Las autoridades iraníes impidieron el sábado a la familia de Mahsa Amini celebrar una ceremonia para conmemorar el primer aniversario de su muerte, y confinaron a su padre en su casa tras detenerlo brevemente, según denunciaron grupos de derechos humanos.
Amini, kurda iraní de 22 años, murió pocos días después de ser detenida por la policía religiosa por violar supuestamente el estricto código de vestimenta para mujeres vigente desde poco después de la Revolución Islámica de 1979. Su familia afirma que murió de un golpe en la cabeza, pero las autoridades iraníes lo niegan.
La indignación por su muerte se extendió rápidamente a semanas de protestas que rompieron tabúes, en las que las mujeres se arrancaron el pañuelo obligatorio, desafiando abiertamente el sistema de gobierno de la república islámica del líder supremo, el ayatolá Alí Jamenei.
El padre de Mahsa Amimi, Amjad Amini, fue detenido cuando salía de la casa familiar en la ciudad occidental de Saqez y después puesto en libertad tras ser advertido de que no celebrara un servicio conmemorativo junto a la tumba de la niña, según informaron la Red de Derechos Humanos del Kurdistán (KHRN), el monitor 1500tasvir y la organización Derechos Humanos de Irán (IHR), con sede en Noruega.
“A Amjad Amini no se le permite salir del domicilio familiar, y hay miembros de las fuerzas de seguridad apostados en el exterior”, añadieron los grupos en declaraciones separadas. “Amjad Amini se encuentra bajo arresto domiciliario… Las fuerzas de seguridad le impiden visitar la tumba de su hija”, declaró IHR.
La agencia oficial de noticias IRNA calificó de “falsas” las informaciones sobre el arresto, afirmando que su objetivo era “incitar a la población a protestar”.
Amjad Amini ya fue citado por agentes de los servicios de inteligencia la semana pasada, tras anunciar que planeaba celebrar una ceremonia conmemorativa. Uno de los tíos de Amini, Safa Aeli, fue detenido en Saqez el 5 de septiembre y permanece bajo custodia.
No había señales de que se fuera a celebrar la ceremonia en su tumba del cementerio de Aichi, en Saqez, y los grupos de derechos humanos afirmaron que las fuerzas de seguridad habían bloqueado el acceso al lugar.
Represión de la disidencia
Las protestas desencadenadas por la muerte de Amini perdieron impulso tras varios meses de represión, en la que las fuerzas de seguridad mataron a 551 manifestantes, según el IHR, y detuvieron a más de 22.000, según Amnistía Internacional.
Las autoridades iraníes afirman que también murieron decenas de miembros del personal de seguridad en lo que describen como “disturbios” incitados por gobiernos extranjeros y medios de comunicación hostiles.
Siete hombres han sido ejecutados tras ser declarados culpables en casos relacionados con protestas.
Los activistas afirman que las autoridades han reanudado la represión en vísperas del aniversario, presionando a los familiares de los fallecidos en las protestas para que no se manifiesten.
La organización Human Rights Watch, con sede en Nueva York, afirmó que en el último mes se había interrogado, detenido, procesado o condenado a prisión a familiares de al menos 36 personas muertas o ejecutadas en la represión.
“Las autoridades iraníes están intentando ahogar la disidencia para impedir la conmemoración pública de la muerte bajo custodia de Mahsa Jina Amini”, afirmó Tara Sepehri Far, investigadora principal sobre Irán de HRW.
El grupo kurdo Hengaw afirmó que la población del oeste de Irán estaba expresando su descontento mediante una huelga general, con el cierre de comercios en una docena de pueblos y ciudades, entre ellos Saqez.
Canales en lengua persa con sede fuera de Irán, entre ellos Irán Internacional, emitieron imágenes de residentes gritando “Muerte al dictador” y el lema principal de la protesta “Mujer, vida, libertad” desde bloques de apartamentos en Teherán y su ciudad satélite de Karaj durante la noche.
En un gesto simbólico, el presidente iraní, Ebrahim Raisi, se reunió el viernes con familiares de miembros de las fuerzas de seguridad muertos durante las protestas, durante una visita a la ciudad nororiental de Mashhad, según los medios de comunicación estatales.
Redoblar la apuesta
Aunque todavía se ve a algunas mujeres paseando en público sin pañuelo en la cabeza, sobre todo en zonas acomodadas y tradicionalmente liberales del norte de Teherán, el Parlamento, dominado por los conservadores, está estudiando actualmente un proyecto de ley que impondría penas mucho más severas en caso de incumplimiento.
“La república islámica está redoblando la represión y las represalias contra sus ciudadanos e intenta introducir leyes nuevas y más draconianas que restringen aún más los derechos de las mujeres y las niñas”, declaró Sara Hossain, presidenta de la misión de investigación de la ONU encargada de investigar la represión.
Bajo el lema “¡Di su nombre!”, se espera que los emigrantes iraníes celebren concentraciones conmemorativas, con grandes manifestaciones en París y Toronto.
En vísperas del aniversario, Estados Unidos, archienemigo de Irán, y sus aliados occidentales, entre ellos Gran Bretaña y la Unión Europea, impusieron nuevas sanciones a la República Islámica por la represión de las protestas.
Al anunciar las medidas, el presidente estadounidense, Joe Biden, encabezó los llamamientos internacionales en solidaridad con los iraníes en el aniversario de la muerte de Amini.
“Sólo los iraníes decidirán el destino de su país, pero Estados Unidos sigue comprometido a estar con ellos”, declaró.
El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores iraní, Nasser Kanani, criticó en un comunicado a última hora del viernes las “acciones ilegales y poco diplomáticas” de los países occidentales.
(Con información de AFP)
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