dinámica laboral de la última década en la que, según las cifras del Indec, la fuerza laboral en Argentina creció en 3,2 millones de personas, de las cuales el 92% consiguió empleo y el 8% se registra como desempleada. Pero he aquí que de las que consiguieron empleo, solo el 5% (esto es, una cada veinte) en el sector privado y en una relación de dependencia formal, esto es, trabajo en blanco y en una empresa privada.
Una cantidad cuatro veces superior de personas, cuatro de cada veinte, se sumaron a las plantas de personal estatal, sea a nivel nacional, provincial o municipal. Y quince de cada veinte, esto es el 75% del total, se insertó como empleado en negro o cuentapropista.
“Estos datos -dice el informe- muestran que los déficits del mercado laboral no se reflejan tanto en la falta total de empleo (desocupación) como en el deterioro en la calidad de los empleos.
El empleo registrado en empresas privadas prácticamente no creció, manteniéndose en el orden de los 6 millones de trabajadores, menos de un tercio del total de los ocupados.
“Resulta muy revelador -subraya Idesa- que la modalidad de trabajo que más creció en la última década sea el Monotributo. Actualmente hay registrados 5 millones de monotributistas, de los cuales 2,8 millones tienen al Monotributo como empleo principal.
Según la Secretaría de Trabajo, desde el 2014 a la actualidad la cantidad de personas que se registró en el Monotributo como principal fuente de ingreso laboral aumentó en un millón de personas hasta llegar a las actuales 2,8 millones de personas. “Esto sugiere que mucha gente trabaja en condiciones asimilables al empleo en relación de dependencia, eludiendo la normativa laboral, a través de encuadrar el vínculo bajo la figura del Monotributo”, dice Idesa. Y agrega: “Que las empresas no aumenten el empleo asalariado registrado es consecuencia del estancamiento económico y las malas regulaciones laborales. Los cambios incorporados en la Ley de Bases corrigieron algunos desvíos –como la multiplicación de la indemnización por despido– pero dejaron pendientes temas sustanciales”.
Una de las omisiones más importantes, señala, es que siguen vigentes convenios colectivos centralizados negociados en las décadas de los ‘70s y ‘80s.
El estudio recuerda que en el Congreso hay 26 proyectos que proponen mejorar la transparencia y democracia sindical y eliminar el cobro de aportes sindicales compulsivos, pero ninguno aborda la descentralización de la negociación colectiva. “Es prioritario establecer por ley un mecanismo para que las Pymes tengan la posibilidad de salirse de los vetustos convenios colectivos. Como logró hacerlo Mercado Libre saliéndose del convenio colectivo centralizado de camioneros”, ejemplifica.
Según Idesa, la tasa de desempleo no es mayor porque la alta inflación ayudó a evitar la destrucción de empleos licuando el salario real, lo que evitó una mayor destrucción de empleos. Se trata del fenómeno de los ocupados pobres, que antes era una rareza.
“En un escenario de estabilidad de precios y dólar bajo, como se explicita en el proyecto de Presupuesto 2025, la modernización de las instituciones laborales es imprescindible”, concluye Idesa.
Y advierte, de lo contrario, el empleo asalariado registrado (particularmente en las pymes) dejará de estar estancado y comenzará a caer.
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