Es ahora o nunca. “Se trata ahora o no se va a tratar más”. La frase pertenece al diputado radical Rodrigo de Loredo, quien a última hora de ayer hacía una síntesis de lo ocurrido durante el día en el Congreso en torno a la reforma laboral y que en el mercado monitorearon durante la jornada con extrema atención. Es que los inversores y analistas que siguen de cerca la salida de la crisis económica de la Argentina comparten la mirada de De Loredo. Por eso, cuando a mitad de la jornada se conocieron declaraciones del líder de uno de los bloques legislativos, el diputado Miguel Pichetto, rechazando el proyecto que se empezaba a discutir, la reacción del mercado se produjo en tiempo real.
Los bonos, que el día anterior ya habían corregido parte de la suba del lunes, motivada por expectativas que nunca se confirmaron sobre el contenido de la cadena nacional del Presidente esa noche, volvieron a caer y, sobre el cierre, el retroceso fue de 3% en promedio. La mala jornada fue acompañada por las acciones argentinas que cotizan en Wall Street, que también cerraron mayormente en rojo. Parte de esa reacción se atribuyó, previsiblemente, al impacto que generó la masiva marcha universitaria, la primera reacción “de la calle” a las políticas del Gobierno.
Pero el foco principal está puesto en el paquete que se discute en el Congreso, en un segundo intento tras la fallida Ley Ómnibus del verano. Esos proyectos son considerados la prueba ácida para el Gobierno de Javier Milei. Su aprobación implicaría, al menos desde la perspectiva del mercado, una demostración de la capacidad del oficialismo de avanzar en las reformas que prometió. Incluso, se trata de un mojón indispensable para llevar también las negociaciones con el Fondo Monetario a un nuevo nivel. El nivel en que se desembolsa dinero fresco en el marco de un nuevo acuerdo, lo que facilitaría levantar el cepo cambiario y contribuir así a la recuperación económica junto con el impacto de las “reformas pro crecimiento”, según definió en un informe reciente el Bank of America al paquete de leyes en el Congreso.
“Es tiempo de negociar”, afirmó el banco norteamericano, algo que a última hora de ayer era la consigna para el oficialismo, que finalmente pudo destrabar los desacuerdos por la reforma laboral.
“La aprobación del paquete fiscal y la Ley de Bases va a marcar seguramente un nuevo rally en el mercado, los activos todavía tienen mucho para ganar si la perspectiva es que se puede consolidar el ajuste fiscal. Pero que pase la reforma laboral ya sería euforia”, destacó un alto ejecutivo de un banco, con una amplia cartera de grandes empresas pero también Pymes. “Hace más de 20 años que no se puede avanzar en eso, sería histórico”, se entusiasmó.
En el exterior, previsiblemente, la cuestión también es importante pero el principal foco para los inversores extranjeros es el frente fiscal. De ahí que son tan bien recibidos los datos de las cuentas públicas, que arrojaron superávit financiero en el primer trimestre. Esto a pesar de las objeciones que se reproducen respecto de la sostenibilidad de ese ajuste. Precisamente, la mirada desde el exterior es que el paquete fiscal y las reformas de la Ley de Bases, le otorgan consistencia a un ajuste que, por ahora, se basó en gran medida en la licuación de pesos.
“Vemos espacio para un acuerdo por el proyecto de ley Ómnibus (por la Ley Bases) y el pacto fiscal con los gobernadores para consolidar el ajuste, incluyendo la moratoria impositiva, los incentivos para grandes inversiones, privatizaciones y poderes delegados”, afirmó Sebastián Rondeau en su informe para los clientes del BofA. Las marchas y contramarchas en el Congreso durante la jornada de ayer pusieron a prueba ese optimismo, que seguramente atravesará en las próximas semanas nuevas jornadas de tensión.
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